Debemos adaptar la infraestructura hidráulica a la naturaleza del agua, no al revés

Las soluciones de ingeniería basadas en la naturaleza se alzan como más resistentes y capaces de aguantar los imparables impactos del cambio climático, justo lo que necesitamos para sobrevivir a las sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y graves que se avecinan.

Andrea Daquino

En el mundo del agua, 2021 fue otro año más para los libros de récords. Partes de Europa occidental sufrieron inundaciones mortales que provocaron una subida de los ríos a niveles nunca vistos antes en los últimos 500 años o 1.000 años. Otras devastadoras inundaciones también afectaron al centro de China, desplazando a más de un cuarto de millón de personas de sus hogares. Mientras tanto, una gran franja del suroeste de Estados Unidos permaneció sumida en una enorme sequía, en el que fue el segundo período de 20 años más seco en los últimos 1.200 años.

Cabría pensar que la impresionante ingeniería hidráulica instalada durante el último siglo protegería a la sociedad de tales eventos catastróficos. A nivel mundial, unos 60.000 grandes embalses capturan y almacenan agua, lo que permite a los ingenieros abrir y cerrar los ríos como si fueran sistemas de fontanería. Cada año, las ciudades del mundo recogen en su conjunto el equivalente a 10 ríos Colorado a través de vastas redes de tuberías y canales. Y miles de kilómetros de diques artificiales protegen a las ciudades y granjas de las inundaciones de los ríos.

En muchos sentidos, es difícil imaginar nuestro mundo de casi 8.000 millones de personas y 75.000 millones de euros en bienes y servicios anuales sin esta ingeniería hidráulica. El Cairo (Egipto), Phoenix (EE. UU.) y otras grandes ciudades desérticas nunca hubieran podido crecer hasta alcanzar su tamaño actual. El soleado Valle Central de California (EE. UU.) no se habría convertido en el productor tan abundante de verduras, frutas y nueces.

Sin embargo, cuando se trata de agua, el pasado ya no es un buen modelo para el futuro. El calentamiento del planeta está alterando fundamentalmente el ciclo del agua y la mayor parte del mundo no está preparado para las consecuencias.

Una de las llamadas de atención más alarmantes se produjo en 2018, cuando Ciudad del Cabo (Sudáfrica), casi se vio obligada a cortar el agua potable a sus cerca de cuatro millones de habitantes. Tres años consecutivos de sequía habían secado sus embalses. Las autoridades municipales comenzaron a anunciar públicamente el “Día Cero”, la fecha en la que el agua ya no fluiría hacia los grifos de las casas.

Por muy tentador que sea, la solución no consiste en doblegar aún más la naturaleza a nuestra voluntad mediante la construcción de versiones más grandes, más altas y más largas de infraestructura de ingeniería hidráulica.

Las medidas de conservación ayudaron a Ciudad del Cabo a posponer el Día Cero y, afortunadamente, las lluvias regresaron. Pero ninguna ciudad quiere depender de la suerte para salvarse del desastre. Más tarde, los científicos determinaron que el cambio climático había hecho que la sequía extrema de Ciudad del Cabo fuera entre cinco y seis veces más probable.

Las sequías, las inundaciones y otros desastres relacionados con el cambio climático tienen un alto precio. En 2017, tres grandes huracanes en EE. UU. fueron la causa principal de un récord de 270.626 millones de euros en daños, más de seis veces la media anual desde 1980. Si bien parece algo atípico, los científicos del clima esperan que los costes anuales de desastres de esa magnitud sean comunes a finales de siglo.

Por muy tentador que sea, la solución no consiste en doblegar aún más la naturaleza a nuestra voluntad mediante la construcción de versiones más grandes, más altas y más largas de infraestructura de ingeniería hidráulica, sino es trabajar más con los procesos naturales, en lugar de contra ellos, y reparar el ciclo del agua, en vez de seguir rompiéndolo. Junto con las medidas de ahorro de agua, estos enfoques pueden crear sistemas de agua más resistentes. También pueden ayudar a resolver nuestras crisis interconectadas de agua, clima y biodiversidad de manera simultánea y rentable.

A medida que las inundaciones empeoran, por ejemplo, en vez de elevar la altura de los diques, lo que a menudo intensifica las inundaciones río abajo, podríamos considerar formas de reconectar estratégicamente los ríos con sus llanuras aluviales naturales. De esta manera, mitigaríamos las inundaciones, capturaríamos más carbono, recargaríamos los acuíferos y construiríamos un hábitat crítico para peces, aves y vida silvestre.

Los Países Bajos, un país conocido por su avanzada ingeniería hidráulica, evitó grandes daños por las históricas inundaciones de julio de 2021 gracias a su nuevo enfoque para el control de inundaciones, que da a los ríos espacio para extenderse durante las inundaciones. El río Mosa, que fluye desde Bélgica, rompió su récord de flujo alto de 1993 en julio del año pasado, pero causó menos daños que la inundación anterior.

Una razón fue el proyecto recientemente terminado que desvió las aguas de la inundación a un humedal de 526 hectáreas, que retuvo el agua y redujo partes del Mosa furioso en más de un pie (medio metro). El humedal también secuestra carbono y funciona como una reserva natural, ofreciendo valiosos beneficios para el clima y la vida silvestre, así como posibilidades de recreación. A través de su programa Espacio para el río, los holandeses están implementando estos proyectos de control de inundaciones basados en la naturaleza en 30 ubicaciones en todo el país.

El condado de Napa en California adoptó un enfoque similar al rediseñar su sistema de control de inundaciones para el río Napa. A principios de la década de 1900, los ingenieros enderezaron y profundizaron el canal de Napa y rellenaron sus humedales y pantanos. Después de que el área sufriera 11 inundaciones graves entre 1962 y 1997, las autoridades locales pidieron al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. que colaborara en una estrategia de “río vivo” que reconectaría Napa con su llanura aluvial histórica, trasladaría hogares y negocios fuera de peligro, revitalizaría humedales y pantanos, y construiría diques y canales de derivación en lugares estratégicos.

Los habitantes votaron a favor de aumentar su impuesto local sobre las ventas en medio centavo para pagar su parte del esfuerzo de 324 millones de euros. Además de obtener nuevos caminos para la observación de aves y el senderismo, la ciudad de Napa se ha beneficiado de más de 885 millones de euros en inversiones privadas que revitalizaron la ciudad.

En un esfuerzo por ampliar los sistemas basados en la naturaleza, el Congreso de EE. UU. ordenó en 2020 al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. que los considerara igual de importantes que la infraestructura más convencional. Sin embargo, un cambio significativo en el enfoque probablemente requerirá modificaciones en las reglas y procedimientos, así como fondos adicionales.

Las prácticas agrícolas que reconstruyen la salud del suelo ofrecen otra estrategia. A nivel mundial, los terrenos pueden contener ocho veces más agua que todos los ríos del mundo juntos, pero rara vez pensamos en estos suelos como una reserva de agua. Los científicos han descubierto que aumentar la materia orgánica en el suelo en un punto porcentual puede incrementar la capacidad de retención de agua del suelo hasta más de 69.000 litros por cada media hectárea, creando resistencia tanto a lluvias intensas como a los períodos secos.

Esto significa que las prácticas agrícolas que regeneran los suelos, como la siembra de cultivos de cobertura durante la temporada baja, no solo pueden aumentar los rendimientos y reducir los costes, sino también mejorar la gestión del agua y mitigar el cambio climático. Como beneficio adicional, los cultivos de cobertura reducen la escorrentía agrícola, lo que significa menos nitrógeno y fósforo que contaminan los ríos, arroyos y acuíferos. Eso, a su vez, supone menos algas tóxicas que amenazan el agua potable, las pesquerías costeras y los lagos interiores en todo el mundo.

Se necesitan nuevas políticas e incentivos que reconozcan las interconexiones entre el clima, el agua y la agricultura para expandir el uso de tales soluciones basadas en la naturaleza. El estado de Maryland (EE. UU.), por ejemplo, comparte con los agricultores el coste de plantar cultivos de cobertura. Aproximadamente el 29 % de las tierras agrícolas del estado se plantan con los cultivos de cobertura, en comparación con aproximadamente el 6 % de las tierras agrícolas estadounidenses en general.

Las soluciones holísticas no son fáciles, ya que requieren pensar y actuar fuera de los silos burocráticos y profesionales. Pero son clave para un futuro más habitable.

Aunque es demasiado tarde para evitar los impactos del cambio climático, sí que podemos evitar los más graves invirtiendo más en soluciones de agua basadas en la naturaleza.

*Sandra Postel es autora de ‘Replenish: The Virtuous Cycle of Water and Prosperity’ y ganadora del Premio del Agua de Estocolmo 2021.

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