Aprendemos antes a razonar de forma lógica que a hablar
September 12, 2023 Bienestar , NoticiasNiños y niñas de 19 meses ya aplican un pensamiento lógico natural.
¿Cómo aprendemos a hablar durante la infancia o cómo adquirimos conocimientos sobre el mundo que nos rodea? Las interacciones sociales de los niños y niñas más pequeños en su entorno social y familiar y en los centros educativos contribuyen a ello, pero no explican por si solos el proceso de aprendizaje. Un pensamiento lógico natural, que se manifiesta desde edades muy tempranas y no depende de los conocimientos lingüísticos, también facilita el proceso de aprendizaje, según un estudio liderado por el Center for Brain and Cognition de la UPF y cuyos resultados se acaban de publicar este viernes, 1 de septiembre, por la tarde en la revista Current Biology.
El estudio se centra en una cuestión que aún genera debate entre los neurocientíficos: si los niños y niñas pequeños que no han aprendido a hablar (o están desarrollando el habla) son capaces de razonar lógicamente. Ante esta incógnita, esta investigación pionera demuestra que este razonamiento lógico natural existe al menos desde los 19 meses de edad, no depende de los conocimientos lingüísticos y se desarrolla principalmente a través de la estrategia de la exclusión por eliminación. Es decir, ante una realidad desconocida, los niños y niñas pequeños tratarían de analizarla y llegar a alguna conclusión al respecto, a través del descarte de las opciones que, de acuerdo con su nivel de conocimiento en cada momento, no son posibles.
Los resultados del artículo se exponen en el artículo titulado The scope and role of deduction in infant cognition, elaborado por Kinga Anna Bohus, Nicolo Cesana-Arlotti, Ana Martín-Salguero y Luca Lorenzo Bonatti. El investigador principal, L.Bonatti (ICREA), es el director del grupo de investigación Reasoning and Infant Cognition (RICO) del Center for Brain and Cognition (CBC) de la UPF, al cual también pertenece Kinga Anna Bohus (autora principal). N. Cesana-Arlotti y Ana Martín-Salguero, anteriormente vinculados al CBC de la UPF, actualmente son investigadores en la Universidad de Yale (EEUU) y en la École Normale Supérieure de París, respectivamente.El estudio analiza la importancia de dos estrategias de los niños y niñas de edades tempranas para enfrentarse a las incertezas: la asociación y la exclusión (o disyunción por eliminación). La primera estrategia implicaría que los niños, al escuchar una palabra nueva que puede referirse a dos objetos desconocidos que están viendo, asocien mentalmente el término a cada uno de ellos. Posteriormente, asociarían el término con el objeto con el que les encajara mejor esta denominación. La segunda estrategia (exclusión) explica cómo, a partir de un razonamiento lógico por eliminación de alternativas, un niño o niña pequeño puede aprender una nueva palabra. Por ejemplo, si ve dos objetos (A y B) y escucha un término desconocido que sabe que no es de A (porque conoce el nombre de A), determinará que es la denominación de B. Esta es la estrategia predominante, según los resultados del estudio.
El equipo de investigación ha realizado dos experimentos diferentes. En el primero de ellos, han participado 61 niños y niñas de 19 meses (26 monolingües y 35 bilingües). En el segundo, la muestra la han formado 33 participantes de esta misma edad (19 monolingües y 14 bilingües). El análisis de ambos grupos era fundamental para determinar si los procesos deductivos dependen de las experiencia lingüística.
En el primer experimento, se mostraban dos objetos a los participantes, que tenían que relacionar con alguna de las palabras que escuchaban, a través de diferentes pruebas. En la primera de ellas, tenían que observan dos objetos que conocían (por ejemplo una cuchara y una galleta) y, al escuchar un término (por ejemplo cuchara) asociarlo a uno de los dos. En la segunda prueba, se mostraba a los niños pequeños un objeto que conocían (por ejemplo una manzana) y otro que desconocían (por ejemplo, un carburador), y escuchaban la palabra correspondiente al objeto conocido (manzana), que tenían que identificar. La tercera prueba era igual que la segunda, excepto por el hecho que el término escuchado correspondía a la palabra desconocida (siguiendo con el ejemplo anterior, carburador).
En el segundo experimento, se usaban dos objetos o seres animados (por ejemplo, un paraguas y la figura de un chico), asociados cada uno de ellos a un sonido. Posteriormente, se cubrían los dos objetos de modo que el niño no los veía y uno de ellos se metía en una copa. Al descubrirlos, sólo veía uno de los dos objetos y debía adivinar, por eliminación, cuál se encontraba dentro de la copa. En una prueba posterior (con los dos objetos cubiertos y sin variar su posición), escuchaba el sonido asociado a uno de ellos y se analizaba si dirigía la mirada hacia el objeto correcto.
En todas estas pruebas, se evaluaban los patrones del movimiento de su mirada. Por ejemplo, al hacer un razonamiento por exclusión, lo que hacen los niños y niñas pequeños es dirigir la mirada al objeto A y, si descartan que el término que han escuchado se refiera a él, entonces giran la mirada hacia B. Es lo que se conoce como estrategia de doble revisión.
La autora principal de la investigación, Kinga Anna Bohus, resume así las principales conclusiones del estudio: “Hemos analizado la presencia del concepto de disyunción lógica en lactantes de 19 meses. En una tarea de mapeo de palabras referentes, tanto los bebés bilingües como los monolingües muestran un patrón de inspección oculomotora que previamente se había encontrado como un sello distintivo del razonamiento disyuntivo en adultos y niños”.
En definitiva, los resultados del estudio no muestran diferencias relevantes entre el razonamiento lógico de los niños y niñas pequeños monolingües y bilingües, lo que constata que no depende de los conocimientos lingüísticos. Este pensamiento lógico natural podría estar presente antes de los 19 meses de edad, si bien aún no existen suficientes evidencias científicas para demostrar su presencia en edades más tempranas.