Descubren una nueva función para el nervio vago: un ‘GPS prehistórico

El método que indica al cerebro que el estómago ya está lleno también podría haber servido como localizador para ayudar a nuestros ancestros a encontrar alimento.

Cuando se piensa en una suculenta comida que ya se ha disfrutado, los recuerdos que rodean al plato parecen estar mucho más vivos, siendo sencillo situar el lugar donde todo ocurrió o el camino que llevaba a hasta el añorado manjar.  Los alimentos son el combustible del cerebro, y parece que ahora también lo son de la memoria.

Un nuevo estudio publicado por la Universidad del Sur de California (USC)señala que el llamado ‘instinto visceral’, producido por el nervio vago para indicar al cerebro que la ingesta de comida realizada es suficiente y el estómago está lleno, también podría haber servido como “GPS prehistórico” para que nuestros ancestros pudieran orientarse y encontrar alimento. Los resultados obtenidos por el equipo de Scott Kanoski, profesor de Ciencias Biológicas de la USC y autor del trabajo, parecen indicar que el nervio vago enviaría información a la región del cerebro responsable de la memoria, el hipocampo. Siguiendo dichas conclusiones, se confirmaría una nueva función para este nervio además de la de enviar señales bioquímicas al cerebro para que se detenga la ingesta de alimento.
La propuesta de la que parte la investigación es que, cuando la obtención de comida dependía de la caza, la conexión entre el estómago y el cerebro permitiría que se recordara con mayor facilidad el entorno donde se había obtenido la comida; permitiendo así poder volver al mismo lugar. Según Kanoski, “cuando un animal se alimenta, el nervio vago se activa y enciende este sistema de posicionamiento global”, siendo una gran ventaja el hecho de recordar dónde se ha encontrado alimento y facilitando así encontrarlo de nuevo.

Recuerdos del paladar

La investigación se llevó a cabo con ratas y durante el proceso se observó que aquellas que no poseían la conexión entre el intestino y el cerebro a través del nervio vago, no eran capaces de recordar información sobre su entorno. Andrea Suárez, doctorada en Ciencias Biológicas, declaró que se encontraron “deficiencias de la memoria dependiente del hipocampo al cortar la conexión entre intestino y cerebro”, a los que habría que sumar resultados neurobiológicos nocivos en la misma región.

El nervio vago envía una señal al hipocampo para que se recuerde el lugar donde se consiguió alimento

Además, esta desconexión provocaba deficiencias en los marcadores cerebrales responsables de la creación de nuevas conexiones neuronales y el crecimiento de nuevas células cerebrales, afectando a estas. Según los investigadores, no se observaron alteraciones en el  peso o el apetito de los animales que no poseían dicha conexión.

Esta nueva información plantea incógnitas que afectan directamente a los tratamientos médicos como las cirugías bariátricas o las terapias que bloquean la conexión intestino-cerebral como método para adelgazar que producirían otros efectos dañinos desconocidos hasta el momento. Según los resultados de este estudio, este tipo de técnicas para perder peso podrían  tener graves consecuencias dañando el hipocampo y, por lo tanto, afectando a la memoria.

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