¿Ser listo es lo mismo que ser inteligente? 6 diferencias claves

Seguro que te has dado cuenta de que la gente usa de forma arbitraria los términos «ser listo» y «ser inteligente», sin embargo, no significan lo mismo. En el siguiente texto te describimos sus diferencias.

PourquoiPas / Pixabay

No es lo mismo ser listo que ser inteligente. Se parecen y, en ocasiones, hasta se confunden. Sin embargo, la primera dimensión tiene más que ver con la astucia y esa perspicacia que permite resolver los desafíos cotidianos. Ahora bien, tu inteligencia es un constructo innato que se mide mediante test psicométricos y que define tu capacidad para afrontar problemas más profundos.

Cabe señalar, eso sí, que ambas esferas cognitivas son igual de valiosas. De hecho, una persona lista puede llegar tan o más lejos como alguien con un CI muy alto.

Lo interesante, además, es que siempre puedes potenciar al máximo ese ingenio que no parte de lo biológico y que contribuye a aprender nuevas habilidades para conquistar tus sueños y propósitos. A continuación, te detallamos las principales diferencias entre un plano y otro.

6 razones de por qué no es lo mismo ser listo que ser inteligente

Hay un aspecto del que quizás te has dado cuenta. Vivimos en una sociedad que valora en exceso los test de inteligencia, hasta el punto de dar por sentado que la valía de alguien se mide por este factor. En realidad, la eficiencia, la competencia y el talento de una persona se muestran de maneras no siempre cuantificables.

Así, un primer matiz que te interesará saber sobre este tema es que la persona lista es aquella que aplica de modo eficiente su inteligencia. Dicho detalle es decisivo, porque muchas veces tener un CI de 130 puntos, por ejemplo, no es sinónimo de éxito.

A menudo, las altas competencias intelectuales cursan con fracaso académico e infelicidad. En los siguientes puntos profundizamos un poco más en esta información.

1. Origen y desarrollo

La inteligencia tiene un componente genético. Esto mismo es lo que refieren un estudio publicado en la revista Nature, en el cual, puntualizan que este factor es hereditario y puede predecir resultados educativos y ocupacionales. Es más, se estima que esa heredabilidad está entre el 20 % y el 50 %.

Ahora bien, hay un punto interesante. La inteligencia, como destacó el psicólogo británico Raymond Cattell, se manifiesta de dos maneras: de forma fluida y cristalizada. La primera tiene que ver con esa base genética y neurofisiológica ya señalada, pero la segunda, es la que te permite seguir desarrollándote gracias a la formación y la curiosidad.

Ser listo, por tanto, se relaciona con la «inteligencia cristalizada» y facilita adquirir nuevas habilidades durante toda tu vida. De hecho, ahora, tal y como nos indican desde un trabajo en Journal of Intelligence, este factor es medible con un nuevo instrumento llamado «la prueba C».

2. Aplicaciones de cada una

Si no es lo mismo ser listo que ser inteligente, ¿cómo se aplican cada una de estas esferas cognitivas? ¿De qué manera benefician? Para responder a dichas preguntas, es necesario comprender un detalle. La inteligencia tiene más que ver con tus conocimientos y ser listo con tus habilidades. Lo describimos mejor con los siguientes ejemplos.

¿Qué te permite hacer la inteligencia?

  • Definir la facilidad con la que adquieres conocimientos complejos.
  • Está motivada por la curiosidad y por profundizar en conceptos abstractos.
  • Abordar problemas muy complicados y resolverlos de manera lógica y creativa.
  • Se relaciona con la capacidad para tener infinitos conocimientos de múltiples disciplinas.
  • Dedicar mucho tiempo a la reflexión. Esto puede hacer que te cueste más resolver problemas, porque atiendes los desafíos desde muchos ángulos y perspectivas.

Ser listo y lo que te permite hacer

  • Reaccionar de forma original a las situaciones nuevas.
  • Es una habilidad para resolver problemas de forma rápida.
  • Se relaciona más con encontrar soluciones prácticas a problemas cotidianos.
  • Facilita aprender habilidades y estrategias en lugar de memorizar conceptos.
  • Reaccionar de manera inmediata a los desafíos, aunque dispongas de poca información.
  • Usar de manera muy eficiente tu inteligencia, a pesar de que no presentes un elevado CI.

3. Perspectivas mentales

En un trabajo divulgado en la revista Dialogues in Clinical Neuroscience resaltan que la inteligencia es esa competencia que posibilita razonar, resolver problemas y aprender. Además, integra procesos tan decisivos como la memoria, la percepción, la atención, la planificación y el lenguaje.

Y hay un detalle más. Ser inteligente ofrece una visión amplia de la realidad para pensar a largo plazo. Hay una proyección hacia el futuro, sitúas la mirada en ese horizonte lejano con el objeto de anticipar eventos o problemas ante los que actuar.

Ahora bien, ser listo hace que te focalices más en el presente inmediato para tomar decisiones rápidas.

Las personas con altas capacidades intelectuales no siempre alcanzan el éxito profesional y personal. Es común que evidencien mayores angustias existenciales y una tendencia más elevada hacia la preocupación excesiva. Por su parte, los perfiles «listos» son más resolutivos y eficaces a la hora de sacar partido de su inteligencia.

4. ¿Se puede ser listo, pero no inteligente? ¿Y a la inversa?

La persona lista es, por encima de todo, aquella que usa de manera eficiente su inteligencia. No importa que esta última se ubique en los percentiles medios o altos; siempre pondrá en práctica las habilidades más útiles. En todo caso, es importante destacar, una vez más, que el ingenio o la perspicacia se vinculan con la inteligencia cristalizada antes descrita.

Es decir, alguien con un cociente intelectual menor a 85, no desarrollará habilidades tan ingeniosas como otra con un CI de 100. Por otro lado, el hombre o la mujer con una elevada inteligencia sí puede demostrar, en ocasiones, respuestas a los problemas poco eficientes.

Factores de personalidad como el neuroticismo, una baja inteligencia emocional o la tendencia al sobreanálisis o pensamiento excesivo, quizás genere en ellos serios bloqueos. Algo que no suele ocurrir si eres muy listo, sagaz y habilidoso.

5. Creatividad vs. eficiencia

Todos nosotros llegamos al mundo con un gran potencial creativo. Tal y como matizan en un artículo de Intelligencelas personas más inteligentes suelen demostrar una creatividad de alto nivel. En otras palabras, son capaces de aportar ideas, conceptos y propuestas más complejas e innovadoras.

En cambio, la virtud de la persona lista está en su eficiencia para abordar los problemas con rapidez y no tanto en ofrecer propuestas muy originales.

6. El problema de la alta inteligencia

Ser muy inteligente no siempre es sinónimo de éxito ni de felicidad. A veces, las escuelas no detectan al niño con elevadas competencias intelectuales y esto puede abocarlo a la desmotivación y el fracaso escolar. Es más, disponemos de trabajos que relacionan el CI elevado con la predisposición a ciertos trastornos psicológicos.

La soledad, la sensación de desconexión del entorno, el pensamiento excesivo o las crisis existenciales, son factores que, en algunos casos, pueden acompañar a este sector de la población. Aún así, las personas listas son más hábiles en su regulación emocional y proactivas a la hora de buscar soluciones a lo que les angustia.

La importancia de la educación y los entornos estimulantes

Llegados a este punto es posible que te preguntes si es mejor ser listo o inteligente. Ambas dimensiones son igual de relevantes. Con ellas, consigues adaptarte mejor a cualquier circunstancia y resolver con éxito los desafíos. Para conseguirlo, es decisivo estimular la mente y aplicar siempre un enfoque curioso.

Un trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Edimburgo y la Universidad de Texas acota la importancia de la educación para desarrollar al máximo la inteligencia. Cada cual tiene un potencial único que puede alcanzar sus mayores niveles durante la época escolar y académica. Después, los entornos y personas estimulantes facilitarán que aprendas nuevas habilidades.

Por último, ten en cuenta un detalle: la inteligencia emocional es la mejor aliada para impulsar al máximo y de manera efectiva tus competencias cognitivas. Si comprendes y regulas de forma eficaz tus emociones, darás lo mejor de ti en toda circunstancia.