Cosas que hacíamos antes de Internet
January 22, 2021 El Mundo , NoticiasAntes de Internet, la vida era muy diferente a como la vivimos hoy día y, aunque algunas cosas no han cambiado, otros aspectos son irreconocibles.
Internet comenzó en la década de 1960 como una forma para que los científicos del gobierno compartiesen información. En esta época, los ordenadores eran enormes máquinas que ocupaban habitaciones enteras y que no se podían mover y para poder utilizar la información almacenada en cualquier ordenador uno tenía que viajar al lugar en el que se encontrara el ordenador o enviar cintas magnéticas a través del sistema postal convencional.
Es curioso cómo si nos remontamos a unas décadas antes, el propio Nikola Tesla jugó con la idea de un “sistema inalámbrico mundial” a principios de la década de 1900, e incluso pensadores visionarios como Paul Otlet y Vannevar Bush concibieron sistemas de almacenamiento de libros y medios mecanizados en las décadas de 1930 y 1940.
Pero habríamos de esperar a los primeros esquemas prácticos para Internet a principios de la década de 1960, cuando J.C.R. del MIT. Licklider popularizó la idea de una “Red Intergaláctica” de ordenadores.
Una vez que el primer prototipo viable de Internet vio la luz gracias a la creación de Arpanet, es imperativo citar como catalizador en la formación de Internet la etapa de la Guerra Fría. El lanzamiento del satélite Sputnik por parte de la Unión Soviética estimuló al Departamento de Defensa de EE. UU. a considerar formas en que la información pudiera difundirse incluso después de un ataque nuclear. Esto condujo a la formación de ARPANET, la red que finalmente evolucionó a lo que ahora conocemos como Internet.
¿Sabías que su cumpleaños es el 1 de enero? Se considera el 1 de enero de 1983 el aniversario oficial de Internet porque fue el día en que comenzó a utilizarse oficialmente y de forma unificada el protocolo TCP/IP. Antes de esto, las diversas redes de ordenadores no tenían una forma estándar de comunicarse entre sí. El protocolo TCP / IP permitió que diferentes tipos de máquinas en distintas redes “hablaran” entre sí. Desde ese momento, todas las redes podían estar conectadas por un lenguaje universal.
Está claro que nunca ha sido más fácil que ahora el acceso a la información, realizar compras, trabajar o incluso lanzar una empresa. Pero, ¿cómo y qué hacíamos antes de su llegada?
Escribir cartas, leer el periódico, mandar sms dignos de un buen criptógrafo, pedirle recetas a la abuela… ¿Alguna vez te has preguntado por qué tus padres no pueden entender por qué olvidarte el teléfono en casa es tan importante Bueno, es difícil imaginar un mundo sin redes sociales o Google, actualmente, pero cuando eran adolescentes, Internet no existía. ¿Te imaginas un mundo sin Instagram, Twitter o Facebook, donde cada información importante que pudieras necesitar no estaba al alcance de tu mano? Nuestros padres vivían en ese mundo, y hoy lo repasaremos. ¿Recuerdas lo que hacíamos antes de la llegada de la red Internet?
Crear una lista de reproducción de canciones es bastante sencillo de hacer estos días. Incluso puedes encontrarte listas ya hechas en aplicaciones como Spotify que se adecuen a tus gustos. Sin embargo, antes de la llegada de la red Internet había que hacerlo a mano, físicamente. Era necesario poseer una cinta de casete en blanco que normalmente contaba con hasta 45 minutos en cada lado (lado A y lado B), así como una platina de casete doble o un boombox y/o un reproductor de CD para crear una cinta o lista de mezclas. No había nada más detallista que alguien te regalara una lista de canciones hecha expresamente para ti.
Antes de que existiera Linkedin, Monster.com o incluso Infojobs, las personas solían buscar trabajo en el periódico local o nacional. Escanear las paginas de clasificados buscando la oferta deseada y acabar arrancando ese pedazo de papel de la oferta, era lo más habitual antes de Internet. Incluso los había que buscaban trabajo en los carteles situados en la carretera u obteniendo referencias de amigos.
Mucho antes de que existiera Internet y pudiéramos utilizar herramientas como Youtube, Instagram, WhatsApp o Twitter, era necesario salir de casa para poder conocer a gente. Era imperativo. Si no salías de casa no tenías la oportunidad de toparte con gente nueva ya fuese al ir al cine, alquilar una película al videoclub o comprar un disco de música (preferentemente en vinilo) en tu tienda de música preferida. Hoy podemos hacer todo esto y mucho más sin salir de casa. Lo mismo puede decirse de quedar para asistir a una reunión. Antes no quedaba otra forma que coincidir físicamente en un local.
Los estudiantes de la era antes de Internet no tenían otra herramienta de consulta que acudir a la biblioteca más cercana para consultar libros y diccionarios. Mención especial merece Encarta, la primera enciclopedia de Microsoft que digitalizó el conocimiento humano. Se lanzó en 1993 y con ella se formó y creció toda una generación. La aparición de la Wikipedia, entre otras cosas, motivó su desaparición definitiva en 2009. Google no se fundó hasta 1998; antes de eso, todo el mundo tenía que buscar manualmente información en los libros. Eran “tiempos oscuros” en los que realmente necesitábamos buscar y leer pormenorizadamente para encontrar la información deseada. Cómo han cambiado las cosas.
Ahora es de lo más habitual en las redes sociales pero, antes de Internet, las únicas personas que hacían fotografías de comida/alimentos eran los fotógrafos gastronómicos a quienes pagaban por realizar estas fotos. ¡Nadie hacía fotos de la comida!
Antes de la existencia del GPS o Google Maps, encontrar el camino desde el punto A al punto B significaba tener que confiar en un mapa físico que habitualmente guardábamos en la guantera del vehículo o en el bolso, si íbamos andando. Perderse un poco entraba dentro de lo razonable y no nos urgía llegar con celeridad a un lugar concreto. Otra de las tareas más complicadas respecto a los mapas, era volver a doblarlos adecuadamente.
De la misma forma que necesitábamos consultar un mapa de carreteras para realizar un trayecto, cuando no estábamos seguros de cómo llegar a una tienda o lugar en particular, preguntábamos a la primera persona que viéramos por la calle. Sin Internet ni GPS, requeríamos de personas locales para que nos sirvieran de guías para encontrar nuestro destino, sobre todo si ni siquiera llevábamos un mapa encima.
La programación de televisión y de cine era muy diferente antes de Internet, pero aun así, no había que preocuparse por si alguien acababa haciendo “spoiler” o destripando el final de una serie de televisión o de una película, ya que no existían ni las redes sociales ni Internet en las que volcar tales contenidos. Si escuchabas el final de una película era porque lo habías solicitado. Actualmente es casi una odisea no descubrir por error el final de un capítulo, serie o película y muchos acabamos no demorando demasiado la visualización por temor a este inesperado e indeseado hallazgo.
Antes de la aparición de Tinder, Meetic y las mil y una aplicaciones para ligar o encontrar pareja que existen en la actualidad, había que armarse de valor y preguntar directamente a la persona que nos interesaba si quería salir a tomar algo. Los más creativos pedían a sus mejores amigos o amigas que realizaran este prolegómeno y los más tímidos escribían una especie de cuestionario divertido para comprobar si la respuesta era “sí”. El juego de las citas nunca ha sido el mismo desde Internet.
Antes, cuando necesitabas un fontanero, electricista o incluso querías pedir una pizza a domicilio, buscabas en el mamotreto que suponía la guía telefónica o las “páginas amarillas” para encontrar estos números de teléfono y llamar para solicitar el servicio en particular. Estas enormes guías en las que se empleaba una barbaridad de papel, son ahora una reliquia de coleccionista, pero antes de la red no había otra manera de encontrar números de personas y empresas.
Cuando quedabas con alguien tenías que ser puntual. No es que gracias a Internet seamos más impuntuales, sino que cuando nos retrasábamos en una reunión o cita, no teníamos forma de avisar de que llegábamos tarde. Esperar y esperar era lo único que podías hacer, de ahí que muchos intentaran no retrasarse de cara a acudir a una cita. Es posible que muchos perdieran oportunidades por llegar excesivamente tarde. Su cita se habría marchado. Antes de Internet, la única forma de contactar a alguien era llamarlos cuando estaban en casa. De lo contrario, eran prácticamente inalcanzables.
Hoy en día, no tenemos por qué imprimir una foto a menos que realmente queramos contar con el soporte físico de la misma. Podemos publicarlas fácilmente en las redes sociales y mostrarlas a los demás desde nuestros dispositivos y, además, las cámaras digitales nos permiten ajustar balance de blancos, niveles ISO y utilizar filtros para aparecer ideales. Pero en la era de la vieja escuela, solo había una opción: hacer las fotografías con la cámara esperando que salieran bien y acudir a la tienda de fotografía más cercana para revelar e imprimir las fotos.
Antes de la llegada de Internet, cada vez que queríamos realizar algún viaje, ya fuese en tren o avión, acudíamos a una agencia de viajes para realizar estos trámites. Allí, nos aconsejaban y formalizaban nuestro periplo, facilitándonos los billetes, también en papel. Ahora, aunque las agencias de viajes siguen trabajando, la mayoría realiza estos trámites por Internet. También teníamos que ir a una tienda real a comprar los últimos álbumes de música. Ya fueran CD´s o cintas de casete, ya que no existía otra posibilidad.
Los juegos móviles eran muy diferentes. Cuando se vislumbró que los teléfonos móviles podían usarse para jugar, fue algo revolucionario, aunque antes impensable. Una vez que los primeros Nokia salieron a la luz con juegos como Snake, cambiarían el mundo de los juegos para siempre. El año de estreno fue 1998, convirtiéndose en un juego sencillo pero adictivo, con una audiencia masiva. Hoy en día podemos disfrutar de todo tipo de juegos con excelentes gráficos si nuestro móvil no tiene una década, claro está.
La única forma de poder dar una mala opinión sobre cualquier asunto en la era pre-Internet, era escribiendo una carta al editor. Sin redes sociales y el anonimato de la red, solo había una manera de hacer saber a otras personas nuestra opinión y esperar que fuese aceptada para su publicación en un periódico. También podíamos criticar a gusto en reuniones, claro está. Pero para obtener cierta difusión mediática, esta era la única forma de crítica. Además, tenían que discrepar cortésmente sobre las cosas, porque antes de que existieran Twitter y la sección de comentarios de YouTube, las personas tenían que expresar sus opiniones con nombre propio en lugar de detrás de perfiles anónimos.
Los atracones de series no existían. Para ver tu serie o programa favorito tenías que estar en el sofá a la hora a la que se emitía, porque no podías ni programar su grabación ni verlo posteriormente a la hora que quisieras. Lo que significaba que solía reunirse toda la familia a la vez en el sofá para ver la tele. No podías ver varios capítulos seguidos, puesto que solo se emitía un episodio cada vez. El “binge-watching” o “atracón de series” se extendería tras el surgimiento de plataformas como Netflix
Cada vez que tocaba el cambio de hora teníamos que retroceder manualmente los relojes durante el horario de verano o de invierno. Relojes de pulsera, despertadores, relojes de pared… Actualmente el poder de la tecnología digital hace que los relojes se cambien “mágicamente” 😉 sin intervención humana.
Lo creas o no, la única forma de leer las noticias era… el periódico. Los periódicos tenían antes un propósito mucho más amplio si lo comparamos con la oferta de la que disfrutamos actualmente gracias a Internet. También era más complicado que se colaran “fake news”. Había que esperar, literalmente, a que salieran las noticias, ya fuese en la radio, en el periódico o en la TV. No existían las noticias al instante.
Sin Google al alcance de la mano, antes necesitábamos retener una gran cantidad de información, como números de teléfono, direcciones, cumpleaños y en qué año se estrenó tal película o tal serie, ¿verdad? ¿Recuerdas cómo era la vida antes de Google?
Antes de Netflix, Youtube, HBO, Disney+… si queríamos ver una película, tenías unas pocas opciones (bastantes menos que ahora): comprarla en una tienda o elegir la opción más común: alquilarla en un videoclub. La peor parte de alquilar era olvidarte de cuándo tenías que devolver la película y acumular unos cuantos cargos por el retraso en la devolución. ¿A quién no le pasó alguna vez?