Construido por la empresa Interstellar Technologies, el MOMO-2 es capaz de ascender a una altura de 100 kilómetros, aunque durante este ensayo el misil tan solo logró alcanzar varias decenas de metros.

Nadie resultó herido durante el incidente y según el presidente de la empresa propietaria del cohete, Takahiro Inagawa, el misil cayó tras haber sufrido un fallo en su motor principal. Inagawa se disculpó por este accidente y declaró que su equipo recogerá los escombros para analizar las causas y poder mejorar el cohete.

El fallo, que se produjo el 30 de junio de 2018, es el segundo tras el primer lanzamiento de este cohete en julio de 2017. En aquel entonces, el misil MOMO-1 lanzado desde la isla de Hokkaido se estrelló en el océano Pacífico a 6,5 kilómetros del lugar de su lanzamiento, tras alcanzar una altitud de tan solo 20 kilómetros.

El desarrollo del proyecto MOMO parte en 2005 de la mano del emprendedor Takafumi Horie, que también fue el fundador del proveedor de servicios de internet Livedoor, y tenía como objetivo crear un cohete espacial pequeño, ligero y de bajo coste. Este aparato tendría que ayudar a transportar satélites de comunicación al espacio.

Sputnik