Dejemos de pensar que solo usamos el 10% de nuestro cerebro

Los neurólogos están cansados de corregir el mito del poco uso que le damos al cerebro: funciona en su totalidad todo el tiempo.

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En el imaginario colectivo existe la creencia de que el humano solo usa el 10% del cerebro. Cuando esa barrera se supera, habilidades sorprendentes aparecen y la vida mejora. La afirmación usualmente es retomada por películas como Lucy (2014) y Limitless (2011). Neurólogos y psicólogos están cansados de repetir que aquello es falso. El humano usa todo su cerebro todo el tiempo, aunque no con la misma intensidad.

El mito del poco uso del cerebro es en extremo impreciso, indican los expertos. La aseveración no especifica a qué corresponde ese supuesto 10% de uso. Tampoco está claro si la limitación está en el volumen, el metabolismo energético o actividad eléctrica del órgano. Usar la décima parte de cualquiera de las opciones supone olvidarnos de funciones corporales que operan de manera automática. Mantenerse vivo conlleva el uso de todas sus áreas.

El procesamiento visual se realiza en el lóbulo occipital, la coordinación del movimiento voluntario yace en el lóbulo frontal y el registro de los sonidos está en el lóbulo temporal. La región del cerebelo se activa cuando realizamos tareas complejas sin que pongamos atención en ellas. Las tareas del día a día están distribuidas en el kilo y medio de tejido neuronal.

Los neurólogos saben qué regiones se activan en el órgano gracias a la resonancia magnética funcional. La técnica mide los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro. Por normal general, entre más se ocupe una región cerebral, más energía requiere y mayor cantidad de sangre recibe. La profesora de neurociencia evolutiva de la Universidad de Harvard, Erin Hecht, en entrevista para Lives Science compara el mecanismo con el corazón. No hay tal cosa como usar solo el 30% del corazón. El órgano tiene periodos de actividad baja, como cuando dormimos, periodos de alta exigencia física, y es propenso al fallo, si no lo cuidamos.

Las regiones del cerebro no funcionan de manera aislada y no se puede asumir que las funciones del cuerpo habitan en una zona exclusiva, advierten los científicos. Las neuronas, unidades mínimas, del órgano, se comunican unas con otras formando redes eléctricas por todo el tejido y se adaptan según las necesidades del individuo.

Ocupamos todo el cerebro, pero se puede mejorar su eficiencia

Siguiendo la metáfora del corazón, el cerebro se puede entrenar para que determinadas acciones se ejecuten de mejor forma con menos inversión de energía. El órgano también puede crecer. Cuando practicamos una habilidad hasta dominarla, las regiones asociadas a ella se expanden sin que los investigadores tengan clara la explicación. La mejor hipótesis hasta ahora es que la ramificación de neuronas con células vecinas y la mayor irrigación de sangre expanden la masa del órgano.

Por otro lado, si el cerebro funciona al 100% de su capacidad en todo momento, lo mejor que podemos hacer por él es no entorpecer su trabajo. La Organización Mundial de la Salud recomienda seguir una dieta saludable, generar hábitos de sueño normales, recurrir a activación física constante y disminuir el estrés para conservar la salud mental.

Wired