Avatares en actos públicos y hasta en gobiernos

El uso de avatares cibernéticos permitirá a las personas que los controlen participar en actividades sociales sin estar físicamente presentes en un lugar determinado, aumentando así la eficacia de su trabajo.

A la izquierda, Geminoid TK, el avatar de Taro Kono, ministro de Asuntos Digitales del gobierno japonés. A la derecha, Geminoid HI-6, el avatar del profesor Hiroshi Ishiguro. Ambos reproducen la apariencia física real de las personas a las que representan. / ATR & JST Moonshot R&D Avatar Symbiotic Society Project

La ciencia-ficción ya lleva tiempo mostrándolo, pero parece que a partir de ahora esta situación va a convertirse en realidad en cada vez más ocasiones, hasta constituir una parte cotidiana de nuestra vida, como las videoconferencias, antaño exclusivas de la ciencia-ficción, son hoy una parte cotidiana de nuestra vida.

Para las operaciones que deben ser realizadas por una persona cuya identidad sea relevante (como por ejemplo cuando un responsable designado como tal debe dar alguna explicación), un avatar que se parezca mucho a la persona dará la impresión de que la persona real es la que está hablando, lo que permitirá realizar el trabajo a distancia. E incluso podría estar en más de un sitio al mismo tiempo, si el trabajo a realizar lo hace viable, como por ejemplo dar una misma conferencia en dos sitios a la vez. Para ello es fundamental disponer de avatares tridimensionales, gracias a la holografía o a la robótica. Con tales avatares, capaces de estar fuera de las pantallas, la impresión de que la persona real está allí será aún más robusta.

Quedan pendientes cuestiones éticas como hasta qué punto la persona real puede relajar su control del avatar con su misma apariencia física, delegando su manejo y acciones parcialmente en otra persona o en una inteligencia artificial, hasta qué punto la similitud entre la persona real y el avatar podría resultar en confusiones e incluso engaños potencialmente perjudiciales, y también cuestiones relativas a la validez legal de actos realizados por el avatar personal en representación de la persona real.

En cualquier caso, en Japón ya se trabaja seriamente en el uso de avatares no solo en el ámbito empresarial, sino también para personalidades políticas y hasta miembros del gobierno.

En el marco de un proyecto experimental del programa Moonshot, el equipo de Hiroshi Ishiguro, de la Universidad de Osaka en Japón, trabaja en poner a punto para finales de año el uso práctico de un avatar para Taro Kono, ministro para Asuntos Digitales del Gobierno japonés. Este avatar, con la misma apariencia física que el ministro, le representará en algunos actos públicos. Con ello se pretende, entre otras cosas, averiguar si la gente siente que el ministro se está dirigiendo a ella, y si es más receptiva o menos a lo que el ministro está diciendo, entre otros efectos potenciales. Además, se pedirá a un amplio abanico de personas que consideren si es aceptable dar la misma validez a las acciones del avatar que a las de la persona real. Conocer qué piensa la gente al respecto ayudará a determinar nuevas normas sociales para una sociedad en la que los actos realizados por avatares serán cada vez más frecuentes.

El uso de avatares cibernéticos permitirá a las personas que los controlen participar en actividades sociales sin estar físicamente presentes en un lugar determinado, aumentando así la eficacia de su trabajo. La ciencia-ficción ya lleva tiempo mostrándolo, pero parece que a partir de ahora esta situación va a convertirse en realidad en cada vez más ocasiones, hasta constituir una parte cotidiana de nuestra vida, como las videoconferencias, antaño exclusivas de la ciencia-ficción, son hoy una parte cotidiana de nuestra vida.

Para las operaciones que deben ser realizadas por una persona cuya identidad sea relevante (como por ejemplo cuando un responsable designado como tal debe dar alguna explicación), un avatar que se parezca mucho a la persona dará la impresión de que la persona real es la que está hablando, lo que permitirá realizar el trabajo a distancia. E incluso podría estar en más de un sitio al mismo tiempo, si el trabajo a realizar lo hace viable, como por ejemplo dar una misma conferencia en dos sitios a la vez. Para ello es fundamental disponer de avatares tridimensionales, gracias a la holografía o a la robótica. Con tales avatares, capaces de estar fuera de las pantallas, la impresión de que la persona real está allí será aún más robusta.

Quedan pendientes cuestiones éticas como hasta qué punto la persona real puede relajar su control del avatar con su misma apariencia física, delegando su manejo y acciones parcialmente en otra persona o en una inteligencia artificial, hasta qué punto la similitud entre la persona real y el avatar podría resultar en confusiones e incluso engaños potencialmente perjudiciales, y también cuestiones relativas a la validez legal de actos realizados por el avatar personal en representación de la persona real.

En cualquier caso, en Japón ya se trabaja seriamente en el uso de avatares no solo en el ámbito empresarial, sino también para personalidades políticas y hasta miembros del gobierno.

En el marco de un proyecto experimental del programa Moonshot, el equipo de Hiroshi Ishiguro, de la Universidad de Osaka en Japón, trabaja en poner a punto para finales de año el uso práctico de un avatar para Taro Kono, ministro para Asuntos Digitales del Gobierno japonés. Este avatar, con la misma apariencia física que el ministro, le representará en algunos actos públicos. Con ello se pretende, entre otras cosas, averiguar si la gente siente que el ministro se está dirigiendo a ella, y si es más receptiva o menos a lo que el ministro está diciendo, entre otros efectos potenciales. Además, se pedirá a un amplio abanico de personas que consideren si es aceptable dar la misma validez a las acciones del avatar que a las de la persona real. Conocer qué piensa la gente al respecto ayudará a determinar nuevas normas sociales para una sociedad en la que los actos realizados por avatares serán cada vez más frecuentes.

NCYT