Un oasis de vida en el lugar más insospechado: dentro de rocas volcánicas bajo el mar
April 3, 2020 El Mundo , NoticiasHan encontrado tantas bacterias como en el intestino humano en los resquicios de rocas a 100 metros bajo el fondo del océano, cerca de Nueva Zelanda.
En las últimas décadas, las nuevas técnicas de secuenciación, más potentes y baratas, han permitido rastrear el material genético en lugares donde no se había podido hacer hasta ahora. Gracias a esto, se ha descubierto que la vida microbiana, formada por virus, bacterias, hongos y otros, es muy abundante y está presente hasta en los sitios más inhóspitos.
Incluso bajo tierra. Se sabe que hay organismos viviendo en el subsuelo, en los poros y en los resquicios por donde se cuela el agua e incluso dentro de las mismas rocas. Ahora, un estudio publicado en « Communications Biology» ha hecho un hallazgo todavía más sorprendente. Científicos de la Universidad de Tokio (Japón), han hallado todo un oasis de vida, en el que densas comunidades de microorganismos viven dentro de rocas volcánicas enterradas 100 metros bajo el suelo oceánico. Lo más sorprendente es que allí hay tantos microbios como en el intestino humano, rondando números de hasta 10.000 millones células por centímetro cúbico. El hallazgo implica que la vida podría existir en sitios tan difíciles como esos no solo en la Tierra, sino también más allá, como puede ser en Marte o en planetas lejanos.
«Ahora mismo estoy más convencido de que podemos encontrar vida en Marte», ha dicho en un comunicado Yohey Suzuki, primer autor del trabajo. «Si no fuera así, tendría que ser porque la vida depende de otros procesos que no están presentes en Marte, como la tectónica de placas». Este proceso es el responsable de cambiar el aspecto de la superficie terrestre a través de los movimientos de las placas tectónicas, enormes bloques continentales que al deslizarse generan terremotos o zonas de vulcanismo.
Cien mil células por centímetro cúbico
El equipo de Suzuki hizo sus análisis en muestras de rocas basálticas de 33 a hasta 104 millones de años de antigüedad. Allí encontraron la presencia de microorganismos congregados en torno a venas de arcilla rica en hierro. Su concentración es importante y ronda las 10.000 millones de células por centímetro cúbico, un millón de veces más de lo que hay en basaltos más recientes, todavía no tan colonizados, y del orden de cien millones de veces menos de lo que se podría encontrar en un centímetro cúbico de suelo de sedimento oceánico.
Los autores han sugerido que estas densas comunidades viven de la materia orgánica unida al hierro de las venas de arcilla, porque han observado que en los basaltos más antiguos la mayoría de las bacterias son parientes de microorganismos que viven de ese tipo de fuentes.
¿Cómo se forman estos oasis?
Estos oasis de vida tienen unos orígenes espectaculares. Los volcanes submarinos expulsan lava a temperaturas de hasta 1.200 ºC, que queda solidificada en forma de rocas cuando entra en contacto con el agua. Este rápido enfriamiento provoca fracturas, que normalmente tienen menos de un milímetro de grosor y, con el paso de los millones de años, estos resquicios se rellenan de minerales de arcillas, sentando las bases para lo que con el tiempo se convierte en un vergel para los microorganismos.
«Estas grietas son un lugar muy amigable para la vida», ha dicho Suzuki. «Los minerales de arcilla son como un material mágico sobre la Tierra; si puedes encontrarlos, casi siempre puedes encontrar microorganismos viviendo sobre ellos».
Todo esto es más interesante de lo que parece, porque las erupciones submarinas han estado ocurriendo durante los últimos 3.800 millones de años, mientras que las bacterias y otros microrganismos han estado viviendo de fuentes inorgánicas de energía desde hace 3.800 a 3.500 millones de años. Sin embargo, la mayor parte de la corteza oceánica del planeta tiene menos de 10 millones de años, con lo cual la vida existente en rocas basálticas, más antiguas, es poco conocida.
Del fondo del oceáno a Marte
Además, Suzuki cree que los minerales que rellenan los resquicios de las rocas son similares a los que podría haber ahora en la superficie de Marte. «Los minerales son como una huella dactilar de las condiciones que había cuando se formaron las arcillas», ha dicho el investigador. «Con un pH entre neutral y ligeramente alcalino, baja temperatura, salinidad moderada, medio rico en hierro y roca basáltica», ha enumerado. «Todas estas condiciones son compartidas por el océano profundo y la superficie de Marte».
Por ello, Suzuki está colaborando con la NASA para trazar un plan con el que analizar muestras de rocas llenas de minerales de arcilla sobre la superficie del planeta rojo, en las próximas misiones robóticas.
En esta ocasión, las muestras de rocas se recogieron en 2010, durante una expedición de la misión «Integrated Ocean Drilling Program» (IODP), en tres puntos situados alrededor de la isla de Auckland, en Nueva Zelanda. Los investigadores usaron testigos de metal de 5,7 kilómetros de largo para llegar al fondo del océano, y después cavaron hasta una profundidad de 125 metros, para obtener cilindros de suelo de unos seis centímetros de ancho. Los primeros 75 metros resultaron ser sedimentos, así que tomaron muestras de unos 40 metros de rocas volcánicas.