Emiratos Árabes Unidos también quiere conquistar el espacio con sus petrodólares
January 21, 2019 El Universo , NoticiasEl único país árabe con agencia espacial enviará a sus primeros astronautas a la Estación Espacial Internacional el 5 de abril.
Hace siete décadas eran un pueblo de pescadores, avezados expertos en la captura de perlas y la piratería. Hoy, agraciados con el maná de los petrodólares, preparan su primer viaje al espacio. Emiratos Árabes Unidos, un recién llegado a la investigación científica, busca hacerse un hueco en las exploraciones espaciales con un ambicioso proyecto que tiene a Marte como uno de sus destinos. “La cuenta atrás ha comenzado y los sueños espaciales serán pronto realidad”, proclamó hace unas semanas Hamdan bin Mohamed al Maktum, el príncipe heredero de Dubai, el emirato que encabeza las aspiraciones de la federación.
Si los cálculos no fallan, el único país árabe que cuenta con una agencia espacial enviará a sus primeros astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS) el próximo 5 de abril. Para el periplo, que durará una semana, las autoridades han seleccionado a Haza al Mansuri y Sultan al Neyadi, de 34 y 37 años respectivamente.
Ambos superaron unas pruebas divididas en seis fases en las que participaron unos 4.000 aspirantes. “Los elegidos representan a todos los jóvenes árabes y la cima de las ambiciones de Emiratos”, se jactó el emir de Dubai y primer ministro de la federación, Mohamed bin Rashid al Maktum. El organismo espacial emiratí, cuyo presupuesto asciende a 20.000 millones de dirham (4.800 millones de euros), nació en julio de 2014 y desde entonces se ha ido desarrollado lejos de los focos en un país de 10 millones de almas, de las que solo 1,4 millones son oriundos.
“Para una nación relativamente pequeña como Emiratos, el programa espacial es muy ambicioso. Demuestra que el uso inteligente de los fondos y las capacidades pueden tener un impacto relativamente grande”, reconoce Frans von der Dunk, profesor de ley espacial de la universidad estadounidense de Nebraska-Lincoln y uno de los asesores extranjeros contratados por la agencia para adaptar el marco legal a la normativa internacional.
Asesores extranjeros
“Les he ayudado a redactar las primeras versiones de legislación nacional del espacio así como varias regulaciones adicionales”, explica el académico, impresionado por el empuje del proyecto. “Surge en una parte del mundo donde hasta ahora el interés por las actividades espaciales resultaba marginal. Se han dado cuenta de que, ante su falta de experiencia específica en muchos ámbitos, precisan de asesores extranjeros que les ayuden a arrancar”.
Sin músculo científico y ensimismado en sus propios y largos conflictos, Oriente Próximo ha estado ausente hasta ahora de la batalla espacial. Solo dos árabes han participado en misiones internacionales. El primero fue Sultan bin Salman bin Abdelaziz al Saud, un príncipe saudí curtido como piloto en las fuerzas aéreas patrias que se enroló en el transbordador estadounidense STS-51-G en 1985. Dos años más tarde, el sirio Mohamed Faris -también piloto militar- pasó una semana a bordo de la estación espacial Mir de la extinta Unión Soviética. Desde los fotogramas de la Guerra Fría, ningún otro habitante de la región se ha sumado a la lista de privilegiados.
A juicio de Frans, el principal desafío es precisamente la ausencia de formación. “Se necesita una década o incluso más para suplir la falta de expertos locales con una nueva generación preparada para cumplir las especificidades de las actividades espaciales”, admite este profesor. Sus ingenieros, no obstante, han cosechado los primeros éxitos.
A finales de octubre lograron poner en órbita el KhalifaSat, el primer satélite diseñado y construido enteramente en suelo emiratí. El lanzamiento tuvo lugar en el centro espacial Tanegashima de Japón. Obra de un equipo de 70 ingenieros, el dispositivo -uno de los satélites de observación más avanzados del mundo, según sus creadores- está equipado con cinco patentes y registrará imágenes en alta calidad.
Su próximo objetivo es el viaje de los dos elegidos. Una aventura para la que firmaron hace unos meses un acuerdo con la agencia espacial rusa Roscosmos. El vuelo partirá desde Baikonur, el cosmódromo ruso emplazado en Kazajistán y usado para el lanzamiento de las naves Soyuz en dirección a la ISS.
Aterrizaje en Marte en 2020
Superada la prueba, el siguiente peldaño sucederá en 2020 con el lanzamiento de la misión no tripulada Hope Mars (Esperanza Marte) que debería aterrizar en el planeta rojo un año más tarde, a tiempo para los fastos que celebrarán entonces el medio siglo del nacimiento de Emiratos, la unión de siete familias reales. Entre los proyectos aún por explorar, figura la construcción de la “Ciudad de la ciencia” para replicar las condiciones de vida en Marte.
Tras su apuesta espacial laten un tal vez desmedido espíritu nacionalista -en una región donde los países compiten entre sí por erigir los rascacielos más altos o exhibir la tecnología más puntera- y la necesidad de diversificar su economía, más allá del petróleo. Con el propósito de no errar y mejorar su aún escasa experiencia, la agencia espacial ha rubricado acuerdos con la NASA y memorandos de entendimiento con programas homólogos en China, India, Japón, Reino Unido o Francia.
Antes incluso de lanzar el centro que hoy engloba sus aspiraciones, el Gobierno emiratí invirtió en Virgin Galactic, el programa de turismo espacial del conglomerado que preside el británico Richard Branson. Posee un 37,8 por ciento de su accionariado. La cooperación con el sector privado es una de las posibilidades que ofrece el programa emiratí. “Si la ley se desarrolla como está planeada, todo está preparado para maximizar la oportunidad de que tanto los proyectos de Emiratos como las actividades privadas se conviertan en un éxito”, pronostica Frans. El emir de Dubai -que promulga la felicidad y la positividad entre sus súbditos y expatriados- ya sueña con crear una “mini ciudad y comunidad humana” en Marte para el año 2117.