La genética reescribe la historia de la cuna de la civilización occidental

Todos los idiomas indoeuropeos hablados se remontan a los pastores esteparios de la cultura Yamna.

Fresco de un caballo del antiguo reino de Urartu en lo que ahora es Armenia y Turquía. Los nuevos análisis de ADN incluyeron a varios individuos asociados con este reino. reino. / EVGENYGENKIN/ CC BY-SA 3.0

Un amplio estudio paleogenético revela información sobre los patrones de migración, la expansión de la agricultura y el desarrollo del lenguaje desde el Cáucaso hasta el oeste de Asia y el sur de Europa, desde principios de la Edad del Cobre hasta finales de la Edad Media. Todo gira en torno a la cultura Yamna, también conocida como “cultura del sepulcro”.

Durante miles de años, los humanos vivieron, trabajaron y crearon reinos en un área llamada “Arco Sur”, que abarca el sureste de Europa y el oeste de Asia, y que se cree es la cuna de la civilización occidental.

Ahora, una nueva investigación ha examinado 777 genomas humanos antiguos de toda esta región, que abarca 11.000 años de historia, desde las primeras culturas agrícolas hasta la época posterior a la Edad Media.

Esa historia de las poblaciones humanas que vivieron en el Arco Sur se conoce a través de relatos y del arte, pero no ha sido completamente precisa.

Sin embargo, gracias a la arqueología, la paleobiología y la secuenciación del ADN, se pueden crear líneas de tiempo históricas más precisas.

Es lo que ha hecho un equipo internacional de investigadores, que detallan sus resultados a través de tres artículos publicados en la revista Science.

Anatolia esteparia

En el primer artículo, el equipo internacional investiga la patria y la difusión de las lenguas anatolias e indoeuropeas que se hablaban durante el primer y segundo milenio a. C. en Asia Menor.

Los resultados genéticos sugieren que la patria de la familia de lenguas indoanatolias estaba en el oeste de Asia, con solo dispersiones secundarias de indoeuropeos no anatolios de la estepa euroasiática.

En la primera etapa, hace unos 7.000-5.000 años, las personas con ascendencia del Cáucaso se trasladaron al oeste, a Anatolia, y al norte, a la estepa. Algunas de estas personas pueden haber hablado formas ancestrales de lenguas anatolias e indoeuropeas.

Todos los idiomas indoeuropeos hablados (p. ej., griego, armenio y sánscrito) se remontan a los pastores esteparios de la cultura Yamna, con ascendencia de cazadores-recolectores del Cáucaso y cazadores-recolectores del Este, que hace unos 5.000 años iniciaron una cadena de migraciones a través de Eurasia.

Rastro de ADN

Sus expansiones hacia el sur en los Balcanes y Grecia, y hacia el este a través del Cáucaso hacia Armenia, dejaron un rastro en el ADN de la gente de la Edad del Bronce de la región.

A medida que se expandieron, los descendientes de los pastores Yamna se mezclaron de manera diferencial con las poblaciones locales.

El surgimiento de los idiomas griego, paleo-balcánico y albanés (indoeuropeo) en el sureste de Europa, y del idioma armenio en el oeste de Asia, se formó a partir de inmigrantes de habla indoeuropea de la estepa, que interactuaban con la población local, un rastro que se puede rastrear por diferentes formas de evidencia genética.

En el sureste de Europa, el impacto de la cultura Yamna, también conocida como “cultura del sepulcro”, fue profundo y la gente de ascendencia Yamnaya prácticamente completa llegó justo después del comienzo de las migraciones de esta cultura.

Geografía del Arco Sur tal como se describe en esta investigación. Los círculos y cuadrados de colores marcan los sitios donde se encontraron individuos antiguos cuyo ADN se analizó en los estudios. Los puntos amarillos indican genomas estudiados por primera vez. / LAZARIDIS, ALPASLAN-ROODENBERG, ET AL., SCIENCE.

Sorpresa en Arco Sur

Algunos de los resultados más sorprendentes se encuentran en la región central del Arco Sur, Anatolia, donde los datos a gran escala pintan una rica imagen de los cambios ocurridos a lo largo del tiempo.

Los resultados muestran que, a diferencia de los Balcanes y el Cáucaso, Anatolia apenas se vio afectada por las migraciones de la cultura Yamna.

No se puede establecer ningún vínculo con la estepa para los hablantes de lenguas de Anatolia (por ejemplo, hitita, luvita), debido a la ausencia de ascendencia de cazadores-recolectores orientales en Anatolia, en contraste con todas las demás regiones donde se hablaban lenguas indoeuropeas.

En comparación con la sorprendente impermeabilidad de Anatolia a las migraciones esteparias, el sur del Cáucaso se vio afectado varias veces por estos movimientos demográfricos, incluso antes de las migraciones de la cultura Yamna.

Las primeras sociedades agrícolas

El segundo artículo detalla cómo se formaron las primeras poblaciones neolíticas del mundo (hace unos 12.000 años).

“Los resultados genéticos respaldan el escenario de una red de contactos panregionales entre las primeras comunidades agrícolas. También brindan nueva evidencia de que la transición neolítica fue un proceso complejo que no ocurrió solo en una región central, sino en Anatolia y en el resto del Cercano Oriente”, explica Ron Pinhasi, uno de los firmantes de este artículo.

Recoge los primeros datos de ADN antiguo de agricultores del Neolítico anterior a la cerámica del lado del Tigris en el norte de Mesopotamia, tanto en el este de Turquía como en el norte de Irak, una región clave de los orígenes de la agricultura.

También presenta el primer ADN antiguo de los agricultores anteriores a la cerámica de la isla de Chipre, que fue testigo de la primera expansión marítima de los agricultores del Mediterráneo oriental. Además, proporciona nuevos datos para los primeros agricultores neolíticos del noroeste de Zagros, junto con los primeros datos de la Armenia neolítica.

Mezcla de fuentes

Al llenar estos vacíos, los autores pudieron estudiar la historia genética de estas sociedades, para las cuales la investigación arqueológica documentó interacciones económicas y culturales complejas, pero no pudieron rastrear sistemas de apareamiento e interacciones que no dejan rastros materiales visibles.

Los resultados revelan una mezcla de fuentes preneolíticas relacionadas con los cazadores-recolectores de Anatolia, el Cáucaso y el Levante, y muestran que estas primeras culturas agrícolas formaron un continuo de ascendencia que refleja la geografía de Asia occidental.

Los resultados también trazan al menos dos pulsos de migración desde el corazón de la MediaLuna Fértil hasta los primeros agricultores de Anatolia.

El período histórico

Finalmente, el tercer artículo revela cómo las entidades políticas del antiguo mundo mediterráneo conservaron los contrastes de ascendencia desde la Edad del Bronce, aunque estaban unidas por la migración.

Los resultados muestran que la ascendencia de las personas que vivían alrededor de Roma en el período imperial, era casi idéntica a la de los individuos romanos/bizantinos de Anatolia, tanto en su media como en el patrón de variación, mientras que los italianos antes del período imperial tenían una distribución muy diferente.

Esto sugiere que el Imperio Romano, tanto en su parte occidental de vida más corta, como en la parte oriental de mayor duración centrada en Anatolia, tenía una población diversa pero similar, plausiblemente extraída en gran medida de fuentes preimperiales de Anatolia.

Referencias

The genetic history of the Southern Arc: A bridge between West Asia and Europe. Iosif Lazaridis et al. Science, 26 Aug 2022; Vol 377, Issue 6609. DOI: 10.1126/science.abm4247

Ancient DNA from Mesopotamia suggests distinct Pre-Pottery and Pottery Neolithic migrations into Anatolia. Iosif Lazaridis et al. Science, 25 Aug 2022; Vol 377, Issue 6609, pp. 982-987. DOI:10.1126/science.abq076

A genetic probe into the ancient and medieval history of Southern Europe and West Asia. Iosif Lazaridis et al. Science, 25 Aug 2022; Vol 377, Issue 6609, pp. 940-951. DOI:10.1126/science.abq0755

La Opinión