Cuál es el verdadero color del cielo: el curioso motivo por el que no es azul
November 5, 2023 El Mundo , NoticiasLa luz del sol está compuesta por una variedad de colores que forman el espectro electromagnético y que influyen en cómo percibimos el color del cielo.
Todos hemos escuchado que el motivo por el que vemos el cielo de color azul se debe a la dispersión de la luz solar por las moléculas de aire, que hacen que los colores con menor longitud de onda, como el azul y el violeta, se vean más que los demás. Sin embargo, esta explicación no es del todo correcta, ya que el color que más se dispersa es el violeta, no el azul. Entonces, ¿por qué no vemos el cielo de color violeta?
Para entender por qué el cielo es violeta en lugar de azul, primero debemos sumergirnos en la ciencia que gobierna la dispersión de la luz en nuestra atmósfera. La luz del sol está compuesta por una variedad de colores que forman el espectro electromagnético. Estos colores se separan cuando la luz interactúa con partículas y moléculas en la atmósfera terrestre.
Cómo llega el color del cielo a nuestros ojos
Como resultado de esta dispersión, las longitudes de onda más cortas, especialmente el violeta, se dispersan ampliamente en todas direcciones y llegan a nuestros ojos desde todas partes del cielo. Sin embargo, aquí radica el misterio: aunque el violeta se dispersa más que el azul, no vemos un cielo violeta, sino uno azul.
Sensibilidad de nuestros ojos para captar el color
Nuestros ojos están formados por dos tipos de células fotorreceptoras: los conos y los bastones. Los conos son los responsables de la visión diurna y del color, mientras que los bastones son los encargados de la visión nocturna y de ver en blanco y negro. Los conos se dividen en tres tipos según la longitud de onda a la que son más sensibles: rojo, verde y azul.
Pero dentro de esas longitudes de onda, los conos son más receptivos a las longitudes de onda del azul que a las del violeta. Esto significa que nuestros ojos captan más fácilmente las longitudes de onda azules y, por lo tanto, percibimos el cielo como azul en lugar de violeta.
Composición de la atmósfera, otra de las razones
Otro factor que influye en el color del cielo es la composición de la atmósfera. El aire está formado principalmente por nitrógeno y oxígeno, pero también contiene otros gases y partículas en menor cantidad. Estos elementos interactúan con la luz solar y modifican su trayectoria y su intensidad.
Durante el día, cuando el sol está alto en el cielo, la dispersión del violeta es más pronunciada debido a la menor cantidad de partículas en la atmósfera. Esto hace que el azul predomine y que veamos un cielo azul brillante.
La luz solar es una mezcla de todos los colores del arco iris, desde el rojo hasta el violeta. Cuando esta luz llega a la atmósfera, se encuentra con las moléculas de aire, que actúan como pequeños prismas que descomponen la luz en sus componentes, fenómeno que se llama dispersión de Rayleigh y es más efectivo para los colores con menor longitud de onda, como el violeta y el azul.
Cómo percibimos el color del cielo
El último factor que determina el color del cielo es nuestra percepción del color. El color no es una propiedad física de los objetos o de la luz, sino una sensación subjetiva creada por nuestro cerebro a partir de las señales eléctricas que le envían nuestros ojos.
El cerebro interpreta el color en función del contexto, de la memoria y de las expectativas. Por ejemplo, si vemos una manzana roja bajo una luz verde, nuestro cerebro sabe que la manzana es roja y no verde, porque ha aprendido a asociar ese objeto con ese color. Del mismo modo, si vemos el cielo bajo una luz roja, como al atardecer, nuestro cerebro sabe que el cielo es azul y no rojo, porque ha visto muchas veces el cielo de ese color.
Pero cuando vemos el cielo a plena luz del día, nuestro cerebro no tiene una referencia clara para comparar el color que recibe. Entonces, lo que hace es promediar los colores que percibe y asignarle el más probable. Como el azul es más intenso y más frecuente que el violeta, nuestro cerebro tiende a ignorar este último y a ver el cielo de color azul.
Por lo tanto, la próxima vez que miremos hacia arriba en un día despejado, recordemos que el verdadero color del cielo es violeta y no azul, pero que ese color se esconde detrás de nuestro espectro visual.