Las consecuencias de la peligrosa prueba con misiles rusos para la Estación Espacial Internacional

La destrucción con un misil de un satélite ruso implica que se suman más de 1.500 piezas de basura espacial a la ya saturada órbita terrestre.

Si bien muchos expertos auguran que uno de los principales escenarios del conflicto en el futuro se producirá en el espacio, tras el fin de la carrera espacial de la Guerra Fría, el cosmos ha sido un lugar de cooperación: las misiones son compartidas por cada vez más agencias espaciales de todo el globo, y sus resultados son publicados para toda la comunidad científica. El exponente más claro es la Estación Espacial Internacional (ISS), construida en los años noventa y en la que astronautas de diverso origen conviven durante meses llevando a cabo todo tipo de experimentos, desde ciencia básica hasta fórmulas para que el hombre sobreviva en otros mundos. Sin embargo, la ‘concordia espacial’ puede tener sus

días contados. Las hostilidades entre EE.UU., China y Rusia ponen en peligro el futuro de la ISS y una prueba de misiles antisatélite llevada a cabo por el Gobierno de Putin en la madrugada del lunes puede poner punto y final a las relaciones pacíficas que desde décadas se vienen sucediendo a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas.

Las maniobras militares rusas no alcanzaron a la ISS directamente, sino a un satélite que acabó fragmentado en 1.500 piezas de escombros, si bien «probablemente hay cientos de miles de trozos más pequeños que amenazan a los intereses de todas las naciones», afirmó en un comunicado el Comando Espacial de la Fuerza Aérea de EE.UU. Como consecuencia, los siete astronautas a bordo (dos rusos, cuatro estadounidenses y un alemán, de la Agencia Espacial Europea), tuvieron que refugiarse durante horas en dos naves acopladas a la plataforma por si era necesario que regresaran a la Tierra. Tras dos órbitas completas a nuestro planeta, y pasar cerca de los escombros cada noventa minutos, funcionarios de la NASA determinaron que era seguro volver a las instalaciones, si bien los astronautas recibieron la orden de sellar las escotillas de varios módulos de la plataforma.

«La NASA continuará monitorizando los escombros en los próximos días y más allá para garantizar la seguridad de nuestra tripulación en órbita», informó el jefe de la NASA, Bill Nelson. El motivo es que, según los expertos, las pruebas de armas que rompen satélites en órbita representan un peligro al crear nubes de fragmentos que pueden colisionar con otros objetos, lo que desencadena una reacción en cadena de proyectiles a través de la órbita terrestre. Y es que la basura espacial es más peligrosa que cualquier asteroide o cometa gigante que pueda amenazar a la ISS, tal y como llevan alertando los expertos desde hace tiempo.

Un laboratorio espacial

La estación espacial es tan grande como un campo de fútbol: mide 100 metros de largo por 80 metros de ancho. Las instalaciones, un esfuerzo internacional sin precedentes, fueron construidas a 400 kilómetros sobre la superficie terrestre a lo largo de los noventa y han sido ocupadas continuamente por astronautas de todas las naciones –e incluso algunos turistas espaciales– desde noviembre de 2000, operada por un consorcio de cinco agencias espaciales de 15 países, incluida la rusa, Roscosmos. Durante todo este tiempo, se han realizado más de 3.000 experimentos en unas condiciones únicas de ingravidez, que han aportado conocimientos clave para relanzar la conquista del espacio u otras cuestiones más terrenales, como la mejora de la calidad de vida en la Tierra o la lucha contra enfermedades asociadas al envejecimiento.

Tampoco ha faltado en estas dos décadas algún ‘susto’ parecido al de esta semana, la mayoría por culpa de la basura espacial. El 29 de noviembre de 2011 una nube de basura espacial apareció de repente frente a la ISS, lo que obligó a los tres astronautas rusos, dos americanos y un japonés a refugiarse también en la nave Soyuz para poder ser evacuados en caso de impacto. Al final, los peores presagios no se cumplieron, pero los desechos pasaron a tan solo 250 metros a una velocidad de 5 kilómetros por segundo. «A esa velocidad, la ISS hubiera sido atravesada como si fuera mantequilla y hubiese quedado como un colador», afirmaba entonces un especialista de la agencia espacial rusa.

Esta situación se ha dado en otras dos ocasiones más y, solo el año pasado la plataforma tuvo que ser desviada de su órbita tres veces ante un potencial choque con escombros espaciales. Sin ir más lejos, el pasado mes de mayo, la Agencia Espacial Europea daba a conocer que un pequeño objeto golpeó y perforó un brazo robótico de la ISS, calificándolo de un sencillo «recordatorio» del problema que puede representar la basura espacial a corto y medio plazo.

ABC