El cráter siberiano del que nadie sabía nada
September 9, 2018 El Mundo , NoticiasEn medio de la taiga siberiana se alza una extraña formación geológica de unos 40 metros de altura y 100 metros de diámetro. Fue descubierta en 1949 pero no fue hasta la década de 2000 cuando la comunidad científica logró entender su origen.
“Pensé que me había vuelto loco. Desde lejos me recordaba a una mina gigante, e incluso me pregunté si había algo ahí viviendo. ¿Por qué iba a haber algo? Esta es una zona densa de la taiga. Pensé que podría tratarse de un artefacto arqueológico, pero las tribus Evenk y Yakut que habitan estos lugares no son como los antiguos egipcios. No pueden construir pirámides”, relata en sus memorias Vadim Kolpakov, el primer geólogo que se topó con el cráter en 1949.
El joven Kolpakov se había acercado hasta la región de Irkutsk en aquella época para elaborar un mapa de la geografía de la zona y nunca se habría podido imaginar que el origen de lo que encontraría en medio de un bosque de árboles iba a ser todo un misterio medio siglo más tarde.
¿Qué era aquello? ¿Se trataba realmente del cráter de un meteorito que había caído allí en algún momento? ¿Había sido fruto de extraterrestres? ¿Era quizás alguna construcción secreta militar de la Unión Soviética? Muchas fueron las teorías que durante los años siguientes empezarían a circular. Pero las primeras llegaron de las propias tribus nativas siberianas, quienes ya advirtieron a Kolpakov de que el lugar estaba maldito, de que algunas personas se habían querido acercar y nunca habían vuelto y que incluso los ciervos evitaban la zona.
“Me acerqué y me di cuenta de que la misteriosa colina no era obra de un ser humano. Parecía la boca perfectamente redondeada de un volcán. Pero los volcanes no han aparecido en la frontera de Yakutia y la región de Irkutsk desde hace varios miles de años”, escribió entonces Kolpakov.
El cráter —o lo que entonces se creyó que era uno— recibió el nombre de Patom, por estar situado cerca del río del mismo nombre. Durante los años siguientes, los científicos intentaron escoger una teoría que pudiese explicar su origen. Debido a la poca suerte y a la falta de financiación, no fue hasta el año 2000 cuando una expedición más o menos preparada volvió a estudiar el lugar. Eso sí: tampoco sin mucho éxito. Entre otras cosas, porque el jefe de la expedición murió de un ataque al corazón, lo que alimentó aún más las teorías más macabras.
Las siguientes expediciones —de 2006, de 2008 y de 2010— tuvieron más éxito. Examinaron el área del cráter y recogieron muestras. Revelaron que el cráter se había formado hacía 500 años y que tenía una estructura con forma de anillo que se había ido repitiendo a lo largo del tiempo.
Los científicos descartaron las teorías conspirativas y más rocambolescas y llegaron a la conclusión de que el cráter Patom se había formado por una erupción freática, típica cuando el magma de un volcán cuya temperatura es extrema se pone en contacto con el suelo o con rocas húmedas.
A pesar de que el misterio está resuelto, las teorías de que la zona está maldita perduran.