Localizan, bajo Australia, un fragmento de la corteza terrestre primitiva del tamaño de Irlanda

El hallazgo puede ayudar a explicar cómo nuestro planeta pudo convertirse en un lugar habitable.

Representación del interior de la Tierra / ARCHIVO

Un fragmento de la primera corteza que tuvo la Tierra hace 4.000 millones de años acaba de ser descubierto justo debajo de Australia Occidental. El antiquísimo trozo de superficie terrestre tiene el tamaño de Irlanda y es uno de los más antiguos que se conocen, sólo superado por las rocas del Escudo Canadiense en la costa este de la Bahía de Hudson, que tienen 4.300 millones de años de antigüedad (la Tierra se formó hace 4.540 millones de años).

El hallazgo, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad australiana de Curtin, en Perth, es una pieza importante de la historia geológica de la región y ayudará a explicar cómo nuestro planeta evolucionó hasta hacerse apto para la vida. El inusual descubrimiento se ha publicado en la revista ‘Terra Nova‘.

Según explica Maximilian Droellner, coautor del estudio, algo muy especial tuvo que suceder en aquella lejana época: «al comparar nuestros hallazgos con los datos existentes -asegura- parece que muchas regiones del mundo experimentaron un momento similar de formación y preservación temprana de la corteza. Lo cual sugiere un cambio significativo en la evolución de la Tierra hace unos cuatro mil millones de años, cuando el bombardeo de meteoritos disminuyó, la corteza se estabilizó y la vida en la Tierra comenzó a establecerse».

Preguntando a los circones

Los indicios geoquímicos en los sedimentos cerca de esta región, donde se han encontrado ya algunos de los minerales más antiguos del mundo, sugerían que podría haber también restos de una corteza primitiva aún más antigua enterrada bajo las rocas y sedimentos más nuevos de la superficie. Por eso Droellner y sus colegas decidieron analizar los circones presentes en sedimentos de la llanura costera de Scott, al sur de Perth.

En su trabajo, los investigadores utilizaron láseres más finos que un cabello humano para apuntar a granos microscópicos de circones extraídos de la arena de la playa. Según explica Droellner, los láseres se utilizaron para vaporizar porciones de granos individuales del mineral circón, revelando dónde y cuándo se erosionaron originalmente los granos. Según el científico, la conclusión es clara: «Existen pruebas de que un trozo de corteza del tamaño de Irlanda, de hasta cuatro mil millones de años, ha influido en la evolución geológica de Australia Occidental durante los últimos miles de millones de años y es un ingrediente clave de las rocas formadas en la región a lo largo de todo este tiempo».

La antiquísima corteza abarca un área de al menos 100.000 kilómetros cuadrados, escriben los investigadores en su artículo, y está profundamente enterrada bajo la superficie. El límite de la corteza antigua está asociado con depósitos de oro y mineral de hierro, lo que sugiere la importancia de esta corteza en el control de la formación de rocas y minerales en la región.

Estudiar la formación de la corteza hace 4.000 millones de años puede ayudar a los investigadores a comprender cómo se formaron los primeros continentes. Según el estudio, este período preparó el escenario para el que el planeta sea tal como es hoy, pero pocos indicios de la Tierra más antigua han sobrevivido a la constante agitación de la superficie de la Tierra.

«Este trozo de corteza -concluye Droellner- ha sobrevivido a múltiples eventos de formación de montañas entre Australia, India y la Antártida y parece existir todavía a decenas de kilómetros de profundidad bajo la esquina suroeste de Australia».