Apolo 11: “La semana más grande de la historia del mundo desde la creación”

En el 50 aniversario de la llegada a la Luna, recorremos con Rafael Bachiller las anécdotas y aventuras de aquel gran paso de la humanidad.

Tras permanecer en la Luna durante 22 horas, la tripulación del Apolo 11 regresó a la Tierra el 24 de julio de 1969. Debido a la posible presencia de gérmenes lunares, se obligó a los tres astronautas a permanecer en cuarentena hasta el 10 de agosto siguiente. Entonces debieron sentirse liberados, sin embargo sus vidas nunca volverían a ser como antes.

CONTROL DE ADUANAS

Aunque la cápsula Columbia con los astronautas en su interior tocó el agua del Pacífico el día 24 de julio de 1969, esto no era ni mucho menos el fin del viaje. La capsula amerizó a unos 1500 kilómetros al sudoeste de las islas Hawái, y emergió del agua boca abajo. Afortunadamente esta eventualidad estaba bien prevista y unos flotadores se hincharon de manera automática para que la cápsula recuperara su estabilidad colocándose en posición correcta.

Lo primero era… ¡pasar por el servicio de aduanas! Según el formulario presentado ante las aduanas del aeropuerto de Honolulu, firmado por los tres astronautas, Armstrong, Aldrin y Collins declararon que llegaban a la Tierra con rocas, polvo y otras muestras lunares, y describieron su itinerario como ‘Cabo Kennedy (hoy Cabo Cañaveral) – Luna – Honolulu’.Naturalmente se trataba de una pequeña broma, pero la declaración de aduanas existe realmente.

Extracto de la declaración de aduanas

CUARENTENA

Antes de abrir la escotilla de la nave, los astronautas debieron ponerse unos monos herméticos especiales, de confinamiento biológico, y mascarillas. A continuación, un helicóptero los recogió y los depositó a bordo del portaviones Hornet y allí entraron inmediatamente en el módulo de cuarentena donde deberían permanecer aislados durante tres largas semanas.

En 1969 se desconocía casi todo sobre la Luna. En concreto, no se sabía si su superficie podría albergar algún tipo de vida microbiana que hubiese podido contaminar a los astronautas. Quizás, si existiesen gérmenes lunares, estos podrían ser peligrosos para los seres humanos. No podía descartarse ninguna posibilidad y la NASA no quería correr ningún riesgo de este estilo. Armstrong, Aldrin y Collins debían resignarse al aislamiento y, sin duda, debieron sentirse frustrados por no poder correr a abrazar a sus seres queridos ni festejar el éxito de la misión de manera inmediata.

Armstrong, Aldrin y Collins en el módulo de cuarentena.

El portaviones Hornet desembarcó en Hawái a los astronautas en su módulo de cuarentena tras dos días de viaje y, desde allí, un avión les transportó hasta Houston. Las tres semanas de aislamiento debieron hacerse muy largas. Los astronautas estaban sometidos a análisis médicos exhaustivos. Armstrong y Collins mataban el tiempo jugando a las cartas, pero Aldrin no participaba de este pasatiempo que no era de su agrado. Afortunadamente en su módulo, los astronautas podían disfrutar, por fin, de comida auténtica y podían dormir en camas de verdad. El 5 de agosto Armstrong celebró su 39 cumpleaños tras los cristales, pero con una auténtica tarta.

POR FIN EN CASA

Los astronautas fueron liberados finalmente de su confinamiento el día 10 de agosto a las 21h. Por fin pudieron ir a abrazar a sus familiares, por fin en sus hogares quizás albergaron la esperanza de poder retomar sus vidas habituales.

Sin embargo, se acabó la tranquilidad. Los periodistas los persiguieron hasta casa y ya no dejaron de atosigarles. Comenzó así una época febril con una vuelta triunfal al mundo que incluyó a las esposas de los astronautas y a numeroso personal de apoyo de la NASA. El tour comenzó el 29 de septiembre en México, después París, Berlín, Londres, Roma, Nueva Delhi, Tokio… En total, visitaron 27 ciudades de 24 países en 39 días. En todas las etapas fueron recibidos por multitudes que a menudo superaban el millón de personas. Y, como decimos, esto tan solo fue el principio de esa época febril que se prolongaría durante más de un año, una actividad que acabaría convirtiéndose en insoportable para los tres héroes

Los tres astronautas, por fin en casa

LA SEMANA MÁS GRANDE

Cuenta Eduardo García Llama en el excelente relato de su reciente libro Apolo 11 (Crítica, 2019) que, cuando Nixon recibió a la tripulación del Apolo 11 a bordo del portaviones Hornet, proclamó ante los sonrientes rostros de los astronautas que asomaban tras la pequeña ventana del módulo de cuarentena, que aquélla había sido “la semana más grande de la historia del mundo desde la creación”. Se trataba sin duda, como bien reconoce García Llama, de una hipérbole.

Pero ciertamente la llegada a la Luna supuso para el ser humano un hito histórico de la mayor magnitud. La primera vez que el Homo Sapiens, la especie que se creó y evolucionó en el planeta Tierra, fue capaz de salir de su pequeño mundo para vivir, aunque solo fuese durante unas escasas horas, en otro mundo diferente. Una hazaña sin parangón que marcaría para siempre, y de forma indeleble, el futuro de nuestra especie.

Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.

Neil Armstrong / Apollo 11 / NASA

El Mundo