Anomalía extraña en la nave más alejada de la Tierra
May 24, 2022 El Universo , NoticiasLa sonda espacial Voyager 1 de la NASA se halla a más de 20 horas-luz de la Tierra, volando por el espacio interestelar.
El equipo de ingenieros de la misión de la nave espacial Voyager 1 de la NASA está tratando de resolver un misterio: la nave funciona con normalidad, recibiendo y ejecutando órdenes enviadas desde la Tierra, además de recolectar datos científicos y enviarlos a la Tierra. Pero las lecturas del sistema AACS (Attitude Articulation and Control System) de la nave no reflejan lo que realmente ocurre a bordo.
El AACS controla la orientación de la nave. Entre otras tareas, mantiene la antena de alta ganancia de la Voyager 1 apuntando con precisión a la Tierra, lo que le permite enviar datos a casa y mantenerse en contacto con nuestro mundo. Todo parece indicar que el AACS sigue funcionando, pero los datos de telemetría que devuelve no son válidos. No reflejan ningún estado posible en el que el AACS pueda estar. Parecen incluso generados aleatoriamente.
El problema no ha desencadenado la activación del sistema de protección contra fallos ocurridos a bordo, que está diseñado para poner la nave en “modo seguro”, un estado en el que solo se realizan las operaciones esenciales, dando tiempo a los ingenieros para diagnosticar un problema. La señal de la Voyager 1 tampoco se ha debilitado, lo que sugiere que la antena de alta ganancia permanece en su orientación prescrita con respecto a la Tierra.
El equipo de ingenieros continuará vigilando la señal minuciosamente mientras sigue investigando si los datos no válidos proceden directamente del AACS o de otro sistema implicado en la preparación y envío de datos de telemetría. Hasta que no se aclare la naturaleza del problema, el equipo no puede predecir si empeorará y se acabará perdiendo el contacto con la nave.
Tal como argumenta Suzanne Dodd, del equipo de las dos Voyager (1 y 2) en la NASA, hay que tener en cuenta que ambas naves llevan operando en el espacio casi 45 años, habiendo superado con creces el tiempo de servicio para el que fueron diseñadas. Además, están en el espacio interestelar, un entorno de alta radiación en el que ninguna nave espacial ha volado antes. Así que el equipo de ingenieros afronta desafíos que no tienen precedentes.
Es posible que el equipo no encuentre la fuente de la anomalía pero que pueda adaptarse a ella, tal como plantea Dodd.
Si ella y sus colegas reúnen la información mínima necesaria, podrán resolver el problema mediante cambios en el software o utilizando uno de los sistemas de hardware redundantes de la nave.
No sería la primera vez que el equipo de ingenieros de la Voyager recurre a hardware de reserva: en 2017, los propulsores primarios de la Voyager 1 mostraron signos de degradación, por lo que los ingenieros los desconectaron y en su lugar conectaron otro conjunto de propulsores que se habían utilizado originalmente durante los sobrevuelos de Júpiter y Saturno que hizo la nave. Esos propulsores funcionaron, a pesar de llevar 37 años sin utilizarse.
La gemela de la Voyager 1, la Voyager 2, también en el espacio interestelar pero no tan lejos de la Tierra como la 1, funciona con normalidad por ahora.
Las dos Voyager, que partieron de la Tierra en 1977, son las únicas naves espaciales de la humanidad que recogen datos en el espacio interestelar. La información que proporcionan de este medio, bastante distinto del espacio interplanetario, ha ayudado a profundizar en el conocimiento de la heliosfera, la barrera difusa que el Sol crea alrededor del conjunto de los planetas de nuestro sistema solar y que marca la frontera entre el espacio interplanetario y el interestelar.