Estos científicos quieren extender la vida de tu perro, y la tuya

Se están probando medicamentos antienvejecimiento en los perros de compañía con el objetivo de encontrar formas de que las personas, así como sus queridas mascotas, tengan vidas más largas y con mejor salud.

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Matt Kaeberlein es lo que se podría definir como un amante de los perros. Ha crecido con perros y describe a su pastor alemán, Dobby, como “realmente especial”. Pero Dobby tiene 14 años, alrededor de 98 en años caninos. “Noto bastante el proceso de envejecimiento en él”, admite Kaeberlein, quien estudia el envejecimiento en la Universidad de Washington en Seattle (EE UU).

Kaeberlein es codirector del Dog Aging Project, un ambicioso esfuerzo de investigación para seguir el proceso de envejecimiento de decenas de miles de perros de compañía en EE UU. Es uno de los pocos científicos en una misión para mejorar, retrasar y posiblemente revertir ese proceso para ayudarlos a tener vidas más largas y con mejor salud.

Dog Aging Project es solo uno de varios grupos que buscan comprender y mejorar el envejecimiento de los perros. La empresa de biotecnología Loyal tiene planes de ofrecer la prolongación de la vida para perros. Un tercer grupo, con el proyecto Vaika, busca formas de alargar la vida a través de un estudio sobre perros de trineo retirados.

Pero los perros son solo el inicio. Como representan un gran modelo para los seres humanos, los medicamentos antienvejecimiento o los que prolongan la vida que funcionan para los perros también podrían beneficiar a las personas. Además, los investigadores detrás de este trabajo opinan que los intentos de alargar la vida de los perros pueden ayudar a la gente a aceptar la idea de la extensión de la vida para los humanos. “Será de gran ayuda para convencer a la gente de que esto es posible en humanos. El envejecimiento es modificable”, afima Kaeberlein.

Por el amor del perro

“Me encantan los perros”, resalta la directora veterinaria del Dog Aging Project, Kate Creevy, quien estudia el envejecimiento de los perros y las enfermedades infecciosas en animales en la Universidad Texas A&M en College Station (EE UU). “Una persona no está motivada para hacer este trabajo si no le gustan los perros”, añade Creevy, que también es una de las alrededor de 40.000 personas con un perro que participa en el estudio.

Todos los participantes proporcionan el historial médico de su mascota y anualmente realizan unas encuestas muy detalladas. “Se tarda alrededor de tres horas”, indica Creevy. Se secuenciarán los genomas de un subconjunto de alrededor de 8.500 perros, y también se estudiará el pelo, la sangre y la orina de algunos de ellos.

FotoKate Creevy, la directora veterinaria de Dog Aging Project, con los perros Poet y Sophie. CréditosDog Aging Project / Universidad de Washington

También se están estudiando más de cerca unos grupos más pequeños de perros para detectar algunos trastornos específicos. El equipo analizará a 200 perros con una forma de demencia conocida como disfunción cognitiva canina o CCD, por ejemplo.

La idea consiste en encontrar pistas biológicas que puedan ayudar a identificar qué perros podrían estar en riesgo de desarrollar tales enfermedades en el futuro y, al final, ayudar para encontrar los medicamentos para prevenirlas o tratarlas. El equipo también espera descubrir qué aspectos del estilo de vida de un perro podrían ayudar a prolongar su “ciclo sano”, la cantidad de años vividos con buena salud.

“Esperamos aprender qué tipos de dietas, de régimen de ejercicio y de crianza están asociados con mejores resultados a largo plazo, para que podamos hacer cosas que los ayuden a tener una mejor calidad de vida en sus últimos años”, señala Creevy.

“Me encantaría poder retrasar el envejecimiento de mi perro”. Matt Kaeberlein, el codirector de Dog Aging Project

Pero esta investigación tiene otro objetivo. Kaeberlein recuerda que su “momento de iluminación” ocurrió hace unos 10 años, cuando de repente se dio cuenta de que esa investigación no solo revelaría cómo envejecían los perros, sino que también podría identificar formas de ralentizar ese proceso. “Me encantaría poder retrasar el envejecimiento de mi perro”, reconoce.

Dog Aging Project probará posibles fármacos antienvejecimiento entre distintos grupos de mascotas. El primero que se está estudiando es la rapamicina, que se ha descubierto que prolonga la vida de moscas, gusanos y ratones en el laboratorio. Se cree que la rapamicina imita los efectos de la restricción calórica, que se ha demostrado que ayuda a varias especies a vivir más tiempo. El fármaco actúa bloqueando la molécula mTOR, que controla el crecimiento celular y el metabolismo y responde a la ingesta de nutrientes. “Estoy convencido de que algunas de las intervenciones que sabemos que prolongan el ciclo vital y la buena salud de los ratones funcionarán en los perros. Realmente es solo una cuestión de demostrarlo a través de los ensayos clínicos”, asegura Kaeberlein.

FotoMatt Kaeberlein, el codirector de Dog Aging Project, con los perros Chloe y Dobby. Créditos: Dog Aging Project / Universidad de Washington

Kaeberlein y sus colegas actualmente están probando este fármaco en los perros de siete años o más. Hasta ahora, solo han realizado un par de pequeños ensayos diseñados para comprobar su seguridad. En el último estudio de seis meses que involucró a unos 17 perros (que aún no se ha publicado), el fármaco parecía seguro, según Kaeberlein.

Ninguno de los ensayos fue suficientemente grande para mostrar los efectos del fármaco. Pero algunos dueños de los perros que habían recibido rapamicina informaban que los perros se volvieron más activos. Estos dueños no sabían si a su mascota le habían dado el medicamento o un placebo. “Así que creemos que es probablemente un efecto real”, afirma Kaeberlein, aunque no sabe exactamente cuál podría ser ese efecto. “Podría ser una disminución del dolor o de la artritis, o podría ser que los medicamentos hagan que los perros sean hiperactivos”, añade.

Para descubrirlo, el equipo tiene actualmente a 580 perros en un ensayo clínico más grande. Durante un año, la mitad de los perros recibirán el medicamento y la otra mitad recibirá un placebo. Luego, el equipo seguirá la salud de los animales durante otros dos años. Su objetivo es averiguar si el fármaco puede prolongar la vida de los animales, pero también observarán la salud general de los perros, si desarrollan cáncer o enfermedades del corazón, por ejemplo.

Salvar a los perros de trineo

Creevy, Kaeberlein y sus colegas no son los únicos que buscan prolongar la vida del amigo peludo más cercano de los seres humanos. El profesor de oncología en Roswell Park Comprehensive Cancer Center en Búfalo, Nueva York (EE UU), Andrei Gudkov y sus colegas han adoptado un enfoque diferente.

Gudkov lleva mucho tiempo interesado en comprender el envejecimiento. “Estudiarlo en humanos es, digamos, poco práctico, porque normalmente tu propia vida no es suficientemente larga para ver los frutos de tu trabajo. La vida de un perro es bastante más corta que la vida de una persona, y nos permite realizar experimentos razonables y ver los resultados“, explica Gudkov.

Gudkov, Katerina Adrianova y Daria Fleyshman son los fundadores del proyecto Vaika para estudiar el envejecimiento e intentar frenarlo o revertirlo en un grupo de perros que se han retirado de los trineos. Durante los últimos cuatro años, el equipo ha reunido perros de entre ocho y 11 años de las perreras en los estados del norte de EE UU y Canadá. Los perros son atendidos en un sitio en Ítaca, Nueva York, y observados minuciosamente hasta el final de sus vidas.

Foto: Getty Images.

El enfoque de Gudkov está en el daño del ADN, que con la edad se acumula en un animal. Este daño puede enviar una señal al sistema inmunitario para que destruya las células afectadas, lo que provoca daños en los tejidos. Parte de este daño en el ADN es causado por lo que Gudkov llama retrobioma: fragmentos de virus antiguos que se han incorporado a nuestro ADN durante millones de años de evolución.

Las partes del ADN de un animal que contienen estos fragmentos generalmente se mantienen “en silencio” mediante los marcadores epigenéticos, según Gudkov, pero el sistema parece que colapsa con la edad. Gudkov cree que estos fragmentos de virus antiguos son una de las principales causas del declive relacionado con la edad en los seres humanos y en otros animales, incluidos los perros.

Su equipo está probando un fármaco experimental contra el envejecimiento que cree que suprimiría la actividad del retrobioma en los 103 perros reunidos hasta ahora. Si el fármaco logra prevenir el daño del ADN, debería permitir que los animales tengan vidas más largas y con mejor salud, asegura Gudkov. Como parte del ensayo, la mitad de los perros recibirán el fármaco, mientras que la otra mitad recibirá un placebo, y el equipo buscará signos de envejecimiento en todos ellos. Gudkov indica que tiene algunos resultados preliminares pero que no quiere hacerlos públicos todavía.

El estudio de Vaika es un esfuerzo sin ánimo de lucro y Gudkov lo describe como un “hobby”. Pero Celine Halioua planea hacer un negocio con la prolongación de la vida de los perros. Halioua, otra declarada “amante de los animales”, fundó la start-up de biotecnología Loyal, para “desarrollar explícitamente los medicamentos destinados a aumentar la duración de la vida y de la buena salud”.

Al igual que los miembros de Dog Aging Project y Vaika, el equipo de Halioua en Loyal busca pistas biológicas que puedan indicar qué animales son propensos a envejecer más rápido y cuáles probablemente disfrutarán de una vida más larga y más sana.

FotoCeline Halioua, la CEO y fundadora de Loyal, con su perro Wolfie. CréditosElisa Ferrari/ Loyal

Además de buscar algunos indicadores en la sangre, en la saliva y en la orina, el equipo de Halioua buscará señales epigenéticas: grupos químicos que se adhieren al ADN y controlan cómo los genes producen proteínas. Estos patrones parece que cambian a lo largo de la vida, y algunos científicos han desarrollado “relojes de envejecimiento” para adivinar la edad biológica de un organismo a partir de esa información.

El equipo de Loyal pronto iniciará ensayos clínicos de dos medicamentos, a los que la compañía se refiere como LOY-001 y LOY-002. Halioua no revela mucho sobre ninguno de los dos, pero explica que el primero es un implante para perros más grandes, que suelen tener vidas más cortas, mientras que el segundo, una pastilla, se probará en los perros mayores de varias razas. El segundo medicamento funciona de manera similar a la rapamicina, según Halioua.

Un buen modelo

Si alguno de esos medicamentos funciona en perros, también se podría probar en personas, que es el objetivo final de Halioua.  Los investigadores contactados por MIT Technology Review creen que los perros son un excelente modelo para estudiar el envejecimiento humano y para cualquier medicamento que podría retrasarlo o revertirlo.

Hasta hace relativamente poco tiempo, la mayoría de las investigaciones sobre el envejecimiento se centraban en la levadura, los gusanos y los ratones en el laboratorio. Ese trabajo ha revelado mucha información fascinante sobre cómo envejecen estos organismos, pero la relevancia de esos hallazgos para los seres humanos es discutible.

Los perros son un modelo mucho mejor para estudiar el envejecimiento humano. Son los que más comparten nuestro entorno. Los perros mascotas viven en nuestros hogares con nosotros, respiran el mismo aire que nosotros y, a menudo, comparten nuestras rutinas de ejercicio, hasta cierto punto. “Comen nuestra comida, andan por nuestro césped con pesticidas, beben lo que sea que haya en nuestra agua”, resalta la líder de un equipo que estudia la genética humana y canina en el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Maryland (EE UU), Elaine Ostrander.

También desarrollan muchas de las mismas enfermedades relacionadas con la edad que nosotros. Técnicamente, la mayoría de los perros mascotas mueren como resultado de la eutanasia. Pero en la mayoría de estos casos, los animales tienen cáncer, indica Kaeberlein. Los perros también pueden desarrollar enfermedades cardíacas en la edad adulta, al igual que las personas. Pero existen algunas diferencias: los cerebros de los perros no son iguales a los de los humanos, aunque estos animales parece que asimismo desarrollan una forma de demencia. Al mismo tiempo, los perros no suelen sufrir enfermedades vasculares como los seres humanos.

Pero existen muchas similitudes. Tanto los perros como las personas experimentan el envejecimiento del sistema inmunológico y un mayor riesgo de enfermedad renal a medida que envejecen, subraya Kaeberlein. “Parece que las enfermedades individuales que desarrollan con la edad son muy similares a las nuestras“, afirma el experto.

Una diferencia principal es que el envejecimiento es un proceso mucho más rápido en los perros: ocurre unas siete veces más rápido que en los humanos, aunque los perros pequeños generalmente viven más que los grandes. Sin embargo, no es del todo cierto que un año de vida de un perro sea equivalente a siete años humanos. Los perros parece que envejecen más rápido que las personas en sus primeros años de vida, pero el ritmo se ralentiza a medida que pasan los años.

Ilustración: MS TECH | ENVATO, GETTY. NYPL, NATIONAL GALLERY OF ART.

Aunque esto sea devastador para los propietarios, es muy útil para los investigadores, que pueden estudiar los efectos de los posibles medicamentos antienvejecimiento durante toda la vida, algo que es mucho más difícil de lograr en las personas.

Otra característica única de los perros es su increíble diversidad. Solo en los perros vemos esas diferencias tan extremas en tamaño y apariencia dentro de una sola especie. Un gran danés pesa unas 20 veces más que un chihuahua, por ejemplo, y un pomeranian no se parece en nada a un Staffordshire bull terrier.

Esta variación hace que los animales sean especialmente fascinantes para los genetistas como Ostrander. “Los perros fueron domesticados hace unos 30.000 años, pero la mayoría de las razas existen solo desde la época victoriana”, indica la especialista. Fue alrededor de mediados del siglo XIX cuando se hizo popular la cría moderna de perros, y los dueños criaron perros por su apariencia, como por ejemplo, por el pelo rizado o la cara chata. Los criadores básicamente elegían a los perros con genes para estas características.

Como muchas de estas modificaciones ocurrieron en los últimos cien años, es probable que las diferencias genéticas entre las razas de perros actuales tengan un impacto significativo en estos rasgos y en el riesgo de ciertas enfermedades que varían entre las razas.

Esto vuelve mucho más fácil el trabajo de identificar los genes de interés en los perros que en los humanos, señala Ostrander. “Yo, como genetista, me siento como un niño en una tienda de golosinas. Puedo descubrir los principales actores [entre los genes]… luego podemos analizar la salud humana y la biología humana”, admite.

Ostrander estudia el cáncer, que afecta de manera diferente a las distintas razas de perros. Para obtener más información sobre el cáncer de vejiga, por ejemplo, Ostrander y sus colegas estudiarán los terriers escoceses y los terriers blancos de las Tierras Altas del Oeste, que parecen particularmente propensos a desarrollar esta enfermedad. Luego, su equipo comparará los genomas de estos perros con los de otras razas que no tienen cáncer de vejiga. “Se vuelve mucho más fácil encontrar esos genes [vinculados al cáncer de vejiga]”, afirma. “Pero no tenemos una forma de llevarlo a cabo de manera tan eficiente en los seres humanos”.

Después de que el equipo haya identificado los genes relacionados con un cáncer en particular, informa a otros científicos que trabajan en las enfermedades humanas. “Podemos decirles que esos son los genes que habría que buscar en humanos para ver si se pueden desarrollar terapias dirigidas”, explica.

Los investigadores esperan que lo mismo suceda con el envejecimiento: que al descubrir los genes relacionados con una vida larga y de buena salud en los perros, también podamos aprender qué podría ayudar a los humanos a vivir más tiempo.

También esperan que cualquier intento exitoso de alargar la vida de los perros haga que la prolongación de la vida humana sea más aceptable. Halioua cree que este campo ha “sufrido un problema de marca” debido a las afirmaciones disparatadas hechas en las décadas de 1990 y 2000. “Algunos grandes nombres del campo anunciaban a gritos la esperanza de vida de 1.000 años y la inmortalidad. Para ser claros, nosotros no estamos creando perros de 1.000 años”, señalas.

Estas afirmaciones no solo eran infundadas, sino que también generaron preocupaciones sobre la igualdad económica. ¿Quién llegaría a vivir una vida tan larga? ¿Y cómo se sustentarían? “No existe ningún conflicto social causado por el hecho de que nuestro perro viva unos años más con buena salud. Es una forma nada amenazante de presentar una idea que de otra manera podría sonar extraña“, indica Halioua.

Foto: Getty Images.

Kaeberlein está de acuerdo. “Creo que no siempre se entiende por qué sería bueno centrarse en el envejecimiento de los humanos. Si podemos encontrar con éxito la biología del envejecimiento en los animales de compañía… eso contribuirá en gran medida a convencer a la gente de que esto es posible en humanos. No es ciencia ficción; es solo biología”, concluye.

MIT