Avanza la búsqueda de una posible nave alienígena en el fondo del océano Pacífico
June 19, 2023 Misterios , NoticiasEl apasionante diario de Avi Loeb sobre su expedición en busca de IM1, el primer objeto interestelar conocido en la superficie terrestre. Podría ser un fragmento de una nave alienígena.
Este artículo contiene las entradas de los últimos cinco días del “Diario interestelar” que relatará la expedición de Avi Loeb y su equipo al océano Pacífico, en busca de restos del asteroide IM1 en el fondo marino. El IM1 es reconocido como el primer objeto interestelar jamás idetificado y, por su velocidad, trayectoria y dureza, Loeb y su equipo piensan que podría ser de origen artificial. Su objetivo principal es encontrar diminutos fragmentos producto de su desintegración—algo tan difícil como encontrar la proverbial aguja en el pajar— y analizar su composición.
Días 1 y 2 (11-12 de junio de 2023)
Salimos de mi casa y nos dirigimos al aeropuerto Hanscom de Bedford (Massachusetts), camino de Denver (Colorado), desde donde teníamos previsto partir hacia Australia a la mañana siguiente.
La semana pasada estuvo marcada por la noticia sobre una denuncia del ex-oficial David Grusch, que fue analista en el grupo de trabajo sobre Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP) dentro del Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD). Grusch afirma que el Pentágono —con sus aliados y contratistas de defensa— ha recuperado objetos extraterrestres de origen no humano durante décadas. Hasta ahora, la historia de Grusch se basa en rumores y documentos clasificados, no en pruebas físicas, imágenes o datos científicos. No está claro si alguna vez veremos las pruebas, aunque existan, porque según dice el Gobierno las oculta tras el velo de la seguridad nacional.
La bola de fuego de IM1 fue detectada por el Gobierno estadounidense el 8 de enero de 2014. Los datos indicaron que este meteoro iba a una velocidad superior a la necesaria para escapar del sistema solar.
En los últimos días, una avalancha de periodistas me ha pedido comentarios sobre la historia de Grusch. Los tres últimos llamaron sin apenas avisar desde Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, horas antes de que partiéramos hacia Australia. En la última entrevista, expresé mi esperanza de que el Presidente Biden incluya información sobre nuestro vecindario cósmico en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2024.
La historia de Grusch salió a la luz pocos días antes de mi viaje para dirigir una expedición del Proyecto Galileo al Océano Pacífico, con el objetivo de descubrir si el primer meteoro interestelar reconocido, el IM1, es parte de una nave de una civilización extraterrestre. A diferencia de la denuncia de Grusch, todos los descubrimientos científicos del Proyecto Galileo estarán abiertos al público. Nuestro barco de expedición se llama apropiadamente Silver Star [‘Estrella de Plata’ en español].
Desde el barco, seguramente veremos muchas estrellas en el cielo nocturno, dada la ausencia de contaminación lumínica artificial. Quizá IM1 proceda de una de ellas. Pero aún más importante es la cuestión de si IM1 procede de otra civilización tecnológica. Y aún más importante que eso es la cuestión de si los emisores eran tecnológicamente más avanzados que nosotros, en cuyo caso podemos aprender de ellos como representantes de nuestro futuro tecnológico.
Conocí a mi mujer en una cita a ciegas. Del mismo modo, al embarcarse en una cita interestelar, es natural mirarse al espejo e imaginar un compañero de cita similar, pero la realidad puede tener una cualidad más edificante. Hemos creado la inteligencia artificial (IA) a nuestra imagen y semejanza, pero este objeto [de ser un resto de nave interestelar] podría inspirarnos para imitar a los extraterrestres si efectivamente representan algo mejor que nuestra naturaleza.
Mi madre me contó que, cuando me vio por primera vez en la sala de partos siendo un recién nacido, tenía los ojos muy abiertos de asombro ante el nuevo mundo que me rodeaba. Un artículo reciente de la revista Smithsonian también me caracterizaba con esa capacidad de asombro, basándose en mi búsqueda de artefactos extraterrestres. Nací en una granja y coleccioné huevos durante toda mi infancia. Ahora, viajo al océano Pacífico para recoger fragmentos interestelares que pueden ser cien veces más pequeños. El día siguiente a mi regreso de esta expedición presidiré el consejo asesor científico del proyecto Starshot, cuyo objetivo es enviar una nave espacial de un gramo de masa al sistema estelar más cercano. Los objetos que más me apasionan se hicieron más pequeños con el paso de los años.
En busca del primer objeto interestelar
La bola de fuego de IM1 fue detectada por el Gobierno estadounidense el 8 de enero de 2014. Los datos indicaron que este meteoro iba a una velocidad superior a la necesaria para escapar del sistema solar. Basándose en la presión de choque que soportó antes de desintegrarse en tres llamaradas a 20 kilómetros por encima de la superficie del océano, este objeto de medio metro de tamaño era más duro en resistencia material que todos los demás 272 meteoros del catálogo CNEOS de la NASA. Su origen interestelar fue reconocido formalmente con el 99,999% de certidumbre en una carta oficial a la NASA fechada el 1 de marzo de 2022, remitida por el Mando Espacial de EEUU, dependiente del Departamento de Defensa. Dos años antes, mi artículo descubriendo el IM1 escrito con Amir Siraj mostró que IM1 se movía fuera del sistema solar más rápido que el 95% de todas las estrellas en las proximidades del Sol. La posibilidad de que el exceso de velocidad de IM1 sea producto de un sistema de propulsión y el hecho de que fuera más resistente que todas las rocas espaciales conocidas, sugieren que existe la posibilidad de que sea de origen tecnológico. Sería como si la nave New Horizons de la NASA colisionara con un exoplaneta dentro de mil millones de años y quemándose en su atmósfera como un meteoro interestelar.
El equipo de rodaje que se une a la expedición se fijó especialmente en la brújula que mi mujer me regaló el año pasado por mi 60 cumpleaños, hace exactamente un año, en un acto especial con mis antiguos alumnos y postdoctorados en Martha’s Vineyard. Esperemos que esta brújula nos guíe hasta nuestro tesoro interestelar.
Basándome en la bola de fuego del IM1, calculé en un artículo con los estudiantes Amory Tillinghast-Raby y Amir Siraj que el objeto probablemente se desintegró en las diminutas esférulas que nuestra expedición espera encontrar con un trineo magnético o un dispositivo de esclusa. Una vez recuperados los materiales del meteorito, tenemos previsto llevar las muestras al Observatorio del Harvard College y analizar su composición con sistemas de diagnósticos de última generación. Mi hija Lotem, que acaba de ser admitida en el Harvard College, participará en este análisis como becaria de verano en el Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de Harvard.
Nuestro último trabajo sobre IM1 se centra en la localización del lugar del bólido a partir de la señal de la onda expansiva registrada por los sismómetros de la región. Varios periodistas me preguntaron si estaba nervioso o entusiasmado con esta expedición histórica. Yo negué tales sentimientos y expliqué que simplemente estoy concentrado en la tarea de encontrar las reliquias del IM1. Sin duda, habría sido emocionante subir a bordo de una nave espacial y tocar IM1 antes de su impacto contra la Tierra, pero estoy contento de quedarme en la Tierra y viajar al Océano Pacífico.
Mi principal preocupación es que no encontremos nada más que plásticos y cenizas volcánicas, los componentes abundantes en las zonas de control que inspeccionaremos más allá del emplazamiento del meteorito. Pero si no buscamos, seguro que no encontraremos nada. La vida es a menudo una profecía autocumplida, así que es mucho mejor ser optimista.
En mi última clase del semestre de primavera en la Universidad de Harvard pedí consejo a mis alumnos sobre qué hacer si encontrábamos una nave extraterrestre del tipo mencionado en el informe de Grusch. La mitad de la clase recomendó apretar sus botones y la otra mitad expresó cautela. Esta discusión es puramente académica porque la bola de fuego de la IM1 liberó un pequeño porcentaje de la energía producida por la bomba atómica de Hiroshima, lo que implica que la IM1 probablemente se fundió en pequeñas gotas que llovieron sobre el océano.
La tarea de encontrar esférulas de tamaño milimétrico en una región de búsqueda un millón de veces mayor es increíble. Pero teniendo en cuenta la historia —ya casi centenaria— de esperar a que el gobierno estadounidense revele si recogió o no materiales tecnológicos extraterrestres, parece más sencillo sondear el Océano Pacífico en busca de respuestas.
En las próximas semanas informaré de los hallazgos de la expedición a través de este diario. Es más fácil buscar hechos extraterrestres en el fondo del Océano Pacífico que obtenerlos del gobierno.
Día 3 (13 de junio de 2023)
Nos dirigimos al Océano Pacífico vía Australia en busca de los materiales del primer meteoro interestelar, IM1.
Mi última entrevista televisiva antes de partir inspiró una generosa y bastante inesperada donación de visibilidad pública al Proyecto Galileo y su expedición. Poco antes de mi vuelo, firmé un acuerdo con un empresario que nos ha ofrecido tiempo de emisión en la espectacular megapantalla de alta definición que hay Times Square, entre Broadway y la calle 43 oeste, frente al número 1 de Times Square, en Manhattan, Nueva York.
En cuestión de horas, los miembros del Proyecto Galileo, dirigidos por Daniel Llussa, produjeron un breve vídeo que puede verse en este enlace. Este vídeo será visto por millones de turistas en Times Square en los próximos tres meses y medio. El objetivo de la expedición es aportar nuevos contenidos al vídeo mediante la búsqueda de materiales interestelares. Actualizaremos el vídeo en Nueva York a medida que avancemos en el barco en el Océano Pacífico. Si visitas Times Square este verano, échale un vistazo a esta pantalla digital.
De camino al aeropuerto, el astrofísico británico Javier Martín-Torres me envió un mensaje por correo electrónico: “Noto un gran cambio en los medios de comunicación estadounidenses, en la opinión pública e incluso en el gobierno tras el inicio del Proyecto Galileo. Creo que el Proyecto Galileo prendió la mecha que ha estado ahí durante años…”. Le contesté: “Efectivamente, la opinión pública está cambiando. Pero encontrar material interestelar en esta expedición podría cambiarlo todo”.
Cuando entré en el avión hacia Australia, el piloto me dijo: “Bienvenido a bordo, profesor Loeb”. Le contesté: “Puede llamarme Avi. Sólo soy un granjero curioso. Todo lo demás es irrelevante”.
En el avión mantuve una larga conversación con Charles Hoskinson, financiador de la expedición, sobre matemáticas, informática, inteligencia artificial, desextinción de materiales genéticos y el consiguiente resurgimiento de animales perdidos como el mamut lanudo o el tigre de Tasmania, y lo más importante: lo que podríamos encontrar en el fondo del océano. Si IM1 era un artefacto tecnológico, su núcleo podría haber sobrevivido a su entrada en la atmósfera y la expedición podría encontrar un resto considerable en el fondo del océano. Si sobrevivió algún sistema operativo, podríamos intentar revivirlo. “Reconstruir un sistema operativo extraterrestre puede ser mucho más emocionante que revivir el tigre de Tasmania en Australia”, le dije a Charles, que participa en este último proyecto.
Sin embargo, la cruda realidad es que un objeto del tamaño de un metro sería difícil de encontrar en una región de búsqueda de varios kilómetros cuadrados. Es mucho más fácil recuperar esférulas de tamaño milimétrico de su exterior fundido, ya que son mucho más abundantes. Las cosas pequeñas son mucho más abundantes que las grandes.
Mientras sobrevolábamos la Gran Barrera de Coral australiana, me acordé de la gran barrera que supone el éxito de la expedición. Afortunadamente, contamos con un equipo excepcional al que le apasiona nuestra misión científica. Si buscamos IM1 y no encontramos nada, volveremos a intentar buscar IM1 y más tarde el segundo candidato interestelar, IM2. Algunos podrían preguntarse qué sentido tiene buscar si las probabilidades de éxito son escasas. No se dan cuenta de que el hecho de buscar materiales de un objeto interestelar da sentido a nuestras vidas. El objeto puede inspirar a la humanidad a comportarse de forma más inteligente en la Tierra. Si otros llegan a nuestra puerta, puede que deseemos visitarlos.
A medida que el equipo se acercaba a Australia, mis pensamientos se hacían eco de un nuevo correo electrónico del dramaturgo Josh Ravetch, quien señalaba: “… ningún siglo nos ha dado un asiento con ventanilla en nuestro pequeño y estrecho barco. Quizá la idea principal sea que sabemos que estamos en una isla y que nadie hace mucho más que mirar por las ventanas. Puede sonar cursi, pero nos dirigimos al Océano Pacífico en busca del resto de nuestra familia. Estos son nuestros primos, no alienígenas”.
Al llegar, el taxista preguntó al grupo si estábamos en un rodaje o en un proyecto científico. El director del rodaje, Jason Kohn, respondió: “Depende de a quién le preguntes”. Corregí a Jason y le dije: “Es un proyecto científico. Las cámaras no estarían aquí si no estuvieran los científicos, pero no al revés”.
Unos minutos más tarde, recibí un mensaje de Rob McCallum, el coordinador de la expedición, que ya estaba a bordo de nuestro barco, bautizado con el apropiado nombre de `Silver Star’. Rob me dijo: “El barco, la tripulación, el equipo y los preparativos están listos. Estamos a las puertas de una aventura. Me alegro mucho por vosotros mientras vemos cómo todo empieza a funcionar”.
Día 4 (14 de junio de 2023)
Esta mañana, el equipo del Proyecto Galileo ha llegado a Papúa Nueva Guinea con la misión de buscar los restos del primer meteorito interestelar reconocido, el IM1.
Llegamos inicialmente a Port Moresby y luego nos dirigimos hacia la isla de Manus, situada a 84 kilómetros del lugar del impacto del IM1 según nuestro análisis de los datos de su sismómetro. La naturaleza es asombrosamente bella aquí, decorada con exuberantes selvas tropicales. Que IM1 aterrizara al azar cerca de la magnífica Papúa Nueva Guinea, de entre todos los lugares posibles de la Tierra, es una coincidencia extraordinaria. En Papúa se hablan unas 850 lenguas, el lugar con mayor diversidad lingüística de la Tierra. Si la expedición recupera un artefacto con una inscripción extraterrestre, añadiremos una nueva lengua a este lugar. La inteligencia artificial (IA) puede ayudarnos a descifrar el contenido de un posible mensaje interestelar.
De camino a la isla de Manus, sobrevolamos el lugar de aterrizaje del IM1 para asegurarnos de que no hay equipos competidores en la zona. No vimos ninguno y, feliz, saqué una foto del paisaje de mar abierto con mi teléfono.
Tras un corto trayecto en furgoneta guiados por el coordinador de la expedición, Rob McCallum, llegamos a nuestro barco, bautizado acertadamente como ‘Silver Star’. Elegí estar despierto en los turnos de noche para ver las estrellas en el cielo oscuro. Después de todo, el IM1 podría haberse originado en una de ellas. Si es así, ¿sus emisores siguen vivos? Si es así, ¿podrían estar vivos a la llegada del paquete propulsado químicamente que podríamos enviarles? Si es así, el lanzamiento podría ser financiado por Jeff Bezos a través de Blue Origin como la rama interestelar de los servicios de entrega de Amazon.
El ‘Silver Star’ es de aluminio. Antes de nuestra llegada, el cabrestante y los trineos magnéticos ya estaban colocados en su amplia cubierta. Los trineos y los dispositivos de esclusa están destinados a recoger una fina capa sobre el fondo oceánico en busca de diminutas esférulas de IM1. Tenemos previsto comparar los materiales recuperados en las zonas de control con el lugar de aterrizaje de IM1 para evitar confusiones con partículas procedentes de la actividad volcánica terrestre o de la contaminación de origen humano. En caso de que sólo se erosionara una capa externa de IM1, podríamos ver un resto de gran tamaño en los vídeos de los trineos en nuestra zona de búsqueda.
En mis observaciones de presentación a nuestro excepcional equipo de expedición expliqué la importancia de encontrar una reliquia tecnológica de una civilización extraterrestre. IM1 se desplazaba fuera del sistema solar a mayor velocidad que el 95% de todas las estrellas próximas al Sol, lo que plantea la posibilidad de que su exceso de velocidad fuera producto de la propulsión artificial. El hecho de que IM1 fuera más dura que todas las rocas espaciales conocidas del catálogo CNEOS de la NASA también sugiere que pudo tener un origen tecnológico. Si nuestro analizador de fluorescencia de rayos X identifica una posible composición artificial para el material de IM1, compartiremos esta noticia en la megapantalla de alta definición de Times Square, Manhattan, a la que tuve acceso a principios de esta semana.
Acabamos de embarcarnos en una nave terrestre en busca de las posibles reliquias de una nave extraterrestre. En los próximos dos días experimentaremos con la maquinaria para optimizar su rendimiento. Durante el fin de semana el equipo debería ponerse manos a la obra. De momento, guardaremos el champán en la nevera hasta que encontremos materiales del IM1.
Día 5 (15 de junio de 2023)
Después de 3 horas de sueño, me desperté con el sonido del propulsor de proa que ayuda a nuestra nave, Silver Star, a maniobrar. Elegí mantenerme despierto durante la noche en compañía de las estrellas.
Cuando llegué a la cubierta, el trineo magnético fue bajado por el cabrestante hasta el fondo del océano en un área de control a 1,7 kilómetros de profundidad, a una distancia de 30 kilómetros desde donde los sensores del Departamento de Defensa de los EEUU (DoD) detectaron la brillante bola de fuego del primer meteoro interestelar reconocido, IM1. Saludé al coordinador de la expedición, Rob McCallum, que estaba esperando pacientemente en cubierta lo que nuestro gancho interestelar podría traer.
Mientras esperaba, me dirigí al nivel superior del barco, donde los brillantes Ryan Weed y Jeff Wynn prepararon los instrumentos y procedimientos de análisis de muestras, incluidos microscopios y un analizador de fluorescencia de rayos X. Jeff amplió su dedo con uno de los microscopios digitales. Le prometí que incluiremos su dedo en el Mega Display en Times Square, Manhattan, cuando tuviera un fragmento de IM1.
Y si el fragmento interestelar fuera tecnológico, la imagen también podría presentarse al comité del Premio Nobel. ¡Pero no aumentemos demasiado nuestras expectativas! Por ahora, solo estamos probando el equipo.
Después de media hora cerca del fondo del océano, el trineo magnético fue izado a la cubierta junto con un vídeo de su viaje submarino. Tan pronto como vio el trineo levantado por el cabrestante de la ventana del piso superior, Jeff corrió a la cubierta. Pero no había partículas magnéticas atrapadas en los imanes. Revisamos el trineo a fondo y verificamos que nada estaba pegado a los imanes.
Esto planteó la cuestión de si el trineo realmente llegó al fondo del océano. Para averiguarlo, nuestro increíble instrumentista Rob Millsap, que diseñó los trineos, vio las imágenes de vídeo de las cámaras. Ayer, el trineo no alcanzó el fondo, por lo que Rob añadió mucho plomo para tirarlo hacia abajo. El vídeo de hoy confirmó que el trineo tocó el fondo del océano durante unos minutos. En la reunión del equipo de mañana por la mañana, discutiremos formas de sacarlo de forma estable sobre la superficie. Originalmente, a Rob le preocupaba que nos llevara un par de días llevar el trineo al teatro de operaciones, pero ya casi estamos allí y tendremos un día extra para la búsqueda.
Por ahora, la falta de partículas magnéticas en la región de control es una buena noticia, ya que implica que el fondo del océano está hecho principalmente de barro. Si los fragmentos del meteorito son magnéticos, será más sencillo separarlos de este fondo.
Los miembros del equipo en la cubierta incluían a nuestro coordinador de navegación, Art Wright, que fue coronel en la guerra de Vietnam y dirigió muchas expediciones exitosas después de retirarse de la Marina. Es un hombre de pocas palabras, pero esas palabras a menudo tienen una tremenda perspicacia y sabiduría, que me recuerdan a mi padre. La experiencia le enseñó a Art a filtrar la calidad del contenido y centrarse en las declaraciones que merecen la pena. Antes de ir a la cama después de un largo turno de día, Art me dijo que mañana iremos a obtener otra muestra de control y luego iremos directamente al ojo de buey, la franja a lo largo de la cual esperamos encontrar fragmentos de meteoritos basados en la señal del sismómetro de la isla de Manus de la onda de explosión de la bola de fuego.
Los pequeños fragmentos se ralentizaron rápidamente por su fricción con el aire, ya que la desaceleración se escala con el área y tenían la mayor relación área-masa. Como resultado, esperamos que las partículas más pequeñas de escala milimétrica lluevan directamente de la bola de fuego de IM1. Pero esperamos que los fragmentos más grandes se movieran a lo largo de la trayectoria original del meteorito, creando una franja de escombros. El IM1 voló más rápido y más bajo en la atmósfera que los meteoros típicos, por lo que su campo de escombros debería ser más estrecho. Para encontrar la franja de IM1, le sugerí a Art que también busquemos perpendicularmente en el volumen del margen de error del Departamento de Defensa como una forma eficiente de mejorar nuestras posibilidades de localizar la tira de escombros cuando la crucemos. Art sigue siendo optimista ante la posibilidad de encontrar algo.
Cuando Art se fue a la cama a medianoche, hora local, decidí resumir los últimos acontecimientos en esta entrada de mi diario, antes de correr mientras veo el amanecer. Esta mañana veré, por primera vez, el Sol sobre el horizonte del Océano Pacífico mientras corro por la cubierta del barco las tres millas controladas por el sensor de actividad de mi reloj. Nuestra estrella es buena pero no es diferente de miles de millones de otros reactores de fusión natural, lo que aumenta la esperanza de que no seamos los primeros seres en el universo. Si comprobamos que IM1 tiene origen tecnológico, probablemente tampoco seamos los últimos, porque la flor diente de león produce muchas semillas y mantiene su existencia evitando la catástrofe potencial de permanecer en un único planeta.