Desvelan el origen de las enigmáticas ráfagas de radio rápidas FRB

Desde su primera detección en 2007, estas señales que sólo duran milisegundos intrigan a los científicos. Ahora tres estudios independientes vinculan su aparición con magnetares, estrellas de neutrones magnetizadas. Es la primera vez que se localiza su origen.

Instalaciones del telescopio CHIME / Andre Renard / CHIME

La señal provenía del interior de la Vía Láctea. El pasado 28 de abril, científicos del Experimento Canadiense de Cartografía de la Intensidad del Hidrógeno (CHIME) detectaron una ráfaga rápida de radio (FRB). Aunque la detección de este tipo de fenómenos es muy rara, no es la primera vez que los astrofísicos canadienses lograban registrar una FRB. La novedad en este caso era su intensidad: una ráfaga normal activa entre dos y cinco antenas del radiotelescopio en Columbia Británica, ésta activó 93. Con sus primeros cálculos los científicos delimitaron su posible origen a una región de nuestra galaxia alrededor del magnetar SGR 1935+2154.

El problema es que CHIME no estaba monitorizando esa región, así que el equipo no disponía de una lectura precisa para establecer su brillo absoluto, pieza clave para el análisis. “Inmediatamente pusimos un mensaje en Astronomers Telegram para alertar a otros telescopios alrededor del mundo”, recuerda Daniele Michilli, astrofísico de la iniciativa CHIME. “Afortunadamente el proyecto STARE2 estaba observando la misma señal al mismo tiempo y pudo confirmar el hallazgo”. Así, en Utah y California, los miembros del Estudio para la Emisión Transitoria de Radio Astronomía 2 (STARE2) realizaron un análisis paralelo y confirmaron la existencia de la señal (bautizada como FRB 200428). Coincidieron también con el primer diagnóstico sobre su origen intragaláctico.

Pero, además, revelaron que la ráfaga era unas 1.000 veces más brillante de lo que inicialmente habían anunciado sus colegas canadienses. “Es sorprendente que hayamos sido capaces de observar algo así en nuestra galaxia, dado lo extremadamente raras que son estas ráfagas”, señala Christopher Bochenek, investigador del Instituto Tecnológico de California. La detección de FRB 200428 se analiza en profundidad en tres estudios diferentes publicados este miércoles en la revista Nature por tres grupos distintos de investigadores. Estos trabajos suponen un avance crucial para entender las ráfagas rápidas de radio, a partir del análisis de la primera FRB detectada procedente del interior de la Vía Láctea. Y de la primera asociada a un magnetar en concreto.

Recreación de un magnetar / McGill University Graphic Design Team

ENIGMÁTICAS SEÑALES CÓSMICAS

La primera detección de FRB data de 2007, realizada gracias al radiotelescopio Parkes en Australia. Desde entonces su naturaleza intriga a los astrofísicos. Se trata de estallidos brillantes de ondas de radio, con una duración cercana a un milisegundo. Las observaciones que se han producido a lo largo de la última década han venido acompañadas de múltiples hipótesis para explicar su origen y la física subyacente, que incluyen desde teorías que evocan posibles fenómenos cósmicos hasta una supuesta procedencia extraterrestre.

Pero la corriente principal de investigación tiene que ver con los magnetares. Un magnetar es una estrella de neutrones altamente magnetizados y sus potentes campos magnéticos podrían actuar como los motores que impulsan los FRB. Pero, hasta ahora, no ha habido pruebas tangibles que los vinculen directamente con los magnetares. De ahí la importancia de rastrear FRB 200428, labor que se convirtió en un trabajo internacional de detectives. “Cuando varios grupos internacionales colaboran para estudiar un fenómeno en formas diferentes aprendemos muchas cosas más”, afirma Bochenek. “Además de los radiotelescopios, los telescopios de rayos han desempañado un papel importante al descubrir una emisión de rayos especiales, que acompañan las ráfagas de radio”.

El Mundo