Los biólogos han intentado repetidamente crear tomates con mayores niveles de vitaminas y antioxidantes. Por ejemplo, científicos chinos y franceses han utilizado plásmidos para insertar en las semillas de tomate un gen que aumenta su contenido de provitamina A y del carotenoide antioxidante licopeno. Además de los plásmidos para editar el genoma, los biólogos también están utilizando la tecnología CRISPR/Cas para que los tomates duren más tiempo sin perder su sabor.
En la mayoría de los países, estos tomates modificados no llegarán a las estanterías, ya que su cultivo y venta están estrictamente regulados. Debido al largo proceso de aprobación, los inversores europeos tienen miedo de invertir en tomates modificados genéticamente.
La excepción es Japón, donde el procedimiento es mucho más sencillo y rápido, por lo que a finales de 2020 la empresa Sanatech Seeds solicitó permiso a los reguladores para producir y vender sus genéticamente editados tomates, informa The Japan News.
Los científicos basaron su nueva variedad en los tomates sicilian rouge, muy populares entre los consumidores, utilizando la tecnología CRISPR/Cas. La ventaja de los tomates editados sobre otros tomates es que contienen hasta cinco veces más de este ácido. Esto ha sido posible al eliminar del genoma del tomate el dominio responsable de inhibir la síntesis del ácido γ-aminobutírico.
Este compuesto no solo sirve como neurotransmisor para el sistema nervioso central. También reduce la presión arterial y disminuye el ritmo cardíaco.
Cabe destacar, que no se trata de tomates genéticamente modificados, sino genéticamente editados. La diferencia radica en que en el caso de los primeros, los científicos introducen artificialmente genes enteros, e incluso grupos de genes, en los productos. Mientras que en el caso de los tomates Sicilian Rouge con cantidad extra del ácido γ-aminobutírico los científicos se limitaron a cambiar algunas de las funciones de los genes originales.