Los últimos Homo erectus sobrevivieron hasta hace 108.000 años en Java

Logran datar por primera vez unos importantes fósiles hallados en los años 30. Los restos pertenecieron a los últimos miembros conocidos de su especie. Murieron en una catástrofe masiva.

Excavaciones en Ngandong durante el año 2010. / RUSSELL L. CIOCHON UNIV. OF IOWA

Las orillas del río Solo, en la isla indonesia de Java, guardaron durante milenios los fósiles de los últimos Homo erectus conocidos, los más recientes y evolucionados de la primera especie homínida en caminar totalmente erguida. Pero, tras el hallazgo de estos importantes restos, que se produjo entre 1931 y 1933, aún ha habido que esperar otros casi 90 años para determinar en qué tiempo vivieron.

Las últimas tecnologías, unidas a un interesante cambio de método, han permitido al fin resolver el enigma: los Homo erectus sobrevivieron hasta hace entre 108.000 y 117.000 años en la región de Ngandong (Java Central). Las malas condiciones tanto del terreno como de los huesos habían impedido hasta ahora una datación fiable, la cual se ha logrado tras excavar de nuevo para acceder al yacimiento original y estudiar minuciosamente el entorno.

La población de Homo erectus a la que pertenecen los restos -12 calaveras y dos espinillas- sobrevivió gracias a encontrar refugio en el entorno del río Solo. La zona se mantuvo relativamente seca en medio de un cambio climático, que transformó en bosques húmedos y cálidos los paisajes más abiertos en los que vivía esta especie, llegada a la isla de Java hace 1,7 millones de años.

Los Homo erectus de Ngandong son importantes no sólo porque sean los últimos ejemplares conocidos de su especie, sino también porque son los más avanzados anatómicamente: sus cerebros eran más grandes y sus frentes, más amplias, todo lo cual indica que, en algún momento, se produjo un importante cambio evolutivo.

“La gran pregunta es: ¿este cambio evolutivo sucedió de manera aislada o fue el resultado directo de una mezcla con otra especie humana?”, plantea a EL MUNDO Kira Westaway, una de las principales autoras del estudio, que publica esta semana la revista Nature. La datación exacta de los fósiles, explica esta investigadora, ayudará a responder esta cuestión, pues sitúa a los últimos y más modernos Homo erectus en un marco temporal concreto, en el que quizá pudieron mezclarse con algunas especies, pero no con otras.

“En estos momentos, no existen pruebas de el Homo erectus y los humanos modernos coincidieran, pero había humanos modernos en África al mismo tiempo que los Homo erectus de Ngandong habitaban en Java”, concreta Westaway, investigadora de la Universidad Macquarie de Sídney. A la isla indonesia, sin embargo, no llegaron los humanos modernos hasta hace 36.000 años, lo que “elimina cualquier posibilidad de que los humanos (actuales) sean descendientes directos del Homo erectus.

Lecho óseo en el yacimiento de Ngandong./ RUSSELL L. CIOCHON

“Realmente, la sincronización lo es todo en esta historia humana”, resume Westaway. Los últimos Homo erectus, de hecho, vivieron aproximadamente al mismo tiempo que los Homo floresiensis -conocidos como Hobbits– de Indonesia y el recién descubierto Homo luzonensis de las Filipinas, y con ambos compartía algunos rasgos anatómicos.

Las tres especies, señala Russell Ciochon, investigador de la Universidad de Iowa y otro de los autores del estudio, “representan tres trayectorias evolutivas distintas de los Homo en las islas del sudeste asiático, y todas ellas acabaron extinguiéndose“.

Anteriores estudios habían arrojado dataciones extremas y contradictorias sobre el tiempo en que vivieron los Homo erectus de Ngandong: algunos daban fechas demasiado recientes -hace entre 53.000 y 27.000 años- mientras que otros arrojaban un periodo mucho más lejano -hace entre 147.000 y 500.000 años-. “Tras muchos esfuerzos poco convincentes de datar el yacimiento, sabíamos que necesitábamos intentar un enfoque diferente”, explica Westaway.

LA CLAVE, ESCUDRIÑAR EL PAISAJE

“La clave de este enfoque ha sido ser capaces de datar los sedimentos enterrados. En vez de centrarnos sólo en los fósiles, en sí mismos, hemos acudido a su lugar en el paisaje”. Es decir, los científicos han considerado a los huesos como parte de un puzle más amplio, para ver cómo encajaban en un ambiente cambiante cuyos vestigios se han analizado en distintos niveles de sedimentos.

Para ello, tuvieron que datar distintos niveles de depósitos de sedimentos e ir acotando, por arriba y por abajo, las fechas a las que debían pertenecer los fósiles. “Haciendo esto, podíamos ver que una fecha más temprana o más antigua no era posible para Ngandong”, añade Westaway, quien también indica que contaron con las últimas tecnologías de datación por luminiscencia estimulada por infrarrojos (IRSL), la cual no estaba aún disponible cuando comenzó la investigación, en el año 2008.

Por último, los científicos excavaron de nuevo el sitio original, lo que les proporcionó la confirmación definitiva: “Encontrar el lecho óseo original fue crucial para este estudio. De ese modo, no podía haber confusión ni duda sobre si el material que datamos estaba directamente asociado al descubrimiento original de los Homo erectus“, concluye Yan Rizal, del Instituto de Tecnología de Bandung.

Los fósiles de los homínidos muestran que éstos debieron morir al mismo tiempo que la fauna que los rodeaba, lo que indica que se debió producir un gran evento catastrófico que “barrió a esta población estresada y en declive”, narra Westaway. “Por el momento, no sabemos en qué consistió este evento”.

El Mundo