¿Qué es la filosofía y por qué es la más sublime de todas las ciencias? Aristóteles nos lo dice.

El filósofo explica qué es la filosofía y por qué es una ciencia divina.

Son dos las grandes fuentes de donde se deriva la filosofía occidental: Platón y su alumno Aristóteles. Para Platón la filosofía -tomando de Sócrates- era la preparación o el entrenamiento para la muerte y también aquello que lleva el alma de regreso hacia el mundo de las ideas y le permite al hombre hacerse divino (apoteosis). Aquellos pensadores menos idealistas y menos dados a la metafísica se inclinan más hacia la filosofía de Aristóteles -quien no sólo fue un gran filósofo sino fue un protocientífico-. Aristóteles, era llamado en la Academia de Platón simplemente “la Mente” debido a su enorme capacidad intelectual, y también “el lector” ya que como nadie antes que él fue un formidable lector (Aristóteles leía para sí mismo como leemos nosotros; la mayoría de los griegos, en cambio, empleaban esclavos para que les leyeran en voz alta). El pensamiento de Aristóteles llegaría a Europa a finales de la edad media pasando a través de la cultura árabe, ya que el maestro griego fue traducido mucho antes al árabe que al latín, siendo importante influencia en pensadores de la talla de Averroes y Avicena, entre otros de los grandes sabios del esplendor cultural islámico. Santo Tomás de Aquino luego comentaría la obra de Aristóteles e incorporaría su filosofía a la teología cristiana. Algunos de los primeros científicos fueron obviamente miembros de la iglesia cristiana, como Roger Bacon, uno de  los padres del método científico, para quien la influencia de Aristóteles fue central. Los pensadores cristianos se referirían a Aristóteles simplemente como “el filósofo”.

Dijimos que Aristóteles es menos metafísico que Platón, sin embargo, no quiere decir que la filosofía de Aristóteles no sea “metafísica”, sino que Aristóteles se separa y crítica la teoría de las ideas de su maestro, argumentado que no es necesario postular múltiples realidades independientes o trascendentes- las ideas o formas, no se encuentran separadas de las cosas sensibles. Sin embargo, Aristóteles, no es realmente un materialista, ya que existe una necesaria “sustancia eterna e inmóvil”, la cual llama Dios. El Dios de Aristóteles no es un Dios que se inmiscuya en la creación, ni es tampoco un dios personal: es absoluta conciencia que se piensa a sí misma, es un “motor inmóvil” que magnetiza al cosmos, el cual se mueve hacia él a través del amor.

El libro donde Aristóteles expone su filosofía o su metafísica es el libro que ha sido llamado Metafísica, un libro que ha sido titulado así sólo porque le sigue a la Física y Aristóteles dice que su materia debe estudiarse sólo después de estudiar la física. Algunos comentadores han dicho que el libro bien podría llamarse también “filosofía”, ya que es lo que discute allí. Tanto Platón como Aristóteles coinciden en que la filosofía nace en los hombres del asombro o la admiración (thaumazein). La maravilla, el misterio, están en el origen del conocimiento: la filosofía es amiga de los mitos, pues “el asunto de los mitos es lo maravilloso”. Pero a diferencia de otros tipos de conocimiento, la filosofía se distingue por no tener otro motivo que ella misma, es aquella “a la que se busca por sí misma, sólo por el ansía de saber” y no por sus “resultados”. Es decir, se distingue del utilitarismo por su pureza. Algo que sería importante recordar hoy en día en la era de la autosuperación y la filosofía científica de las universidades. “Los primeros filósofos filosofaron para liberarse de la ignorancia… es evidente que se consagraron a la ciencia para saber y no con miras a la utilidad”, nos dice nuestro filósofo. Notablemente Krishna en la Bhagavad Gita, más o menos por la misma época que Aristóteles filosofaba en Grecia, le enseñará a Arjuna que el verdadero dharma y el acto de un hombre sabio no tiene un fin ulterior, es la acción que se hace por sí misma.

Esta pureza y este deseo de conocimiento sin miras ulteriores es lo que hacen a la filosofía la más alta de todas las ciencias, es decir, de todas las epistemologías o formas de conocer. Es la única ciencia que merece “llevar el nombre de libre”, dice Aristóteles, quien la compara con el hombre que no tiene dueño, lo que nos hace pensar un poco en el mito de la cueva de Platón. La filosofía consiste “en el estudio de las causas y los principios”. Los primeros filósofos griegos se dedicaron sobre todo a ponderar cual era el origen de las cosas, el arché: Tales pensó que era el agua; Heráclito el fuego; Anaximandro lo ilimitado o infinito (apeiron); Pitágoras el número; Empedocles los cuatros elementos y su relación de oposición, Parménides el Ser, etc. Este era el milieu donde Aristóteles y Platón volvieron más sofisticada la eterna interrogación por el origen.

Aristóteles nos dice que muchos de estos filósofos en realidad no responden verdaderamente a la causa primera o a la causa final, sino solamente a la causa material  y/o al principio de movimiento. Intentando evitar un regressus ad infinitum, Aristóteles postula como causa primera un “motor inmóvil” , que es eterno, indivisible, inmaterial, perfecto y que existe solamente en la contemplación de sí. Este motor inmóvil es Dios y es equiparado con el intelecto activo. La paradoja del motor inmóvil se resuelve diciendo que éste mueve inspirando el deseo en los astros de imitar su perfección. El universo de Aristóteles no tiene principio ni final, y tampoco un acto creativo primordial como el fiat lux cristiano. Nuestro filósofo nos dice que la actividad de Dios es la contemplación y por lo tanto ésta es también la actividad más alta a la que se puede aspirar.

Aristóteles es elocuente y muestra su amor por su disciplina cuando nos dice:

No hay ciencia más digna de estimación que ésta; porque debe estimarse más la más divina, y ésta lo es en un doble concepto. En efecto, una ciencia que es principalmente patrimonio de Dios y que trata de las cosas divinas es divina entre todas las ciencias. Entonces sólo la filosofía tiene este doble carácter. Dios pasa por ser la causa y el principio de todas las cosas y Dios solo, o principalmente al menos, puede poseer una ciencia semejante. Todas las demás ciencias tienen, es cierto, más relación con nuestras necesidades que la filosofía, pero ninguna la supera.

Aquí Aristóteles se anticipa a la idea que predominará en la modernidad de que la filosofía es inútil, y el filósofo pierde su tiempo ¡Qué enorme distancia nos separa de Platón y Aristóteles! Ciertamente la filosofía puede considerarse inútil desde la perspectiva de un pragmatismo materialista y, sin embargo, como nos dice nuestro filósofo no hay nada superior a ella, no hay nada más importante en la vida que la sabiduría. La sabiduría es la divinidad misma.

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