El contacto con la naturaleza cambia nuestra percepción del tiempo

La naturaleza puede ayudarnos a reparar nuestra deteriorada relación con el tiempo.

Un paseo por el bosque puede permitirnos escapar de la locura de la vida urbana y restablecer una sensación más equilibrada del tiempo. / Bertvthul / Pixabay

Investigaciones recientes y en particular un nuevo estudio han demostrado que la naturaleza puede regular nuestro sentido del tiempo: estar en ámbitos naturales puede cambiar la forma en que experimentamos el tiempo y, tal vez, brindarnos la sensación de abundancia de tiempo que las exigencias de la vida contemporánea suelen reducir drásticamente.

Una nueva investigación publicada recientemente en la revista People and Nature concluye que un contacto más estrecho con entornos naturales como parques, plazas, huertos o bosques puede contribuir a “sanar” la compleja relación con el tiempo que sufre el ser humano contemporáneo, aquejado por las exigencias desmedidas de una vida urbana y una lógica económica que lo alejan de los ritmos naturales que regulan el tiempo.

Diferentes percepciones del tiempo

De acuerdo a un artículo publicado en el blog de People and Nature por el autor del estudio, el psicólogo Ricardo Correia, de la Universidad de Turku, en Finlandia, “el tiempo juega un papel central en la salud y el bienestar humanos. Los estilos de vida están cada vez más desconectados de la naturaleza y de sus dinámicas cambiantes”, indicó el científico.

“En la práctica, el reloj fijo regula los estilos de vida. Como resultado, el valor percibido del tiempo en las sociedades contemporáneas ha cambiado, lo que ha provocado variaciones importantes en la forma en que los seres humanos estructuran y utilizan el tiempo”, agregó Correia en el texto. En ese sentido, un artículo publicado en The Conversation por Ruth Ogden, de la Universidad John Moores de Liverpool, y Jessica Thompson, de la Universidad de Salford, ambas en el Reino Unido, explica los alcances del trabajo de Correia y lo relaciona con otros estudios similares.

Por ejemplo, Ogden y Thompson citan una investigación publicada en 2020 en Applied Cognitive Psychology en la que los voluntarios experimentaron que percibían que el tiempo pasaba más lentamente mientras realizan tareas en entornos verdes naturales, en comparación con entornos urbanos. De esta manera, las conclusiones de este estudio y del trabajo de Correia muestran que la naturaleza parece ralentizar y ampliar nuestro sentido del tiempo.

Una relación más natural y saludable con el tiempo

Como la percepción humana del tiempo es muy subjetiva y depende de factores internos y externos, Correia sostiene que cada vez existe más literatura científica que sugiere que las experiencias en la naturaleza pueden desempeñar un papel clave en la configuración de nuestra percepción de los cambios temporales. Como consecuencia de esto, la naturaleza puede brindarnos una sensación de “abundancia de tiempo” que, en el entorno urbano, experimentamos como una carencia.

En otras palabras, si en el transcurrir de la vida urbana contemporánea sentimos que el tiempo se acorta y no alcanza, el contacto con entornos naturales puede aportarnos una sensación de amplitud temporal que hemos olvidado. Al centrarnos demasiado en lo inmediato, hemos perdido la relación con los ritmos de la naturaleza, que suceden en un espacio continuado y más extenso, aunque no exento de cambios.

Para concluir, Correia indica que “aunque se requieren más investigación para validar la relación entre las experiencias en la naturaleza y nuestra percepción subjetiva del tiempo, dicho conocimiento puede resultar invaluable para maximizar los efectos potencialmente restauradores de la naturaleza en el bienestar humano”. Con ese objetivo, propone que el diseño urbano, la planificación del transporte y otras áreas que definen la calidad de la vida urbana contemporánea tengan en cuenta estos nuevos conocimientos científicos.

Referencia

Acknowledging and understanding the contributions of nature to human sense of time. Ricardo A. Correia. People and Nature (2024). DOI:https://doi.org/10.1002/pan3.10601

EPE