Aclarado el misterio de los millones de pozos submarinos repartidos por todos los océanos

Se forman cuando las marsopas agitan los sedimentos buscando peces, y no por escapes de fluidos.

Gran número de marcas de viruela en el fondo del mar de Barents. / Mareano.

Los misteriosos agujeros que se forman en el fondo del mar se originan por la acción de las marsopas cuando agitan los sedimentos buscando unos peces parecidos a anguilas llamados lanzones, que forman parte de su dieta. Esos pozos de alimentación aumentan de tamaño por la dinámica marina y se convierten en las marcas de viruela submarinas o pockmarks que han intrigado a los científicos. El descubrimiento puede ayudar a evaluar los riesgos ecológicos relacionados con la expansión de las energías renovables en el sector marino.

Una investigación interdisciplinar compuesta por científicos de varios países puede haber dado la clave de un misterio marino que intriga a los científicos.

Se trata de una serie de pozos o agujeros misteriosos conocidos como marcas de viruela del fondo del mar, aunque también se las llama “pockmarks“.

Estas marcas se han encontrado en todo el mundo y pueden variar de tamaño. Están ampliamente distribuidas en grandes áreas del fondo marino, de alrededor de 380 kilómetros cuadrados, que incluyen llanuras y paleocanales.

En España se pueden observar en el Canal de Mallorca (situado entre Mallorca y las islas de Ibiza y Formentera), Cabo de Palos y Cabo Tiñoso (ambos en Cartagena) o Cap Bretón, frente a las costas del País Vasco. Son cóncavas, similares a cráteres, y se forman, según se ha creído hasta ahora, cuando los fluidos (líquidos y gases) escapan y erupcionan a través del lecho marino.

Explicación alternativa

Sin embargo, una nueva investigación, en la que han participado geocientíficos de la Universidad Christian Albrechts de Kiel (CAU), junto con colegas de biología y oceanografía, sugiere una hipótesis alternativa para la formación de esas marcas de viruela.

Este estudio examinó las depresiones parecidas a cráteres en el fondo del Mar del Norte y ha podido demostrar que ocurren en conexión directa con el hábitat y el comportamiento de las marsopas y los peces conocidos como lanzones. Eso significa que no se forman por fluidos ascendentes, como se pensaba hasta ahora.

El lanzón es un pez pequeño parecido a una anguila que vive la mayor parte del año enterrado a poca profundidad en el sedimento. El lanzón no sólo es popular en la pesca, sino que también lo consumen las marsopas en grandes cantidades.

Removiendo el fondo

Las depresiones submarinas se producen cuando las marsopas buscan alimento y remueven los fondos marinos para devorar a los lanzones: se ha comprobado, mediante el análisis del contenido estomacal de marsopas varadas, que son un importante componente de su dieta.

En su estudio, los investigadores pudieron demostrar que las marsopas dejan hoyos en el fondo marino cuando buscan lanzones enterrados. Estos hoyos son similares a las conocidas marcas de viruela, pero mucho más planos, por lo que los autores de esta investigación los han denominado pozos.

El equipo de investigación supone que los pozos de alimentación iniciales sirven como núcleo para la limpieza y eventualmente se convierten en pozos más grandes que forman las misteriosas marcas de viruela submarinas.

Teniendo en cuenta la inmensa cantidad de megafauna en el océano que caza presas bentónicas, esta macrobioturbación tiene un enorme potencial para remodelar el fondo marino, modular el transporte de sedimentos y el suministro de nutrientes y, en última instancia, impactar los ecosistemas asociados a escala global, escriben los investigadores en su artículo.

Enfoque interdisciplinar

La clave de este hallazgo fue un enfoque interdisciplinar que reunió investigaciones geológicas, mediciones de sonar geofísico, biología del comportamiento y nutrición de los vertebrados, evaluación satelital y análisis oceanográficos.

Mediante el análisis preciso de millones de datos obtenidos por ecosondas y recopilados por buques de investigación alemanes, los investigadores pudieron localizar estos inusuales pozos.

En el Mar del Norte, los investigadores identificaron 42.458 de estos pozos poco profundos, de formas enigmáticas y con una profundidad media de sólo once centímetros, cuya morfología se distingue claramente de los cráteres más cónicos de las marcas de viruela.

Impacto global

Este hallazgo tiene consecuencias globales. La recolección de sedimentos por parte de los vertebrados oceánicos podría modular el fondo marino a escala global e influir en los ecosistemas bentónicos, consideran los investigadores.

Sólo en la zona de estudio, el nueve por ciento del fondo marino está cubierto de fosas. Las estimaciones iniciales de volumen muestran que se han reubicado 773.369 toneladas de sedimentos en un área de 1.581 kilómetros cuadrados. Eso es aproximadamente el peso de medio millón de automóviles.

“Nuestros resultados tienen una importancia de gran alcance desde una perspectiva geológica y biológica. Pueden ayudar a evaluar los riesgos ecológicos relacionados con la expansión de las energías renovables en el sector marino y, por lo tanto, también mejorar la protección del medio marino”, destaca el autor principal de esta investigación, Jens Schneider von Deimling.

Referencia

Millions of seafloor pits, not pockmarks, induced by vertebrates in the North Sea. Jens Schneider von Deimling et al. Communications Earth & Environment, volume 4, Article number: 478 (2023). DOI:https://doi.org/10.1038/s43247-023-01102-y

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