Agua con limón, ¿realmente ayuda a adelgazar?
February 15, 2020 UncategorizedLa dieta del agua con limón promete activar nuestro metabolismo, modificar nuestro pH, limpiar nuestras toxinas y mejorar enormemente la velocidad con la que vamos a perder peso. ¿Por qué? Ahí está el quid de la cuestión.
Sin embargo, la falta de explicación no ha frenado ni un ápice el que esta nueva moda se haya inflamado como la pólvora, extendiéndose por Internet a una velocidad vertiginosa. ¿Pero, qué hay detrás de ella?
¿De dónde viene la dieta del agua con limón?
Probablemente, la primera dieta que popularizó la limonada (el agua con limón) como agente principal fue la conocida como Master cleanse, una dieta que sustituye todos los alimentos sólidos por té y agua con limón, sirope de arce y cayena. A partir de esta dieta, que fue vista por primera vez en 1976, en The Master Cleanser, de Stanley Burroughs.
Ya en tiempos más modernos, varios autores, ninguno dietista/nutricionista, por cierto, han rescatado esta “dieta” con modificaciones y afirmaciones completamente infundadas al respecto. Actualmente, la mayoría de “beneficios” recogidos en las oscuras salas de Internet aseguran que “un vaso de agua con limón en ayunas ayuda a activar el metabolismo”, que “la sangre alcalina es buena para eliminar toxinas (sic)” o que “los nutrientes aportados por el cítrico son beneficiosos para el organismo”.
De estas tres, escogidas de manera general ya que resumen los todopoderosos beneficios atribuidos a la limonada casi por completo, solo la primera habla de la cuestión con la que comenzábamos: perder peso. La dieta, en concreto, como explicábamos, sustituye todos los alimentos por esta bebida durante, al menos 10 días seguidos, junto con el té y agua con sal, convirtiéndose en una dieta hiperrestrictiva, hipocalórica extrema y, en definitiva, terriblemente peligrosa.
Claro que funciona, ¿cómo no va a funcionar?
Si dejamos de comer y solo bebemos limonada, no hace falta hacer ningún estudio para entender que en apenas una semana perderemos peso. La cuestión es a qué precio. La dieta del agua con limón es una de las dietas milagrosas de manual. Promete una pérdida rápida, sin apenas esfuerzo. A cambio, lo que obtendremos a largo plazo es un terrible efecto rebote eso si no sufrimos otros efectos secundarios.
Por ejemplo: fatiga, náuseas, mareos, pérdida de masa muscular y un mayor riesgo de ataque cardíaco. Si se vuelve un hábito consistente, la dieta del agua con limón puede terminar por producirnos una malnutrición importante ya que la limonada, prácticamente, no nos aporta casi nada aparte de algunas pocas sales minerales (y sodio y potasio en exceso), azúcares libres, algo de vitamina C y otros antioxidantes en cantidades ridículas.
Activadora, detox, alcalinizante y otros superpoderes inventados
A partir de la dieta de Burroughs, otros se han subido al carro usando y aprovechando los principios propuestos por el agua con limón. Un ejemplo perfecto es la moda de tomar el agua con limón en ayunas. Este cómodo sustituto al ayuno completo promete ayudar a adelgazar. Su base es que el limón, en ayunas, “activa” las mitocondrias, el orgánulo encargado de quemar grasa y producir energía.
No existe ninguna evidencia de esto, o de que mejore el metabolismo ni de nada por el estilo. Esta es una idea sin fundamento, y, por tanto, podemos considerarla una afirmación falsa. Otra habilidad atribuida al zumo de limón es la de detoxificar el cuerpo. Esto se produciría gracias a los increíbles poderes de los flavonoides, la vitamina C o cualquier otro componente del cítrico.
En primer lugar, el limón es ácido. El ácido ascórbico (la vitamina C), el ácido cítrico, los principales modificadores del pH en el zumo de limón, son, como su nombre indica, ácidos. ¿Cómo podría modifican el pH de la sangre para ser justo lo contrario, alcalina? No existe ningún tipo de indicio, y mucho menos evidencia, de que tomar zumo de limón aumente el pH de la sangre. Es algo prácticamente imposible, gracias al cielo. El pH sanguíneo es bastante delicado y muchas de las funciones de transporte de nutrientes, o de oxígeno, dependen de ligeros cambios en este pH.
Un ejemplo es el efecto ácido que tienen los músculos cuando están en plena acción, lo que produce una liberación más sencilla del oxígeno, lo que ayuda a mantener la actividad muscular. ¿Entonces contrarrestaríamos los efectos de una hora de ejercicio intenso gracias a un vaso de zumo de limón? Parece poco probable y, desde luego, nada nos indica que esto sea así.