Descubren cuál es el volcán más gigantesco de la Tierra

El volcán Pūhāhonu, a casi 1.000 kilómetros al noroeste de Honolulu, ha desbancado al Mauna Loa. Curiosamente, apenas sobresale del oceáno unas decenas de metros.

Probablemente al pensar en un volcán se imaginará un estratovolcán, como el Teide o el Vesubio, una montaña cónica formada por muy violentas erupciones. Pero la realidad es mucho más compleja: la mayor parte de la lava generada en el planeta se libera a través de fisuras sumergidas en el océano. Además, la inmensa mayoría de los volcanes de la Tierra está en el Anillo de Fuego del Pacífico, un costurón de 40.000 kilómetros de largo que recorre las cosas de América, Japón y Nueva Zelanda: Allí se acumulan 425 volcanes, el 75% de todos ellos, y ocurren el 90% de los terremotos.

Por eso, a la hora de identificar el mayor volcán de la Tierra no basta con fijarse en la montaña más alta: hay que tener muy en cuenta la parte que queda sumergida bajo el mar o incluso en el subsuelo. Por eso, un grupo de investigadores de la Universidad de Hawái en Manoa, Honolulu, ha podido identificar cuál es el volcán más enorme de la Tierra: se trata de Pūhāhonu, un volcán sumergido situado al noroeste del archipiélago de las Hawái, en Estados Unidos. Sus conclusiones se han publicado recientemente en « Earth and Planetary Science Letters».

«Nuevos datos batimétricos –de las profundidades– y los mapas de gravedad, así como cálculos más refinados sobre el volumen y los análisis de petrología –estudio de la composición de las rocas– muestran que el volcán Pūhāhonu es el mayor y el más caliente de la Tierra», han escrito los autores del estudio, dirigido por Michael O. García.

La tortuga que sale a respirar

Desde la superficie, Pūhāhonu no es muy espectacular. Quien navegue por sus cercanías, a 952 kilómetros al noroeste de Honolulu, solo verá dos islotes, que apenas se elevan 50 metros sobre el nivel del mar y en los que solo recalan las gaviotas y los seres que viven incrustrados en las rocas. Su humilde porte explica que su nombre signifique «tortuga emergiendo para respirar», en hawaiano.

La humilde cumbre del volcán Pūhāhonu, 952 kilómetros al noroeste de Honolulu, Hawái / NOAA

Pero en la oscuridad, bajo las aguas, se esconde la más monstruosa «panza» de magma que se haya observado hasta ahora en el planeta. Los análisis han revelado que su tamaño es casi dos veces superior al de Mauna Loa, otro volcán hawaiano que hasta ahora era considerado como el mayor de la Tierra y que se eleva casi nueve kilómetros sobre el suelo oceánico, más que el Monte Everest.

De hecho, los investigadores han situado el volumen de Pūhāhonu entre los 119.000 y los 177.000 kilómetros cúbicos, mientra que Mauna Loa tiene 74.000. Es decir, Pūhāhonu puede ser hasta dos veces mayor que el que hasta ahora se pensaba que era el mayor volcán.

Tan masivo que dobla la corteza

Pūhāhonu apenas sobresale «para respirar», pero sus raíces se adentran mucho en las profundidades. Los investigadores han concluido que solo el 30% de su volumen sobresale en el suelo marino, mientras que el resto está oculto más abajo. De hecho, han concluido que la masa del volcán es tan enorme que ha hundido la corteza terrestre unos cuantos kilómetros, en el curso de los 14 millones de años en los que se formó.

En rojo, la masiva acumulación de magma del volcán Pūhāhonu / Michael O.Garcia et al. 2020

La presencia de olivino y otros minerales en algunas rocas sugiere, según los autores, que el magma de este volcán estaba muy caliente, a cerca de 1.700ºC, más que cualquier otro volcán hawaiano. Esto es una importante pista que indica cuál pudo ser el origen del Pūhāhonu.

El espectacular origen de Hawái

Para comprenderlo hay que situarle en su contexto. El archipiélago de Hawái forma parte de uno de los sistemas volcánicos más estudiados: la Cadena de montes submarinos Hawái-Emperador. Este sistema es resultado de un «punto caliente»: una zona donde una pluma mantélica, una especie de fisura por la que ascendieron materiales muy calientes del interior del planeta, fue atravesando la corteza terrestre y creando volcanes.

Curiosamente, mientras que la pluma estuvo más o menos en el mismo punto, la placa tectónica del Pacífico se fue moviendo, de forma que la pluma fue creando una cadena de montañas submarinas de 6.200 kilómetros de largo que van desde Hawái a las islas Aleutianas, cerca de la costa oriental de Rusia. Allí hay cuatro voclanes activos, dos dormidos y 123 extintos: la mayoría de ellos tiene el aspecto de atolones o montañas marinas.

Según lo que han observado estos investigadores, el magma alcanzó temperaturas que indican que el proceso que hizo nacer a Pūhāhonu ocurrió de una sola vez: una única «onda» de magma ascendió, aumentó el diámetro del núcleo de material y creó una capa aislante que aumentó más las temperaturas.

Una pluma de 2.000 kilómetros de profundidad

Los investigadores reconocen que la Cadena de montes submarinos Hawái-Emperador es uno de los lugares donde mejor se ha estudiado el efecto de una pluma mantélica sobre la superficie. Pero argumentan que todavía hoy se pueden seguir descubriendo interesantes detalles sobre esta parte tan relevante del planeta, para alcanzar «una comprensión más completa de la mecánica y la evolución térmica de las plumas del manto».

Se estima que la pluma de este punto caliente tiene de 500 a 600 kilómetros de ancho y hasta 2.000 kilómetros de profundidad. En sus 85 millones de años de actividad, ha creado unos 750.000 kilómetros cúbicos de roca. Una minúscula parte de ellos hoy es el mayor volcán de la Tierra: su nombre es Pūhāhonu.

ABC