El Telescopio Gigante de Magallanes, un ojo para verlo todo

Entrará en funcionamiento en 2023 en el desierto de Atacama (Chile), y obtendrá imágenes del cosmos diez veces más nítidas que las del Hubble.

Así será el Telescopio Gigante de Magallanes cuando termine su construcción. Su potencia hará de este coloso una herramienta única en la búsqueda de exoplanetas con atmósferas propicias para la vida tal y como la conocemos. / Mason Media Inc. / GMTO Corporation

Vivimos en la edad de oro de los telescopios, y los próximos años prometen emociones fuertes para los astrónomos y la afición. El observatorio espacial James Webb acelerará nuestro conocimiento del cosmos, aunque acumula retrasos: se lanzará en mayo de 2020, casi 365 días después de lo previsto. Tres años más tarde –si los planes se cumplen– debutará el Telescopio Gigante de Magallanes (TGM), tan poderoso que, pese a estar en el planeta y no en órbita, obtendrá imágenes con una resolución diez veces mayor que la del viejo Hubble, que tanto ha dado a la ciencia desde que empezó a volar sobre la Tierra, en 1990.

El TGM será el telescopio óptico más grande de la historia, gracias a su espejo compuesto por siete segmentos que unidos suman 24,5 metros de diámetro, y también captará ciertas longitudes de onda del infrarrojo. Sus ambiciones no desmerecen de su tamaño: cuando funcione al cien por cien –año 2025–, ayudará a los científicos a analizar las atmósferas de los exoplanetas, algo clave en la búsqueda de vida extraterrestre; nos llevará a contemplar estrellas y galaxias en formación y el universo temprano; dará pistas sobre cómo surgen los planetas; y se espera que arroje luz sobre dos de los grandes enigmas de la astrofísica: saber qué demonios son la energía oscura y la materia oscura, que componen el 95 % del cosmos.

Hará todo esto desde el Observatorio Las Campanas, situado en las montañas del desierto de Atacama, en Chile. Esta región desolada y hostil a la vida es un paraíso astronómico. La extrema sequedad de su aire, la inexistente contaminación lumínica y el clima –allí hay más de trescientas noches al año consideradas óptimas para la observación– la convierten en un perfecto mirador celeste. Por eso la ha elegido el consorcio de universidades e instituciones científicas de Estados Unidos, Corea del Sur, Australia y Brasil que financia el TGM, miembro estrella de la nueva generación de telescopios gigantes terrestres que van a revolucionar lo que sabemos del universo.

El TGM en cifras

  • Cada uno de los siete segmentos de su espejo tiene 8,4 metros de diámetro. Unidos, formarán un espejo de 24,5 metros de diámetro con una superficie de 368 m2.
  • Los segmentos exteriores del espejo pesan 16,5 toneladas, y el central, 15. La fabricación de cada uno requiere 20 toneladas de cristal. Incluyendo los repuestos, se van a usar unas 160 toneladas de este material.
  • Se alzará a 2.515 metros sobre el nivel del mar. El edificio que lo contendrá alcanzará los 63 metros de altura, el equivalente a una construcción de 22 pisos.
  • Mover el telescopio para enfocar otras regiones del cielo supone desplazar 1.100 toneladas de peso.
  • Se prevé que entre en funcionamiento en 2023 y que esté plenamente operativo en el año 2025. El coste del proyecto es de unos 1.000 millones de dólares (algo más de 800 millones de euros al cambio actual).

Muy Interesante / Francisco Jódar