Un equipo de neurocientíficos de las universidades de Birmingham y Oxford, en el Reino Unido, y de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, descubrió un mecanismo neuronal que coordina las acciones que llevamos adelante para evitar dañar a otras personas mediante nuestras decisiones. Según una nota de prensa, esta red de neuronas es completamente diferente a la que se activa cuando buscamos no dañarnos a nosotros mismos.
El tálamo es una pequeña estructura localizada justo por encima del tronco cerebral, que cumple un papel importante en el procesamiento del dolor. Dispone de varios núcleos neuronales (sustancia gris) intercalados con fibras nerviosas (sustancia blanca). Es precisamente en este sector del cerebro donde los científicos encontraron la actividad neuronal implicada en evitar el daño que podemos hacer a otras personas.
En el marco de una sociedad compleja como la que vivimos, cada decisión tomada en forma individual puede repercutir negativamente en otras personas, muchas veces sin que el daño causado haya sido intencional. El estudio desarrollado por los especialistas logró verificar la presencia de un grupo de neuronas que se dedica especialmente a gestionar aquellas conductas que pueden tener una incidencia negativa en el entorno social, y que se diferencian de las que gestionan el autodaño.
Respuesta al dolor
Para concretar este hallazgo, los neurocientíficos llevaron adelante un estudio que se publicó en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). En el marco del mismo desarrollaron un experimento en el cual los participantes debían tomar una serie de decisiones. Algunas de ellas podían derivar en descargas eléctricas dolorosas, que se administrarían sobre ellos mismos o sobre otras personas. Durante el proceso, los expertos escanearon el cerebro de los participantes.
Descubrieron que en el tálamo se registraba una mayor actividad cuando las personas evitaban con éxito dañar a los demás, activando una serie determinada de conexiones neuronales. Como contrapartida, dichas conexiones no se activaban cuando las personas tomaban decisiones inherentes a evitar dañarse a ellas mismas, sugiriendo la presencia de una dinámica desglosada en diferentes sistemas neuronales.
Para la Dra. Molly Crockett, profesora asistente de psicología en la Universidad de Yale y una de las autoras del estudio, “los hallazgos indican que los sistemas de aprendizaje del cerebro están preparados para evitar dañar directamente a los demás”. Al mismo tiempo, agregó que “descubrir la dinámica mediante la cual las personas aprenden sobre las consecuencias morales de sus acciones es una cuestión importante para estudios futuros”.
Dos modelos distintos
Otro punto importante de la investigación es que los científicos descubrieron dos modalidades que se observan en las reacciones para evitar el daño hacia otros o hacia nosotros mismos. De acuerdo a los resultados y las conclusiones, las actitudes que implican evitar el daño hacia otras personas se basan en decisiones automáticas y espontáneas, como si las mismas ya estuvieran tomadas de antemano. Por el contrario, las decisiones que incluyen la posibilidad de autodaño llegan luego de una mayor deliberación y de una actitud más analítica.
También hallaron que en los procesos concretados en el experimento los participantes desarrollaban diferentes sistemas de aprendizaje en función de las consecuencias de sus decisiones. Mientras la elección de no afectar a otros era prácticamente instantánea e irreflexiva, cuando se trataba de dañarse a ellos mismos estaban incluso dispuestos a repetir la experiencia negativa si pensaban que produciría mejores resultados en el futuro.
El descubrimiento puede llegar a tener una gran utilidad en el abordaje de distintas patologías psicológicas, como por ejemplo la psicopatía, un cuadro en el cual la persona ha perdido el control necesario para evitar dañar a otros. Además, según la Dra. Patricia Lockwood, investigadora principal del Centro de Salud del Cerebro Humano de la Universidad de Birmingham y autora principal del estudio, “la capacidad de saber cuáles de nuestras acciones ayudan a evitar dañar a los demás es fundamental para nuestro bienestar y para la cohesión social».