Así nació y se descontroló el engaño literario más grande de la historia

La rivalidad entre dos corrientes poéticas de la Australia de 1943 fue lo que propició un hecho sin precedentes. Una historia real sobre un poeta fantasma muerto, una hermana inexistente y unos cuantos poemas fraudulentos que cautivaron al mundo hasta el punto de ser estudiados por expertos en la actualidad.

Australia, 1943. Sentado en su oficina de la ciudad de Adelaida, Max Harris, un joven e importante poeta y co-editor de la revista de poesía modernista Angry Penguins (Pingüinos Enfadados), leyó una carta de una tal Ethel Malley donde le contaba que su hermano, un joven de 25 años llamado Ernest Malley, había fallecido recientemente y que ella había encontrado un fajo de poemas escritos por él.

La mujer había decidido enviar dos a Harris confiando en que éste sabría apreciarlos y publicarlos. El joven había fundado la revista en 1940 a los 18 años; ahí se publicaban los poemas producidos por poetas adeptos al modernismo, al igual que las obras de los artistas surrealistas y expresionistas adscritos a él.

Harris los leyó y le gustaron tanto que los mostró a varias personas del círculo literario modernista de Adelaida y a su co-editor, John Reed, quien los aprobó. Luego le escribió a Ethel pidiendo los otros poemas, con la con la noticia de que la pequeña obra de su hermano sería publicada en la revista. No habría pago por publicación, ya que la misma Ethel le había dicho en la carta con la que los envió, “no quiero ningún dinero que venga de ellos porque no siento que me pertenezcan”.

Así, en 1944, los poemas del fallecido joven fueron publicados en la edición de otoño de Angry Penguins, “Para Conmemorar al Poeta Australiano Ern Malley”, bajo el nombre de The Darkening Ecliptic. La revista, cuya portada contaba con una pintura de Sidney Nolan (uno de los más grandes artistas australianos) inspirada en uno de los poemas, se agotó en cuestión de días, ya que todos querían un pedazo de ese nuevo poeta desconocido.

Carta de Ethel Malley a Max Harris que iba acompañando a los poemas de su hermano, 28 de octubre de 1943.

De esta manera había nacido la historia de Ern Malley, que se haría famoso y, con él, el engaño literario más grande cometido en el siglo pasado (tal como lo llamó el poeta David Lehman) y uno de los más sonados del mundo.

La poesía australiana al inicio del siglo XX

En el círculo poético australiano de los años 40 existían dos corrientes enfrentadas una a la otra y representadas por dos grupos que a su vez eran movimientos literarios y artísticos: los Jindyworobak (nacidos en 1938) y los Angry Penguins (nacidos en 1940).

Los primeros tomaron su nombre de una palabra aborigen traducida por uno de sus fundadores como “unir”; obtenían la inspiración de los paisajes australianos en lugar de hacerlo de los europeos, de temas aborígenes y de la tradición de las baladas y canciones folklóricas del Outback (desierto) australiano.

Los segundos se llamaron así por una línea del poema de Max Harris, Mithridatum of Despair (Mitridato del Desespero); eran poetas avant-garde, anti realistas; iban en contra de todo aquello que los “Jindys” defendían, y preferían leer y seguir a William B. Yeats, T.S. Eliot y W. H. Auden.

Edición de otoño de 1944 de Angry Penguins dedicada a la poesía de Ern Malley.

Los Angry Penguins eran influenciados por los surrealistas y expresionistas y buscaban imponer el modernismo en Australia, a donde había llegado tardíamente, ya que la distancia geográfica de ese país con el resto del mundo hacía difícil la promoción literaria de otras partes del globo, y la promoción de la misma literatura australiana en el extranjero.

La nueva maravilla poética

Después de la publicación en la revista, Ern Malley se convirtió en la nueva sensación y genio de la poesía australiana. Los poemas fueron leídos por especialistas y académicos y sumamente alabados por su calidad surrealista y modernista, expresada particularmente en el uso de la imagen y del lenguaje.

El mismo Max Harris y los poetas de su entorno los veían como la obra de un genio desconocido con muchísimo valor artístico, y el inglés Sir Herbert Read, famoso crítico literario e historiador del arte, envió incluso una misiva desde Inglaterra apoyando al joven talento póstumo de Malley, diciendo que era “indudablemente poético y poético a un inusual nivel de logro”.

Sin embargo, la verdad acerca de Malley explotaría en sus caras no mucho tiempo después.

El engaño

Tanta perfección y expectación comenzaron a levantar sospechas y el mismo Max Harris fue acusado por varios diarios de ser él quien había escrito los poemas. Este comenzó a realizar una investigación privada sobre los hermanos Malley, pero ya la prensa andaba siguiendo su propio camino.

1. Telegrama de C. Bannister, investigador privado de Sydney, a Max Harris, 15 de junio de 1944 / 2. Telegrama de Max Harris a John Reed, editor de Angry Penguins, el 16 de junio de 1944.

En junio de 1944, unas cuantas semanas después de la publicación, el suplemento “Fact” de un diario de Sídney llamado “Sunday Sun” publicó la noticia de que tanto Ern Malley como sus poemas eran falsos, que todo era parte de un engaño perpetrado por James McAuley y Harold Stewart, dos jóvenes poetas con rango militar.

Ellos incluso enviaron una carta confesando su autoría absoluta del fraude y de la totalidad de los poemas (y del poeta mismo, por cierto) que tantas personas habían admirado y celebrado en tan corto tiempo. En la carta explicaron tanto las razones como el modus operandi que habían utilizado para escribirlos.

Esta farsa pública trajo incluso una demanda por obscenidad a la revista por parte de la policía del sur de Australia en septiembre del mismo año. En el juicio, uno de los acusadores (un detective) decía que la palabra “incestuoso”, presente en uno de los poemas, era obscena, aunque no sabía su significado.

Era ridículo, pero al final, Harris fue declarado culpable y tuvo que pagar una multa de cinco libras esterlinas.

James McAuley, 1944

El porqué

McCauley y Stewart no estaban de acuerdo con la insistencia de Max Harris y sus compañeros de imponer el modernismo en Australia; pensaban que era poesía pretenciosa de moda en Europa y los Estados Unidos y, según ellos, solo era “una colección de imágenes estridentes sin significado ni estructura coherente”.

Decían que ya hacía años que notaban el decaimiento en la calidad de la poesía australiana y Harris y sus compañeros eran artífices de eso. Además, les parecía chocante ver a los modernistas hacerse ver como “bohemios” y “aspirantes a intelectuales” en medio de tanta “auto admiración”.

Por ello, decidieron hacer un “experimento literario serio”, con el que igualmente demostrarían que Harris y, particularmente, Herbert Read eran susceptibles de ser engañados y que no eran tan buenos críticos como todos creían.

El proceso

Harold y James estaban destacados en la Dirección de Investigación y Asuntos Civiles en Melbourne (James como oficial, y Harold como bibliotecario, con rango de cabo). Una tarde, estando aburridos, se dedicaron a hacer los dieciséis poemas.

Dijeron que los habían escrito en el transcurso de una tarde, lo que les había llevado unas ocho o diez horas (ha habido cierto desacuerdo posterior entre académicos, a quienes les parece muy poco tiempo).

Harold Stewart, 1944

Stewart se encargó de escribirlos y también de proporcionar las chispas de humor que tendrían algunos. Junto a Ernest Lalor Malley, y para dar más credibilidad al asunto, crearon a Ethel, su hermana solterona mucho mayor que él y sin educación formal; ambos habrían nacido en Inglaterra y viajado a Australia en 1920. Ernest mismo sería un solitario que había abandonado la escuela, trabajado como mecánico y reparador de relojes y escrito poemas. El poeta fantasma había nacido.

¿Cómo los escribieron? Haciendo collage con frases de sus mismos poemas y usando distintas técnicas surrealistas de escritura, la asociación libre y el discurso interrumpido.

Y como fuentes utilizaron libros de diversos autores tales como Ezra Pound, Stéphane Mallarmé, T. S. Eliot, John Keats, el pintor Albert Dürer (de quien incluso tomaron el nombre para titular uno de los poemas) y el musical “Oklahoma”.

Otras herramientas fueron el Diccionario Conciso de Oxford, el Diccionario de Bolsillo Ripman de Rimas Inglesas, una colección de Shakespeare, un Diccionario Oxford de Citas, un reporte sobre la malaria y los sitios de reproducción de los mosquitos en Estados Unidos.

Su intención era que los poemas fuesen lo suficientemente serios para que Harris pudiera creer en ellos, que tuviesen buenas imágenes sin significar nada, sin mucho sentido. Tal como ellos pensaban era la poesía modernista.

El después

Las repercusiones en la vida de los involucrados en este fraude literario fueron importantes. El modernismo mismo también se vio afectado, su aceptación en Australia fue difícil después de Malley.

El escándalo estuvo en la prensa internacional por algún tiempo, siendo foco de burlas y críticas. Al descubrirse el fraude y establecer que ambos eran los verdaderos autores, Stewart y McAuley rechazaron (de nuevo, esta vez con sus nombres) cualquier tipo de pago por los poemas.

Pese a que la revista y sus seguidores seguían defendiendo la calidad de la poesía de Malley, la carrera de Max Harris quedó golpeada por el escándalo, al igual que los Angry Penguins.

La revista circuló hasta 1946, poco tiempo después de la renuncia de Harris como co-editor. Continuó escribiendo poemas, aunque sin publicarlos, y se dedicó además a fundar revistas literarias (bastante exitosas y conocidas en Australia) y a reimprimir los poemas. Harris sobrevivió al escándalo, pero nunca escapó de la sombra de Ern Malley. Murió en 1995.

Tampoco pudieron hacerlo los “perpetradores” de este engaño, Harold Stewart (que fallecería igualmente en 1995) y James McAuley (que moriría en 1976). Cada uno abrazó el misticismo y la espiritualidad (el primero, del catolicismo; el segundo, del budismo), y ambas religiones fueron importantes en la obra que realizó cada uno, dejando un gran legado en los campos de trabajo que cultivaron en sus vidas.

Max Harris años más tarde

Destacados poetas y académicos, muy respetados y honrados en Australia y fuera de ella, sus nombres siempre estarían ligados a Ern Malley. Después de todo, fueron sus creadores.

Más allá del escándalo que les arrastró a todos y les marcó de por vida, no debe perderse de vista que, si bien el poeta es irreal, su obra no lo es; tiene mérito artístico, aunque todo parezca una mala broma.

Aún setenta y seis años después, sigue siendo estudiada, analizada, revisada y comentada; es considerada parte importante de la poesía y de la cultura australiana del siglo XX y se cita e incluye en antologías y libros importantes de poesía de la misma Australia y otros países de habla inglesa.

Todo lo anterior envuelve al caso de Ern Malley dentro de una capa de gran ironía: tanto McAuley como Stewart nunca vieron los poemas con seriedad, para ellos eran una sarta de tonterías sin sentido, carentes de ideas, que habrían de cumplir una función y nada más, y resultaron ser lo contrario.

El impacto de este autor ficticio y su obra podría, quizás, explicarse con la teoría de Respuesta del Lector, que establece que el texto no tiene significado hasta que es leído; fueron los lectores quienes dieron significado y vida a Ern Malley y su obra y le han hecho inmortal.

Los artífices de Malley no contaban con que los poemas serían vistos como obras de arte que traspasarían las barreras del tiempo y que no serían únicamente Harris y compañía quienes los considerarían tales, sino también muchos académicos de Australia y de otros países y el gran público alrededor del mundo en años por venir.

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