La falta de sueño disminuye nuestra capacidad natural para evitar que los pensamientos intrusivos y desagradables penetren en nuestra mente, ha descubierto un estudio de la Universidad de York en el Reino Unido.
El pensamiento es todo aquello que traemos a la realidad a través de la actividad intelectual. Hay diez tipos de pensamientos posibles, que van desde el deductivo e instintivo hasta el social.
Fuera de esa clasificación, también hay pensamientos involuntarios que se cuelan en nuestra mente aportando connotaciones negativas que condicionan nuestra vida diaria.
Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, cada día generamos unos 60.000 pensamientos, de los cuales el 95% surgen espontáneamente. De ellos, el 80% son negativos: pueden aumentar nuestra preocupación o el miedo.
Para la mayoría de las personas, los pensamientos intrusivos pasan rápidamente, pero para quienes padecen afecciones psiquiátricas pueden ser repetitivos, incontrolables y angustiosos.
Los autores de la nueva investigación destacan que su descubrimiento podría tener implicaciones para las personas que padecen afecciones psiquiátricas asociadas con pensamientos no deseados, como el trastorno de estrés postraumático, la depresión y la esquizofrenia.
Fotos y emociones
El estudio, liderado por el Dr. Marcus Harrington, evaluó la capacidad de un grupo de 60 voluntarios para reprimir los pensamientos intrusivos en dos circunstancias diferentes: la primera cuando estaban privados de sueño y la segunda después de un buen descanso.
Para ello, los participantes aprendieron a asociar rostros con fotografías de escenas emocionalmente negativas (como una imagen de una zona de guerra) o escenas neutrales (como una imagen de un paisaje urbano).
A la mañana siguiente, después de una noche de sueño o de privación total del sueño, a los participantes se les mostraron las caras y se les pidió que intentaran reprimir los pensamientos relacionados con las escenas asociadas con connotaciones negativas o neutras.
La investigación comprobó que los participantes que habían sido privados del sueño sufrieron un aumento de pensamientos no deseados de casi un 50%, en comparación con aquellos que durmieron bien toda la noche.
Les costaba mucho más trabajo mantener a raya los pensamientos no deseados relacionados con las fotografías de escenas desagradables. Sin embargo, los que habían descansado bien controlaban con facilidad el despliegue de pensamientos negativos.
Rastro de sudor
Harrington explica al respecto en un comunicado: «la capacidad de suprimir los pensamientos no deseados varía drásticamente entre individuos, pero hasta ahora los factores que impulsan esta variabilidad han sido misteriosos. Nuestro estudio sugiere que la pérdida de sueño tiene un impacto considerable en nuestra capacidad para mantener los pensamientos no deseados fuera de nuestra mente.»
El éxito del grupo que durmió bien antes del experimento no solo suprimió con facilidad los pensamientos no deseados, sino que también vio las escenas negativas de manera positiva. También mostró una respuesta de sudor reducida cuando se presentaron las escenas negativas.
Por el contrario, el grupo privado del sueño que no controló los pensamientos no deseados, no experimentó este cambio positivo en sus niveles de sudor.
Impacto en la salud mental
Este estudio ofrece una visión importante del impacto del sueño en la salud mental. Además del trastorno de estrés postraumático y la depresión, sus hallazgos podrían tener implicaciones para nuestra comprensión de otros trastornos relacionados con los trastornos del sueño, como el trastorno obsesivo compulsivo y la esquizofrenia, señalan los investigadores.
El estudio también sugiere que la aparición de pensamientos intrusivos y perturbaciones emocionales después de episodios de falta de sueño podría crear un círculo vicioso, en el que las intrusiones perturbadoras y la angustia emocional exacerban los problemas de sueño, inhibiendo el sueño necesario para apoyar la recuperación.