El «santo grial» de los dinosaurios, aún más raro de lo que se creía

Un ejemplar hallado en Marruecos muestra que los misteriosos espinosaurios tenía una enorme cola para nadar por los ríos como los cocodrilos.

Reconstrucción de un espinosaurio: mandíbulas largas y estrechas con dientes cónicos, y una cola única para la locomoción acuática / Davide Bonadonna

Los únicos restos conservados en todo el mundo de espinosaurio, un formidable depredador de más de doce metros de longitud que vivió en África hace unos 100 millones de años, fueron destruidos en un ataque aéreo aliado sobre Múnich, Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. Así que este animal se convirtió en casi «una criatura mítica, el ‘santo grial’ para los paleontólogos que salían en busca de dinosaurios», explica Nizar Ibrahim, de la Universidad de Detroit Mercy (EE.UU.) y explorador de «National Geographic». Solo quedaron unos dibujos de los huesos destruidos, a los que se sumaron algunos restos aislados encontrados a lo largo de los años. Todo indicaba que se trataba de una especie muy inusual, pero lo que ahora han encontrado Ibrahim y su equipo «es aún más extraño y espectacular de lo que podríamos haber imaginado en nuestros sueños más locos», asegura el investigador a ABC en un correo electrónico.

Según cuentan este miércoles en la revista «Nature», los paleontólogos hallaron los restos de un espinosaurio juvenil en la formación geológica del Kem Kem, un área de 95 millones de años de antigüedad en el sureste de Marruecos. El esqueleto de Spinosaurus aegyptiacus comprende algo inesperado: una cola casi completa que en su totalidad debía de medir 5,3 metros, más o menos la mitad de la longitud del ejemplar. La cola en forma de paleta era flexible y capaz de moverse lateralmente para impulsar al dinosaurio a través del agua, de una manera similar a la de los cocodrilos modernos. Es decir, el espinosaurio, el depredador más largo conocido por la ciencia, era acuático y utilizaba la propulsión de la cola para nadar y cazar presas en un sistema fluvial masivo. Es la primera vez que se conoce un dinosaurio con esa adaptación.

Reconstrucción del esqueleto de la cola del espinosaurio (los huesos faltantes se muestran en blanco) – Dibujos: Marco Auditore. / Gabriele Bindellini.

Peces como automóviles

«¡Imagínese nadar en un gran río y ser perseguido por un dinosaurio depredador gigante con lomo de cocodrilo y una vela encima!», dice Ibrahim. Algunos de los peces que perseguía eran verdaderos gigantes, incluidos los celacantos del tamaño de un automóvil.

«La cola era una estructura altamente especializada, similar a una aleta, que habría impulsado al animal a través del agua. Permitió a este dinosaurio perseguir activamente presas en la corriente, y esa es la primera vez que se ve algo así en un dinosaurio», explica el paleobiólogo. Esta forma de nadar era una ventaja para el espinosaurio, que podía explotar una fuente de alimento -los peces- que no estaba disponible para otros dinosaurios depredadores.

Dos espinosaurios cazan un Onchopristis, un pez sierra prehistórico, en las aguas del sistema del río Kem Kem en lo que ahora es Marruecos – Jason Treat, NG Staff y Mesa Schumacher /Arte: Davide Bonadonna / Fuente: Nizar Ibrahim, Universidad de Detroit Mercy

Durante la existencia del espinosaurio, las temperaturas cálidas (polos sin hielo, alto nivel del mar) eran la norma en el mundo, pero el Sáhara también albergaba grandes sistemas fluviales, que se extendían por todo el norte de África. Allí es donde el espinosaurio cazaba a sus presas. El área también estaba cerca de la costa, por lo pudo existir cierta influencia marina en el ecosistema.

«Siempre quise encontrar otro esqueleto de espinosaurio», reconoce Ibrahim, bien conocido por ser el descubridor de otras especies de dinosaurios. Su expedición, financiada por la National Geographic Society, lo encontró y resultó ser aún más extraordinario de lo que creía.

ABC