El enjambre Starling comienza su aventura orbital

Después de haber sido lanzados al espacio el 17 de julio mediante un cohete Electron de la empresa Rocket Lab, los cuatro CubeSats que conforman el enjambre de prueba del proyecto Starling de la NASA van superando poco a poco las comprobaciones técnicas que preceden a su entrada en servicio, siendo esta ya inminente.

Recreación artística de los cuatro CubeSats del enjambre Starling en el espacio, poco después de entrar en órbita a la Tierra. / Blue Canyon Technologies / NASA

Cada una de las diminutas naves ya se ha estabilizado, ha desplegado sus paneles solares y se ha comunicado con el centro de control de la misión en la Tierra.

Los cuatro CubeSats, en órbita a nuestro planeta, servirán para ver hasta qué punto un conjunto de naves de este tipo es capaz de operar por su cuenta, sin ayuda desde el centro de control en la Tierra, coordinándose entre ellas para cooperar juntas, sin necesidad de ayuda externa, en los trabajos a realizar.

Si bien ese tipo de cooperación autónoma puede parecer poco difícil cuando la ejercen astronautas humanos, resulta todo un reto para un enjambre de naves robóticas como estas.

Los cuatro CubeSats volarán en dos formaciones diferentes para probar varias tecnologías que, si todo marcha como se espera, abrirán el camino hacia un futuro en el que las naves de cada enjambre puedan cooperar entre ellas haciendo autosuficiente a este en muchos aspectos y capacitándolo para realizar investigaciones científicas de alto nivel en el espacio profundo, sin necesidad de la guía constante de humanos desde la Tierra.

Hay cuatro capacidades principales que Starling probará: maniobrar coordinadamente para que las naves permanezcan en sus posiciones conformando un grupo, crear una red de comunicaciones adaptable a circunstancias cambiantes y que permita a cada nave espacial estar en contacto con las otras del enjambre, realizar un seguimiento de la posición relativa de cada nave y reaccionar a nueva información de los sensores de a bordo mediante la ejecución de nuevas actividades. En esencia, la finalidad de Starling es crear un enjambre de pequeñas naves que puedan funcionar como una comunidad autosuficiente, capaz de ejecutar tareas en equipo y de adaptarse a nuevas situaciones.

Las tecnologías de enjambre permiten, entre otras cosas, hacer coordinadamente mediciones científicas desde múltiples puntos en el espacio, construir redes modulares de comunicación capaces de autorrepararse si un módulo falla y tener flotas de naves espaciales que no necesiten permanecer en contacto con la Tierra para reaccionar adecuadamente a cambios en su entorno. Un enjambre de naves espaciales también es más resistente frente a fallos, ya que cada nave es redundante con respecto a otra. Si una falla, las otras pueden compensar su inoperancia.

La misión Starling durará al menos seis meses. El enjambre permanecerá en una órbita a unos 570 kilómetros de altitud sobre la superficie terrestre. Cada nave estará separada por unos 60 kilómetros de su compañera más cercana.

NCYT