Anillos que forjaron la historia: poder, leyenda, maldición y muerte
August 17, 2019 El Mundo , NoticiasLos anillos han sido usados en la vida común de las personas durante muchos años como símbolos de unión, de poder, de riqueza, de superioridad o de pertenencia a algún grupo.
Basta pensar en los anillos de compromiso y de bodas, cuyo uso data de los tiempos del Antiguo Egipto, cuando los egipcios los confeccionaban de las hierbas que crecían en las riberas del Nilo, los tejían en forma de círculo y los ponían en el dedo anular de la mano izquierda (porque se creía que por él pasaba una vena que iba directa al corazón, luego conocida como Vena Amoris).
Los egipcios creían que el círculo era eterno, infinito y, por ende, igual lo era el amor. Por lo tanto, el anillo era un símbolo de ello, y se los intercambiaban como regalos de devoción. Los romanos tenían también esa creencia. En la historia popular han existido también anillos que han sido vistos como “malditos”, como el que usó Rodolfo Valentino y que, según la leyenda, le causó la muerte a él y a quienes lo usaron después.
Hoy en día es difícil hablar de anillos sin pensar en el temible “Anillo Único” (también llamado “El Anillo del Poder”) de Sauron, el Señor Oscuro y villano principal de la saga de J.R.R. Tolkien, “El Señor de los Anillos”. Dicho anillo fue creado en secreto para unir y controlar los otros siete Anillos de Poder que fueron distribuidos a las razas habitantes de la Tierra Media.
Tampoco se escapa el Anillo del Nibelungo (una importante historia alemana sobre la cual se basaron Tolkien y el compositor Richard Wagner para escribir las suyas), el anillo mágico que, en la ópera homónima de Wagner, ofrece Wotan, el Rey de los Dioses, a los Gigantes que están construyendo su nueva morada, Valhalla.
Los anillos de los cuales hablaremos a continuación forman parte de la historia, del arte y de la cultura en general. Tras su característico diseño se ocultan historias sorprendentes e intrigantes…
1. El Anillo de Iffland: digno del mejor actor germano
El mundo teatral tiene muchas supersticiones y tradiciones que datan de muchos años atrás: no decir ciertas palabras antes de una presentación, el uso de algunas prendas o colores antes y durante ellas y tantas otras más llenan las historias del teatro. En Alemania existe una tradición que es tan sagrada como polémica: consiste en pasar un anillo, de un actor a otro, únicamente de hombre a hombre. El portador lo lleva de por vida y debe designar a su heredero.
Hablamos del anillo de Iffland, hecho de hierro con 28 diamantes que rodean la efigie del propio Iffland, situada en el centro.
La elección del heredero del anillo no es una decisión trivial: no debe ser cualquier actor, sino alguien muy importante dentro de las artes escénicas en lengua alemana: debe ser “el más importante y el más digno”. No se conocen planes de incluir actrices en la lista de posibles destinatarios, aunque el dueño actual del anillo ha dicho que entre sus opciones para sucesor puede encontrarse alguna mujer.
A la muerte de Bruno Ganz —el gran actor suizo que durante años deleitó audiencias alrededor del mundo con sus interpretaciones en películas como “El cielo sobre Berlín” (Der Himmer Über Berlin) de Wim Wenders, “El hundimiento” (Der Untergang), de Oliver Hirschbiegel, o “Panes y Tulipanes” (Pane e Tulipani) de Silvio Soldini—, surgió un interrogante que mantuvo en suspense al mundo de las artes escénicas alemanas:
Quién era Iffland
August Wilhelm Iffland fue un actor alemán muy influyente del siglo XVIII. Su carrera no se suscribió únicamente a la actuación, también fue dramaturgo, crítico teatral (tan influyente que podía elevar o destruir las carreras de actores con una sola de sus críticas) director y manager de otros actores.
Comenzó a actuar en su juventud y fue tal su talento que estuvo durante mucho tiempo en el Teatro de la Corte Gotha, con Konrad Echof (uno de los actores de habla alemana más respetados en el siglo XVIII) y luego en la Corte Mannheim y Teatro Nacional, bajo la tutela de Wolfgang Heribert von Dalberg, hombre de estado y entonces director del teatro.
August Iffland interpretó durante esos años los papeles más importantes del teatro escritos por los grandes dramaturgos Schiller, Shakespeare y Lessing. En 1796, a los 37 años, partió a Berlín ya siendo el actor más conocido de Alemania. Aparte de ser un dramaturgo excepcional, escribió también sobre el arte de actuar. Iffland pensaba que el actor tenía una “misión nacionalista”, un deber con la “nobleza interna” del carácter, algo que él decía era inherentemente alemana.
Cómo surgió el Anillo de Iffland
Las historias de su origen no son muy claras. Se dice que el mismo actor lo comisionó para una obra de teatro de Lessing llamada “Natán el Sabio”. También se dice que fue el gran Johann Wolfgang von Goethe quien se lo dio él mismo a Iffland, por lo que las circunstancias iniciales en las que el anillo apareció son inciertas.
Si nos apegamos a la historia que señala a Iffland como el creador, el primer portador fue el actor Ludwig Devrient y se dice que lo recibió de la mano de August Iffland en 1814 después de haber tenido la última representación escénica en Berlín, donde moriría poco después. Devrient lo pasó a su sobrino Emil Devrient en 1832 y éste lo usó durante los siguientes 32 años, dándolo a su vez al actor Theodor Döring (1872-1878). Los siguientes portadores fueron Friedrich Haase (1878- 1911), y Albert Bassermann (1911-1952).
Controversias y una maldición
El asunto de la herencia se pone interesante y adquiere un tinte macabro cuando Bassermann anuncia públicamente quiénes serían los herederos del anillo que él había llevado durante 41 años.
Los tres hombres (Alexander Moissi, Max Pallenberg y Alexander Girardi) murieron tempranamente, por lo que Bassermann renunció a llevarlo y, diciendo que era un anillo maldito que debía llevarlo un muerto, lo arroja al ataúd de Moissi justo en el momento en que comenzaban a cremar el cuerpo. Fue el director del Burgtheater quien lo salvó de las llamas.
El nombre de Krauss levantó airadas protestas entre los artistas suizos y austríacos, ya que el actor había tenido vínculos cercanos con los nazis y había trabajado en una película de propaganda antisemita llamada “El judío Suss” (Jud Süß) que había sido comisionada por Goebbels. A pesar de toda la oposición, Krauss poseyó el anillo hasta su muerte en 1959, habiéndose negado a nombrar a un sucesor.
Por este motivo, el Ministerio Austriaco de Educación dictaminó unas pautas por las cuales se regiría la futura elección del heredero del Anillo de Iffland: los destinatarios del anillo deben elegir a su sucesor tres meses después de recibir el anillo y escribir el nombre en un pedazo de papel y meterlo en un sobre que quedará sellado hasta el día de su muerte, cuando se abrirá para conocer al próximo portador. El gobierno austriaco es ahora el ente vigilante de su cumplimiento.
Los últimos portadores del anillo
A la muerte de Werner Krauss, el Ministerio le concede el anillo al actor Josef Meinrad, quien lloró de emoción al saber que era el elegido. Meinrad, nacido en Austria, llevó el anillo hasta que su sucesor, el actor suizo Bruno Ganz, lo recibió en 1996.
Ganz murió a inicios de 2019 y, tras su fallecimiento, se reveló el nombre del actor que éste había escogido previamente: Jens Harzer, un actor alemán muy respetado, de 47 años, miembro del Teatro Thalia en Hamburgo, al cual pertenece desde 2009, y con quien Ganz había compartido escenario en 1996 en una obra en la que eran padre e hijo. Después de la obra, ambos actores desarrollaron una cercana amistad.
Harzer no era conocido internacionalmente debido a que su carrera se había basado en el teatro local y se limitaba a dos papeles en televisión, pero ahora el mundo entero sabe de su existencia por ser el actual receptor del famoso Anillo de Iffland.
“La belleza del anillo es que es una elección subjetiva. Eso lo hace ser casi empático”. -Jens Harzer.
2. El TotenkopfRing: el anillo de la calavera nazi
Los Schutzstaffel (Escuadrones de Protección) o SS, como son más conocidos, fueron creados en 1925 para ser el cuerpo de seguridad personal de Adolf Hitler. El partido nazi llevaba pocos años formado y se necesitaban fuerzas de protección para sus miembros importantes, en especial para Hitler, quien quería un comando que fuese enteramente fiel a sus órdenes.
En 1929, Hitler nombró a Heinrich Himmler como líder de las SS (Reichsführer-SS) y, bajo su mando, con el tiempo las SS evolucionaron de una guardia personal a una especie de estado dentro de otro estado y un comando de élite que sería visto como el ejemplo de la “raza aria” y el futuro del Estado Nazi.
Las SS también se ocuparían de la Solución Final, el programa de exterminio de judíos y gitanos, comunistas y homosexuales a través de los campos de concentración y exterminio que empezaría en Dachau en 1933.
Ehrenring, el anillo del honor de las SS
Las SS tenían toda una serie de condecoraciones y símbolos que llevaban todos sus miembros, o solo algunos, y que contenían espadas, dagas, etc. Entre las condecoraciones más codiciadas se encontraba el Ehrenring (“anillo del honor”), mejor conocido como Totenkopfring (“anillo de la calavera”).
Este era un anillo instituido por Heinrich Himmler en abril de 1934 y diseñado por Karl Maria Wiligut, antiguo militar obsesionado por las historias mitológicas germánicas que se dedicó a estudiar las runas y a editar libros al respecto.
Todos los anillos fueron hechos a mano por joyeros de la firma Otto Gahr, de Munich. Al principio, solo lo recibían los miembros de la Vieja Guardia (aquellos que habían entrado a las SS antes de 1933, es decir, menos de 5.000 personas), y luego se extendió a los otros que llevaran un mínimo de tres años de servicio, como símbolo de unión con el partido, con el Führer, con el desarrollo propio dentro del partido y el futuro del país germánico.
El Anillo de Honor no podía comprarse ni venderse, era una distinción interna que se entregaba en fechas determinadas de promoción. El portador del anillo no debía, bajo ningún concepto, quitárselo nunca. Debía ser usado en el dedo anular de la mano izquierda igual que el anillo de bodas, simbolizando la unión del portador con las SS.
Si la persona muriese en batalla, renunciara, fuera despedida o retirada del servicio, el anillo debía ser removido y devuelto a las SS junto con su carta de distinción. Los anillos eran registrados en la Dienstaltersliste, la Lista de Antigüedad de los Oficiales, por lo que todos sabían quiénes tenían uno y quiénes no.
Origen y simbología del TotenkopfRing
Heinrich Himmler creía que era una reencarnación del rey Henry El Pajarero, monarca fundador de la dinastía Otoniana y del primer estado medieval alemán (el Primer Reich). Himmler estaba enloquecido buscando las raíces mitológicas que unieran a la superior raza aria con los antiguos dioses paganos germánicos y, para ello, tenía bajo su mando un ejército de expertos (aunque no todos lo eran) en antropología, lingüística, mitología, arqueología y musicología, agrupados en una organización llamada Ahnenerbe (“Herencia Ancestral” en español), que luego se anexó a las SS.
El mismo Wiligut, experto en runas, tenía delirios y decía que descendía de reyes-dioses antiguos. De las historias y leyendas mitológicas germánicas y antiguos poemas tomó Himmler la idea de crear esta joya. Fanático de Richard Wagner, la historia del El Anillo del Nibelungo le fascinaba, al igual que el anillo de plata pura que llevaba Thor, sobre el cual se hacían juramentos importantes.
La calavera, o cabeza de la muerte, era una imagen que aparecía ya en 1740, en las vestimentas fúnebres del rey de Prusia, Frederik William I. De ahí en adelante apareció en los uniformes negros de los húsares y del Tercer Batallón de Infantería (1809). En la Primera Guerra Mundial, la Totenkopf fue la insignia de un comando lanzallamas y tanquero del ejército alemán. A partir de 1918 volvería a encontrarse en las calles alemanas y, a partir de ahí, diversos grupos armados la tomarían como insignia, como lo hicieron las SS, quienes modificaron y personalizaron el diseño.
El anillo era de plata pura y tenía un diseño de hojas de roble en toda su extensión (el roble era uno de los árboles sagrados de los antiguos pueblos paganos germánicos), con una calavera en el centro y las runas Sig dentro de un triángulo (dos runas Sig que simbolizaban el éxito y la buena fortuna).
Seguía la Heilszeichen, diseñada por las SS, una esvástica formada por dos runas Ur y una combinación de runas Tyr y Os (simbolizando la vida eterna. La runa simboliza también la salud y la victoria) dentro de un círculo que era el círculo de la vida, y la runa Hagall dentro de un hexágono (simbolizaba la fuerza ante los obstáculos).
Por dentro tenía grabadas las letras “S.lb”, abreviatura de “Seinem lieben” (“Al Querido”) que eran sucedidas por el apellido del receptor del anillo, la fecha en que se lo entregaron y un duplicado de la firma de Himmler. Se entregaba junto a unas palabras escritas por Himmler donde hablaba del compromiso del portador con las SS, el partido, el pueblo germánico y el pasado glorioso que el Nacional Socialismo buscaba restaurar.
Los prisioneros de los campos de concentración no solo temblaban de terror al ver a un oficial de las SS. El anillo con la calavera era un símbolo de la muerte que reinaba en todas partes. Igualmente ocurría con el resto de la gente: el anillo inspiraba auténtico miedo y terror.
Los anillos que desaparecieron sin dejar rastro
Los Anillos de Honor dejaron de hacerse en 1944 y las promociones y presentaciones se detuvieron. Himmler exigía que los anillos retornados fuesen llevados al castillo de Wewelsburg —que fungía como una especie de cuartel general de las SS, centro de investigación, sitio de reunión de las SS y el Schrein des Inhabens des Totenkopfringes, (“Santuario de los Portadores del Anillo de la Calavera”)—, donde serían sellados y enterrados en un sitio secreto para así evitar que cayesen en manos enemigas. Nunca se han encontrado esos anillos.
Hoy en día, igual que en aquellos tiempos, hay réplicas del Anillo del Honor. Se pueden comprar online en tiendas de coleccionista o tiendas militares especializadas, incluso hay algunas que aseguran tener anillos originales. Otras ofrecen servicios de tasación y validación. Este anillo es un artículo muy buscado por los fanáticos de la historia militar, de la Segunda Guerra Mundial, y de las SS.
Anillos del honor en cifras
- Anillos entregados entre 1939 y 1944: 14.500 unidades.
- Enero de 1945, el 65% había sido recuperado y enterrado en Wewelsburg.
- 10% perdido en batalla.
- 26% aún en las manos de sus dueños o desaparecidos sin dejar rastro alguno.
- Al final de la guerra, se cree que al menos 3500 anillos estaban en circulación.
3. El anillo de Claddagh
El anillo de Claddagh es uno de los símbolos de Irlanda, muy conocido debido a que reyes, reinas, princesas, actores y actrices de renombre lo han utilizado.
Su diseño (dos manos entrelazadas que sostienen un corazón con una corona encima) viene de los antiguos Anillos Fede romanos, que se usaban como símbolos de amor, fidelidad y amistad. Cada uno tiene un significado: las manos unidas simbolizan amistad, el corazón, amor y la corona lealtad y fidelidad.
El anillo de Claddagh es una de las posesiones más preciadas de los irlandeses, en especial de quienes huyeron de su país en los tiempos de la Gran Hambruna y los llevaron consigo como parte importante de sus vidas, como herencias familiares y, en ocasiones, como única posesión terrenal y vínculo con su patria y cultura.
Las leyendas sobre el anillo de Claddagh
Existen varias leyendas sobre el origen y la creación de este anillo. Una de ellas cuenta la historia de un joven pescador llamado Richard Joyce que vivía en la aldea pesquera de Claddagh, en Galway, Irlanda. Un día, Richard se fue a navegar y se dirigió a las plantaciones de las Indias Occidentales, siendo capturado por piratas y llevado a Argelia. Allí fue vendido como esclavo y fue comprado por un rico orfebre moro, quien le entrenó en el oficio.
Richard pasó años en Argelia convirtiéndose en un excelente orfebre. Tal era su absoluta destreza que su amo le ofreció darle la mitad del negocio y a su hija en matrimonio, pero él declinó la oferta porque siempre tuvo la esperanza de regresar a su tierra.
Luego, en el año 1689, hubo una amnistía y el rey William II exigió la liberación de todos aquellos esclavos que fueran súbditos de su reino. Richard decidió regresar a Galway con la esperanza de que su amada aún le estuviera esperando. Para su suerte, así fue y, al casarse, él le obsequió con el anillo que había hecho con pequeñas piezas de oro mientras estaba esclavizado en Argelia.
Una vez en la aldea, se estableció como orfebre y se dice que creó muchos anillos como ese. Algunos detalles de la historia difieren en cuanto al regreso de Richard a Claddagh y a su estatus en Argelia, pero todos coinciden en que regresó y se casó con su novia.
Otra historia sobre el origen del anillo de Claddagh es la de Margaret Joyce, perteneciente a la familia Joyce, también de la aldea de Claddagh. En el siglo XVI, Margaret se casó con un rico español llamado Domingo de Rona quien, al morir, le dejó en herencia toda su fortuna.
Con ese dinero ella comenzó a hacer grandes obras de caridad en la aldea y a construir puentes en la provincia de Connacht. Se dice que un águila voló un día y dejó caer un anillo de Claddagh en su regazo, como agradecimiento a su enorme bondad.
Diferentes usos, diferentes significados
La manera en que se use el anillo indica el estado civil de la persona:
Los solteros deben llevarlo en la mano derecha con el corazón hacia afuera. Si se está en una relación, hay que llevarlo en la mano derecha igualmente, pero con el corazón hacia adentro.
Si la persona está comprometida, el anillo debe ir en su mano izquierda con el corazón hacia afuera, y si está casada, en la misma mano, pero esta vez, el corazón debe apuntar hacia adentro.
Usar el anillo de Claddagh es una bonita tradición irlandesa que ha trascendido fronteras y culturas y ha unido a mucha gente alrededor del mundo en un mismo símbolo de amor, lealtad y amistad.