Las camas de los chimpancés están más limpias que las nuestras

Un nuevo estudio sugiere que estos grandes primates tienen mejores hábitos en la cama que nuestra especie y mantienen sus lechos en mejor estado y más limpios.

Purpleairplane vía Wikimedia Commons / CC

Los chimpancés, Pan troglodytes, son más ordenados que los humanos, al menos en un asunto, y probablemente en muchos más: mantienen sus camas más aseadas y, en general, en mejor estado que nosotros. Esa es una de las principales conclusiones de un reciente estudio en el que se han analizado las poblaciones de microbios y artrópodos presentes en los lechos que nuestros primos evolutivos hacen cada noche en los árboles de las forestas que habitan.

En el ensayo, que ha sido publicado en la revista Royal Society Open Science, los científicos señalan que en sus nidos esperaban encontrar más microorganismos relacionados con los propios cuerpos de los chimpancés, como bacterias fecales u otras que suelen hallarse en la piel o en la boca de estos animales. De hecho, es lo que suele ocurrir en el caso de las personas. Sin embargo, y para su sorpresa, no fue así. Algo parecido ocurrió con los artrópodos ectoparásitos que detectaron en sus camas arbóreas. Ninguno de los pocos con los que se toparon estaba especializado en los chimpancés o las estructuras que estos construyen. Según estos expertos, los resultados sugieren que los organismos a los que están expuestos estos primates en sus lechos son esencialmente los mismos que los que se encuentran en su entorno.

“Los hogares humanos son ecosistemas en sí mismos; nuestras camas a menudo contienen una muestra de los que podemos hallar en casa. Por ejemplo, cerca del 35% de las bacterias presentes en nuestros lechos provienen de nuestro cuerpo”, indica la zoóloga Megan Thoemmes, del Departamento de Ecología Aplicada de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que ha coordinado esta iniciativa.

El objetivo de Thoemmes y sus colaboradores era establecer hasta qué punto esto mismo se daba entre los chimpancés, que forman refugios con hojas y ramas a varios metros de altura. Para determinar la diversidad microbiana presente en ellos tomaron muestras en 41 localizados en Tanzania, donde viven unos 2.500 ejemplares. En 15, además, buscaron insectos y arácnidos.

Muy limpitos

Desde el principio, estaba claro que estos organismos iban a ser considerablemente distintos de los que podrían encontrarse en nuestras camas. Las suyas cuentan con una mayor diversidad, pero esta refleja la de los árboles en los que duermen, y apenas contienen microbios relacionados con ellos mismos. “Prácticamente no encontramos ni uno de los que pensábamos localizar, como los que viven en la piel, por ejemplo. También esperábamos dar con muchos parásitos, pero no fue así. Detectamos solo cuatro en todos los nidos que estudiamos”, afirma Thoemmes. “Y eran únicamente cuatro especímenes, no cuatro especies diferentes”, recalca.

“Nuestro trabajo refleja cómo nuestras construcciones contribuyen a remodelar los ecosistemas y nuestro entorno más inmediato. En cierto modo, todos nuestros intentos por conseguir un medio lo más limpio posible hace que este, en realidad, sea menos idóneo”, señala esta investigadora en un comunicado.

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