El misterio de las 200 esferas de hace un millón de años
March 10, 2020 El Mundo , NoticiasUna investigación con alta tecnología 3D intentará averiguar si unas bolas de piedra prehistóricas halladas en Israel fueran hechas con alguna intención.
Han aparecido en distintos yacimientos de África, Europa y Asia. Son unas bolas de piedra esféricas de más o menos el tamaño de una mano humana y de entre 300.000 y un millón y medio de años de antigüedad cuya presencia desconcierta a los investigadores. Aunque se estudian desde hace medio siglo, se sabe muy poco acerca de cómo o para qué fueron manufacturados. ¿Por qué tienen esa forma redonda? ¿Fueron hechas con alguna intención? ¿Podrían tener algún significado simbólico?
Para arrojar luz sobre el misterio, un equipo de científicos españoles e israelíes estudiará durante un año 200 de estas piezas, denominadas esferoides, encontradas en el yacimiento de Ubeidiya (Israel), con el apoyo de fondos de la Fundación Gerda Henkel (Alemania). De roca caliza, tienen 1,5 millones de años y pertenecen a la cultura Achelense antigua, una industria prehistórica (también llamada de modo 2), en la que lo más habitual es encontrar hachas de mano complejas que pudieron ser empleadas como utensilios de carnicería. «Queremos averiguar qué son estas herramientas, si fueron manufacturadas intencionalmente o si son el producto accidental de un trabajo de percusión», explica por teléfono a ABC Deborah Barsky, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y profesora asociada de la Universidad Rovira i Virgili (URV) en Tarragona. Si estas piedras estuvieran manufacturadas intencionalmente seguirían una secuencia operativa determinada.
Para averiguarlo, los investigadores realizarán diferentes experimentos cuyos resultados ayudarán a determinar si los esferoides son el resultado de un complejo esquema cultural que involucra planificación mental. Para ello, aplicarán nuevas tecnologías analíticas desarrolladas por el Laboratorio de Arqueología Computacional (CAL) de la Universidad de Jerusalén y se benefician de la colaboración de un especialista en análisis lítico de Tel Hai College (norte de Israel).
En una primera fase de este proyecto, Barsky y Stefania Titton (estudiante de doctorado de la URV) viajaron recientemente a Jerusalén para trabajar con expertos de la CAL creando modelos de los artefactos digitalizados en 3D de alta precisión para el estudio de su morfometría geométrica, con el software desarrollado por este instituto. La siguiente fase del proyecto consistirá en reproducir experimentalmente los esferoides con la misma piedra caliza que el conjunto de Ubeidiya. Las investigaciones permitirán recopilar datos computacionales obtenidos a partir de la reproducción digital tanto de los esferoides arqueológicos como de los experimentales.
Rocas calibradas
«Las esferas parecen calibradas, pero no sabemos para qué servían», señala Barsky. «Hay quien piensa que eran para lanzar y otros creen que estaban destinadas a trabajar distintos materiales como piel, carne o para procesar plantas. Incluso algunos les atribuyen un significado simbólico, claro que este punto es muy difícil de verificar dada su antigüedad», dice la investigadora. «Muchos investigadores de hoy piensan que eran herramientas de percusión, para machacar, pero si su forma era intencionada o accidental es lo que tratamos de averiguar», añade.
Por su cronología, estas herramientas pudieron pertener a Homo erectus, una especie humana que aparece temprano en Eurasia. Sin embargo, Barsky indica que para hacer una determinación de la especie humana que las fabricó habría que realizar más estudios.
Los esferoides se han encontrado en diferentes yacimientos de Europa, Asia y África. Incluso en la península ibérica, en el yacimiento granadino de Barranco León (Orce), donde las excavaciones continúan bajo un proyecto liderado por la Universidad de Granada y financiados por la Junta de Andalucía, han publicado recientemente algunos artefactos similares con una cronología de hace 1,4 millones de años. Desentrañar su misterio podría decirnos algo más sobre la complejidad cognitiva de sus creadores.