Alimentos en peligro de extinción
June 8, 2018 Bienestar , NoticiasRecientes investigaciones apuntan que si no se pone freno al cambio climático, la producción de plátanos, aguacates, fresas, café y otros alimentos será muy escasa o incluso desaparecerá.
En diciembre de 2015, la revista científica PLOS Patogens anunciaba que un hongo muy agresivo llamado tropical race 4 (TR4) podría borrar de la faz de la Tierra a una de las frutas más populares y nutritivas que existen en el mundo: el plátano. El TR4 es una potente mutación de la temida enfermedad de Panamá, también llamada fusariosis del banano, provocada por el hongo Fusarium oxysporum, que ataca las raíces de algunas variedades de esta planta. Concretamente el ataque del TR4 va directo hacia la variedad cavendish, a la que pertenecen el 99 % de los plátanos que se venden en los países desarrollados. La práctica del monocultivo, o lo que es lo mismo, la falta de diversidad en esta especie frutal, puede tener consecuencias desastrosas. Porque una vez que el TR4 llega a un campo platanero, la única opción que cabe es erradicar todas las plantas y comenzar de nuevo.
En cuanto al vino, está peligrosamente marcado por el clima. Probablemente en 2090 no habrá vinos hechos con merlot, ni cabernet-sauvignon, ni chardonnay ni syrah, por el cambio climático. “La viña es una planta perenne y se ve muy afectada por el clima, ya que no se puede sembrar cada año”, dice Iñaki García de Cortázar, ingeniero del Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia. En los últimos treinta años, en los viñedos europeos se ha detectado un adelanto de dos semanas para la floración y de un mes para la vendimia. Además, la composición de la uva también ha cambiado: “En la mayoría de los viñedos franceses ha habido un aumento del azúcar que corresponde a casi un grado de alcohol cada diez años. A la vez han perdido entre 0,5 y 1 g/l de acidez”, aclara García de Cortázar. El problema es que solo diez variedades cubren el 40 % del viñedo mundial y en algunos países, como Nueva Zelanda y China, una sola ocupa más del 80 % de la superficie de este cultivo. Dichas variedades no representan la biodiversidad de la vid ni “son las que mejor usan el agua; son solo las más comercializadas”. Como no se prueban uvas nuevas, el consumidor se acostumbra a tomar solo las que conoce. La solución pasa por estudiar variedades olvidadas para identificar alguna que pueda adaptarse a las condiciones futuras.
En general, los alimentos que más apuros van a pasar en el futuro son, por un lado, los productos agrícolas muy localizados o muy especializados, “porque tendrán menos capacidad de adaptación. Es el caso del café, del cacao y del té, que tienen zonas de producción con condiciones climáticas muy específicas”, dice Iñaki García de Cortázar. Pero también pinta mal la cosa para esos “cultivos en los que casi solo se utiliza una variedad, como la banana y el kiwi, o unas pocas, caso de la vid”. Si irrumpe una enfermedad o un clima extremo y repetitivo, será un desastre.
Repensar la agricultura
Los expertos en biodiversidad y especies vegetales amenazadas trabajan para poder adaptarse a las condiciones futuras. “Lo principal es repensar la agricultura, salir de la superespecialización de la producción para volver a una diversificación que permita resistir las situaciones extremas, aunque será un cambio costoso que puede llevar mucho tiempo —apunta García de Cortázar, quien piensa que hay motivos para estar alarmados—. Las emisiones tienen que disminuir en menos de diez años si no queremos llegar al peor escenario posible. El CO2 que hay ahora en la atmósfera no es fruto solo de nuestras propias emisiones, sino de las de nuestros padres y abuelos. Una molécula de CO2 se queda en la atmósfera durante un siglo. El futuro de los cultivos dependerá de lo que hagamos y decidamos como sociedad en los próximos años. Si aplicamos los objetivos de la Conferencia de París sobre el Cambio Climático, podremos estabilizar la situación en 2050”.