El Sistema Solar, la maravillosa hélice que viaja a 828.000 kilómetros por hora

Si viéramos la trayectoria de los planetas observaríamos que recorren un complejo camino. Explicamos cómo se mueve nuestro sistema planetario por la Vía Láctea y otras curiosidades.

Solemos imaginar el Sistema Solar con nuestra estrella en el centro y los planetas girando tranquilamente y en armonía a su alrededor. Pero en realidad, el Sol tampoco está quieto. Es una de las 300.000 millones de estrellas que giran alrededor del centro de la Vía Láctea en una órbita casi circular y viaja a unos 828.000 kilómetros por hora.

El resultado es que si viéramos al Sistema Solar pasar por nuestro lado veríamos algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados. El Sol seguiría estando en el centro y los planetas girando dentro de la eclíptica, el plano que contiene sus órbitas, con la excepción de Mercurio, que está ligeramente por fuera. Pero si pudiéramos ver el rastro dejado por los planetas, veríamos hélices arremolinándose en torno a la estrella. (En esta animación puedes ver este efecto).

El modelo típico del Sistema Solar no es la realidad. No se respetan las distancias y no se tiene en cuenta que el Sol no está quieto, sino que está surcando la Vía Láctea / NASA

Sin embargo, no hay que confundir esto con un supuesto modelo astronómico en el que hace unos años un artista, llamado DjSadhu, representó el Sistema Solar como un vórtice. En aquel modelo, falso, el Sol iba por delante de sus planetas formando un largo vórtice. Pero los astrónomos saben que los planetas giran dentro de un plano en cuyo centro está el Sol: la estrella no está por encima de sus seguidores. No es que los planetas sigan al Sol. Es que todo el Sistema Solar se mueve en conjunto.

La estrella que oscila en el plano de la galaxia

Pero, ¿cómo se mueve el Sol? Esta estrella necesita unos 225 millones de años para completar una vuelta completa alrededor de la Vía Láctea y así cumplir un año galáctico. Desde que se formó, el Sol ha recorrido unos 150.000 años luz y ha cumplido 20 años galácticos. Si todo va bien, debería superar la cuarentena, equivalente a unos 10.000 millones de años terrestres, antes de morir.

En estos momentos, o, mejor dicho, en esta era, el Sol se está moviendo hacia la estrella de Lambda Hércules. En comparación con el plano de la galaxia, en el que se encuentran la mayoría de las estrellas, el Sol se dirige hacia «arriba» (hacia el que sería el Norte de la Vía Láctea) a una velocidad de siete kilómetros por segundo, y tiene la eclíptica inclinada en 60 grados en relación con este. Su viaje ha hecho que ahora sobresalga del plano galáctico unos 50 años luz.

Pero el tirón gravitacional de la Vía Láctea, tanto desde el centro como desde la materia que se acumula en las otras zonas, está ralentizando el intento de escape de la estrella. El astrónomo Frank Bash estimó que en unos 14 millones de años el Sol alcanzará su máxima altura, a 250 años luz del plano, y que luego comenzará a perder altura, hasta situarse en las antípodas, a 250 años luz por debajo de esta zona. Se cree que estos ciclos tienen una duración de 70 millones de años y que el Sol atraviesa el plano de la galaxia cada 35. De hecho, algunos autores han intentado correlacionar esto con extinciones masivas.

Como hace apenas dos millones de años que atravesamos el plano galáctico, la visión desde la Tierra de la Vía Láctea está en gran parte bloqueada por el polvo y el gas de las zonas centrales. Pero dentro de 10 a 20 millones de años tendremos una mejor perspectiva.

Este movimiento del Sol hace que las estrellas hermanas junto a las que nació ahora estén en otras posiciones. Es el caso, por ejemplo, de HD 162826, una estrella hermana del Sol nacida del mismo criadero estelar, con una edad semejante y ahora situada a 110 años luz de la Tierra.

La zona de habitabilidad de la Vía Láctea

En cuanto a la zona que ocupa, se puede decir que el Sol está cerca del medio de la Vía Láctea, pero que no demasiado. De hecho, se encuentra a unos 25.000 años luz del centro de una galaxia que tiene una extensión máxima de 100.000 años luz. En concreto, está dentro de Orión, un pequeño brazo espiral exterior de la Vía Láctea, aunque en el futuro ocupará otras posiciones.

En todo caso, esto le hace ser una de las estrellas que está dentro de la zona de habitabilidad de la Vía Láctea: esto significa que no está ni muy cerca del centro, lo que le pone a salvo de la radiación del núcleo galáctico, pero que tampoco está demasiado fuera. Gracias a esto, su órbita ha impedido que se cruce con supernovas y perturbaciones gravitatorias que hubieran puesto en peligro la posibilidad del surgimiento de la vida.

Representación del aspecto que se cree que tiene la Vía Láctea. El Sol está ahora en el brazo de Orión / NASA

Además de moverse de un sitio a otro, el Sol gira sobre sí mismo: a pesar de que tiene un diámetro 109 veces mayor que la Tierra, sus días son bastante rápidos para su tamaño. Su ecuador gira cada 25,4 días terrestres y sus polos cada 30.

El Sistema Solar es muy importante para nosotros, pero en realidad está prácticamente constituido tan solo por una estrella. El Sol aglutina el 99,86 por ciento de toda la masa del sistema planetario. Dentro del 0,1 por ciento de la masa restante y que está en forma de planetas, el 70 por ciento se concentra en Júpiter. Los planetas rocosos (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) solo llegan al uno por ciento de esta magnitud.

El complejo mecanismo de los planetas

A pesar de eso, el Sol no está solo. Viaja por la Vía Láctea acompañado de ocho planetas, cinco planetas enanos, 157 lunas, casi 760.000 asteroides, más de 3.500 cometas, meteoroides y otros pequeños cuerpos. Dentro de este maremágnum, se cree que la gravedad de la Vía Láctea tiene poca influencia, pero que, a medida que nos alejamos del Sol, va cobrando juego. Por eso, algunos sugieren que los cometas pueden entrar en el interior del Sistema Solar después de que las fuerzas de marea galácticas o el paso de estrellas cercanas arranquen restos situados en la nube de Oort, la región más externa del sistema planetario.

Aparte de estar en un plano, la eclíptica, los planetas y los satélites del Sistema Solar giran en el mismo sentido, contrario a las agujas del reloj (si se mira desde el Norte, es decir, «arriba»). Todos ellos conservan el movimiento del disco protoplanetario que dio lugar a todos los planetas.

Además, casi todos los planetas rotan también en sentido antihorario, con excepción de Venus y Urano. Ambos tienen su eje de rotación muy inclinado (en 177 y 98 grados, respectivamente), probablemente a causa de una convulsa historia de impactos y perturbaciones gravitacionales. Todo esto lleva a que hoy cada planeta tenga su propia inclinación en el eje de rotación, aunque todos roten en la misma dirección.

Puede parecer que ya sabemos todo sobre el Sistema Solar, pero en realidad apenas hemos comenzado a explorarlo y a entenderlo. En todos los años de exploración del espacio, el ser humano solo ha enviado 300 misiones robóticas a explorar su vecindario. Solo 24 astronautas han dejado atrás la órbita de la Tierra, y solo han llegado hasta la Luna, a un tiro de piedra de nuestro planeta. La nave que más lejos ha viajado es la Voyager 1, que después de 40 años de viaje ya surca el espacio interestelar, pero que apenas está a 19 horas, 33 minutos y 13 segundos luz de la Tierra.

ABC