Un gigantesco sistema de ingeniería hidráulica y un complejo mecanismo de líneas de riego permitió a la cultura Nazca, en Perú, transformar un desierto en un vergel productivo en el siglo I de nuestra era, aproximadamente sobre el año 550, en el área de las denominadas líneas o pistas de Nazca. Ahora, una investigación recientemente premiada ha logrado dilucidar al detalle los procesos desarrollados por la antigua cultura peruana.
El proyecto “Salvar Nazca”, liderado por el ingeniero español Carlos E. Hermida, ha presentado recientemente un proyecto de investigación sobre este tema en el marco del VII Congreso Internacional Científico Profesional de Turismo Cultural de Córdoba (España), celebrado del 17 al 19 de febrero de este año. El equipo de especialistas obtuvo el galardón “The Best Paper” al mejor trabajo de investigación.
Los científicos españoles a cargo de este proyecto creen que es posible aplicar estas técnicas y actualizarlas para dar vida a los desiertos en distintas partes del mundo. Por ejemplo, será factible ayudar a «cosechar agua» en las zonas hídricas más pobres del sur y levante español, incluyendo el Camino del Santo Grial.
Vale destacar que esta aplicación de los conocimientos ancestrales de la cultura Nazca también sirve para arrojar luz sobre las misteriosas pistas o líneas, que han permitido el surgimiento de todo tipo de teorías en torno a su naturaleza desde su descubrimiento en 1547 por parte del conquistador Pedro Cieza de León.
Caminos, astronomía y extraterrestres
En un principio se pensó que simplemente eran carreteras o caminos, pero en 1941 el geógrafo e historiador estadounidense Paul Kosok estableció mediante Carbono 14 que las líneas de Nazca habían sido creadas sobre el año 550 después de Cristo, en el siglo I. Al mismo tiempo, planteó la hipótesis sobre un enorme calendario astronómico como propósito de estas líneas.
Para el autor suizo Erich von Däniken, en cambio, la explicación provenía desde otro mundo. Estableció en 1968 que las líneas de Nazca eran en realidad pistas de aterrizaje para naves espaciales de civilizaciones extraterrestres, que habían visitado nuestro planeta en el momento de apogeo de la cultura Nazca.
En 1994 fueron declaradas como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, pero el misterio sobre su origen aún continuaba. Sobre 2010, el especialista Luis Cabrejo desarrolló en el libro “El código Nazca” el concepto que permitió finalmente arribar a las investigaciones actuales: las líneas tenían un fin hidráulico, habían sido creadas con el propósito de hacer llegar agua a determinados campos agrícolas.
Ya en 2016, la investigadora italiana Rosa Lasaponara estudió mediante imágenes por satélite la distribución de estas líneas o pistas, concluyendo que se conectaban entre sí como canales de agua subterráneos.
Desiertos verdes
El proyecto “Salvar Nazca” se inició en 2012, desarrollando un profundo trabajo de investigación en la zona del desierto de Nazca, en Perú. El estudio permitió recopilar 3.750 imágenes por satélite, abarcando un área de investigación de 2.500 kilómetros cuadrados.
Según Hermida y su equipo, las líneas funcionan como un complejo sistema que regula el agua y por consiguiente la humedad del terreno. Este avanzado mecanismo permitió transformar al enorme desierto de Nazca en un colosal campo de cultivo, regado en su totalidad en diferentes estaciones del año con máxima eficiencia, a partir del sistema de ingeniería hidráulica creado por la antigua cultura prehispánica.
El esquema ideado por la cultura Nazca incluía el transporte de agua por largas distancias, la recolección de agua de lluvia, la recuperación de los sobrantes y hasta su acumulación para períodos de sequía.
De acuerdo al equipo español, este sistema puede combinarse con las tecnologías actuales para dar lugar a una alternativa capaz de revitalizar desiertos y zonas áridas en todo el planeta, transformándolas en áreas productivas. El sistema que integra el conocimiento ancestral y el actual se ha denominado “Nazca 2.0”.
Además de sus ventajas técnicas y operativas, el sistema tiene el beneficio de ser adaptativo y poder hacer frente a los requerimientos y características ambientales de distintas áreas geográficas. En tiempos de escasez o mala distribución de alimentos, problemas productivos, inequidades y cambio climático, esta alternativa puede ser una luz de esperanza para muchas regiones postergadas del planeta.