El misterio de por qué somos conscientes podría revelarse a través del estudio de los sueños lúcidos

El despertar del estudio de los sueños lúcidos abre umbrales para el estudio de la naturaleza de la conciencia.

Egor Vikhrev / Unsplash

Para muchos una de las principales cuestiones que enfrentan las ciencias (las naturales o duras y las sociales) actualmente es el estudio de la conciencia. Ningún otro aspecto del universo parece tan evasivo para la ciencia contemporánea, lo cual no es poca cosa, pues ningún otro aspecto es tan esencial como el hecho de que somos seres conscientes. En cierta manera es la conciencia la que hace que exista la materia, pues sin ella daría igual que existiera o no pues no habría nadie o nada para saberlo.

Hace algunos años este problema cobró cierta notoriedad cuando el filósofo David Chalmers lo llamó “el problema duro de la ciencia”. Las ciencias actualmente se basan mayormente en una visión materialista de la realidad, que puede explicar y comprender casi todas las cosas. Pero no ha logrado explicar cómo es que un universo meramente material puede hacer surgir algo tan radicalmente distinto como la conciencia. Existe un abismo entre la combinación aleatoria de átomos y el hecho de saber que existimos o de experimentar los colores del crepúsculo o la belleza de una pieza de Bach. Simplemente no hay escalones que subir y puntos de conexión que lleven de la mera complejidad material a la subjetividad o a la llamada qualia. En cierta forma hay una dislocación entre lo material y lo sensible o consciente. Esta división, también llamada el “problema mente-materia” fue marcada hondamente por la visión dualista de Descartes.

Por otro lado, para muchas culturas en la historia de la humanidad este problema nunca surgió o surgió de una manera muy distinta pues se asumía que la conciencia era fundamental. No había que explicar lo más evidente y real de todas las cosas: el hecho mismo de existir era la primacía de la conciencia. O, como ocurre en Parménides y en las Upanishadla conciencia era identificada con el ser mismo.

Más allá de identificaciones partidarias, no hay duda de que ésta es una de las eternas preguntas del pensamiento: ¿mente o materia? Y quizá la respuesta no tenga que ser una u otra, pues existen algunas interesantes propuestas actualmente que se inclinan al panpsiquismo. Y tradicionalmente han existido filosofías religiosas que entienden la realidad como no-dual o desde una perspectiva de total interdependencia entre la mente y el cuerpo.

Lo que es indudable es que existe gran avidez y motivación en las ciencias por hacer avances en su entendimiento de la conciencia. Y dos de las grades avenidas más prometedoras son los sueños lúcidos y la sustancias psicodélicas (otra quizá sería simplemente leer las Upanishad). Particularmente recientes investigaciones se enfocan en el estudio de los sueños lúcidos para entender la naturaleza de la conciencia que se percata de sí misma.

El estudio y la práctica de los sueños lúcidos viven un momento de máxima intensidad. Aunque los sueños lúcidos son un fenómeno milenario, en los últimos cincuenta años el estudio científico y la integración de diversas culturas en las que los sueños lúcidos son practicados ha creado un momento de ebullición. Quizá esto explica un poco el boom del interés: pues se conjuga en los sueños lúcidos una parte científica y perfectamente empírica con una parte espiritual que abre la puerta a muchas especulaciones sobre la naturaleza de la realidad.

Hace unos meses un estudio logró establecer comunicación en tiempo real con soñadores que estaban teniendo un sueño lúcido. Los científicos desarrollaron un sistema de comunicación que permitía a los soñadores señalar que estaban teniendo un sueño lúcido en tiempo real. Este diálogo entre científicos y soñadores ha abierto las puertas a nuevos experimentos en los que no sólo se piensa estudiar los sueños sino aquello mismo que nos hace ser lúcidos cuando estamos despiertos (si bien algunos dirían que cuando estamos despiertos vivimos como soñando).

Los sueños lúcidos constituyen un escenario especialmente fértil para el estudio de la conciencia. Esto se debe a que durante la vigila existen numerosos estímulos sensoriales que envuelven a un individuo. Mientras que cuando una persona duerme se apagan la gran mayoría de esos estados. Esto hace de alguna manera más sencillo estudiar ciertos aspectos del cerebro. Asimismo, cuando una persona entra en un sueño lúcido, nada ha cambiado en el estado de conciencia de un soñador, salvo esa lucidez misma. ¿Cómo se hace notar en el cerebro? Esto es lo que los científicos quieren entender. Los sueños lúcidos podrían ser modos de comparar la subjetividad consciente con la inconsciencia además de permitir aislar regiones que parecen involucrar la sensación de autoconciencia. Sin embargo, también es posible que estos estudios, aunque fascinantes, no sean concluyentes, pues encontrar correlación entre zonas del cerebro activas y la sensación de ser consciente, no necesariamente significa que la conciencia sea causada por la actividad cerebral, ni mucho menos.

Algunos científicos ya empiezan a formular ciertas teorías de la conciencia que toman en cuenta los sueños. Por ejemplo, Mary Arnold-Forster sugiere que los seres humanos tienen una “conciencia dual”. Una conciencia primaria que analiza la experiencia, la cual se vuelve inactiva durante los sueños. Según Arnold-Forster, en los sueños, esta conciencia primaria se reactiva y trae consigo su propio bagaje al mundo onírico.

Por último, cabe mencionar que el budismo, en gran medida, ha formulado su visión de la realidad en torno a la noción de los sueños. La realidad convencional es descrita en el budismo mahayana como svapnavat, como un sueño. Mientras que el estado de auténtico conocimiento de la realidad es descrito como el “despertar” (bodhi). Pero además, en el budismo tibetano existen importantes prácticas dedicadas a obtener lucidez  en los sueños, las cuales emulan y son conducentes a este despertar último que es el estado de un Buda. Lo que los científicos quieren entender -el “misterio de por qué somos conscientes”- estudiando los sueños lúcidos, los budistas ya lo entendieron hace mucho y también utilizando la misma metáfora. La razón de nuestra conciencia es la misma que la del soñador, existe para despertar y descubrir que la realidad es un sueño, para ser lúcido y alcanzar en la lucidez un estado de ligereza. Pues la gran ventaja del soñador lúcido es que, al despertar, el sueño deja de ser angustiante y se convierte en un juego y en una libre exploración de esa misma conciencia en la que existe.

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