Investigadores de la Universidad Anglia Ruskin (ARU), en Reino Unido, han demostrado que la profundidad de la comunicación que se establece entre el cerebro y los órganos corporales determina la autopercepción que tenemos de nuestra apariencia.
En ese esquema, el estómago y el corazón serían claves: saber más sobre estas conexiones podría ser de gran utilidad para tratar patologías psicológicas en las que la imagen corporal juega un papel importante.
Los científicos estudiaron la asociación entre la imagen corporal y el procesamiento cerebral de señales internas que ocurren inconscientemente, relacionadas con la integración que se establece entre el cerebro y otros órganos, principalmente con el corazón y el estómago.
De acuerdo a los resultados del estudio, publicado recientemente en la revista Cortex, cuando esta integración es más débil existen más probabilidades de experimentar sensaciones negativas sobre nuestra imagen corporal.
Esta autoevaluación sobre nuestra apariencia no siempre va de la mano con aquello que nos devuelve el espejo: en ocasiones, la falta de una integración profunda entre el cerebro, el estómago y el corazón parece tergiversar la realidad y generar connotaciones negativas sobre nuestra apariencia sin un fundamento real.
Mensajes corporales
Según una nota de prensa, las personas cuyos cerebros son menos eficientes para detectar estos mensajes corporales internos tienen más probabilidades de experimentar vergüenza corporal y preocupación excesiva por el peso.
En otras palabras, el cerebro establece una comunicación de ida y vuelta con los órganos internos como el corazón y el estómago. Si las señales son correctamente codificadas, la percepción sobre nuestra imagen corporal será sana y realista.
Cuando estas señales se deforman por diversos factores, tenderemos a profundizar en aspectos negativos y a experimentar emociones perjudiciales sobre nuestra apariencia. Se sabe que en patologías como la depresión, la ansiedad o la bulimia y la anorexia las personas experimentan sensaciones negativas sobre su propio cuerpo y su imagen.
Procesamiento inconsciente
Los especialistas han logrado verificar en el nuevo estudio, a partir de evaluaciones realizadas en una muestra de 36 adultos sanos, que determinados mensajes del corazón y el estómago se procesan a un nivel inconsciente en el cerebro.
El sistema nervioso interpreta estas señales para proporcionar al cerebro una información continuamente actualizada y certera sobre el estado interno del cuerpo. Cuando este mecanismo comunicacional falla, la información no llega a tiempo o lo hace con errores que modifican la autopercepción de la apariencia.
En ese sentido, cuando el cerebro responde menos a estas señales implícitas del interior del cuerpo es más probable que las personas tengan opiniones negativas sobre su apariencia corporal externa.
Esto indicaría que cuando el cerebro tiene una conexión más débil con los órganos internos pone más énfasis en el cuerpo externo y, por lo tanto, la apariencia se vuelve mucho más importante para la autoevaluación que realiza cada persona.
Biomarcadores para detectar enfermedades
Pensando en las aplicaciones de este descubrimiento, los científicos creen que las mediciones de ciertas señales estomacales y cardíacas podrían actuar como un biomarcador eficiente para ayudar a identificar, o incluso predecir, los problemas relacionados al experimentar una imagen corporal negativa.
Esto ayudaría a diagnosticar más rápidamente las patologías asociadas, como los trastornos alimentarios o psicosociales. Además, sostienen que sería factible entrenar a las personas para que sean más conscientes de las sensaciones internas y de los «mensajes» que sus órganos envían al cerebro: este autoconocimiento podría ser la llave para evitar imágenes distorsionadas sobre la apariencia física.