Sistema portátil para conversar con un ordenador sin tener que hablarle con voz audible

Unos investigadores han desarrollado un sistema de conexión con un ordenador que puede transcribir palabras en cuya verbalización un usuario se concentre aunque sin llegar a pronunciarlas realmente en voz alta.

El sistema consiste en un dispositivo que se puede llevar puesto encima y un sistema de computación asociado. Unos electrodos en el aparato recogen las señales neuromusculares en la mandíbula y la cara que se activan durante las verbalizaciones internas (cuando “hablamos para nosotros”, mentalmente) pero que son indetectables para el ojo humano. Las señales son introducidas en un sistema de aprendizaje automático que ha sido adiestrado para correlacionar señales concretas con palabras particulares.

Arnav Kapur en una demostración del sistema. / Lorrie Lejeune / MIT

El dispositivo, obra del equipo de Arnav Kapur, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, incluye también unos auriculares de conducción ósea, que transmiten vibraciones a través de los huesos de la cara hacia el oído interno. Dado que no obstruyen el canal auditivo, los auriculares permiten que el sistema transmita información al usuario sin interferir en su captación de sonidos externos.

Este es por tanto un sistema de computación con interfaz silenciosa que permite al usuario plantear y recibir, de forma indetectable para terceros, respuestas a problemas del tipo de los que normalmente se le dan a resolver a ordenadores. Por ejemplo, en uno de los experimentos los participantes usaron el sistema para informar silenciosamente de los movimientos de su oponente en una partida de ajedrez, y de la misma manera silenciosa, recibir recomendaciones sobre la mejor jugada realizable contra el adversario con ocasión de cada movimiento efectuado por este.

La verbalización interna, o “subvocalización”, como interfaz computacional es un terreno mayormente inexplorado. El primer paso de Kapur y sus colegas fue determinar qué puntos de la cara son el origen de las señales neuromusculares más fiables. Así que llevaron a cabo experimentos en los que se pidió a los mismos sujetos subvocalizar las mismas series de palabras cuatro veces, con un conjunto de 16 electrodos situados en diferentes ubicaciones faciales en cada ocasión.

Los investigadores escribieron un programa para analizar los datos resultantes y encontraron que las señales de siete ubicaciones particulares de los electrodos permitían distinguir de forma reiterada palabras subvocalizadas.

NCYT