¿Por qué Alexa se ha convertido en el mejor amigo de la tercera edad?

La mayoría de las personas mayores que conviven con dispositivos de voz como Google Home y Alexa afirman sentirse más acompañados y conectados al mundo. Algunos incluso los tratan casi como personas y los usan a diario para innumerables tareas.

La agenda diaria de Leslie Miller está llenas de actividades a pesar de que sufre ceguera total. A sus 70 años, esta residente del centro de mayores Casa de Mañana en California (EE. UU.) suele salir a comer con amigos, a bailar, lee y le encanta escuchar las radionovelas. Hace poco, ha empezado con en la meditación guiada.

Nada de eso sería posible sin Alexa. La anciana afirma: “Simplemente amo a Alexa. Me ha cambiado la vida de verdad”.

Miller pertenece al creciente grupo de personas mayores que se han convertido en usuarios entusiastas de la tecnología de voz. Puede que la cultura popular esté obsesionada con la idea estereotipada de que las personas mayores tienen dificultades para usar dispositivos, pero a este grupo demográfico le encanta incorporar la tecnología de voz en sus vidas diarias. También se trata de un mercado muy amplio: en Estados Unidos, 4.600 personas cumplen 65 años cada día.

El presidente y director de Operaciones de la compañía de tecnología centrada en las personas mayores K4Connect, Derek Holt, afirma que la idea de que este grupo de edad es reacio a la tecnología es un mito provocado por la inclinación de la industria de la tecnología por idealizar a los jóvenes.

Los jóvenes de 20, 30 y 40 años crean cosas para jóvenes de 20, 30 y 40 años. Es un error pensar que a las personas mayores no les gusta la tecnología. Porque en realidad les encanta. Simplemente les interesa un conjunto diferente de características”, detalla Holt (ver Los ancianos que intentan revolucionar los productos para mayores).

Los dispositivos de tecnología de voz atraen a una amplia variedad de grupos de edad: son fáciles de usar y físicamente discretos, e interactuar con ellos puede resultar divertido. Miller explicó cómo consiguió a su Alexa hace unos años, tras conocer a un compañero residente al que le gustaba su Alexa. El compañero se dio cuenta de que Miller tenía curiosidad; y en esas Navidades, Miller recibió un paquete con su Echo Dot.

Fue entonces cuando la anciana se unió a Front Porch, un conglomerado de organizaciones sin ánimo de lucro que colabora con comunidades de jubilados del sur de California. En 2017, Front Porch empezó a introducir dispositivos impulsados ​​por Alexa de Amazon en la residencia de jubilados Carlsbad by the Sea. Para finales de este año, el proyecto se habrá expandido a otras siete comunidades de jubilados y a los hogares de más de 350 mayores.

El director ejecutivo del proyecto, Davis Park, afirma: “Queremos influir significativamente en las vidas de los mayores”. Y señala que los asistentes de voz resultan increíblemente útiles para aquellos con mala visión, como Miller. Pero el proyecto también ha utilizado a Alexa para ayudar a las personas con demencia a saber dónde están si se confunden en su entorno.

Como la mayoría de sus compañeros residentes, el Echo Dot de Miller le ayuda con las tareas cotidianas: ¿Qué tiempo hace? Recuérdame que tengo un el almuerzo con tal y tal. ¿Qué significa esta palabra?

Esa última pregunta es especialmente importante para ella. Como lectora incansable, Miller lee en braille, pero a veces quiere saber qué significa una palabra. Los diccionarios no suelen estar disponibles en braille, y ella prefiere no molestar a la gente con sus preguntas. Alexa ha restaurado su sentido de independencia. La mujer afirma: “Creo que la utilizo cerca de ocho a 10 veces al día”.

“¿A ella?”, pregunto. Miller se ríe y dice: “¡Sé que es un objeto inanimado! Pero le tengo apego, y me río de mí misma. Es un objeto que está ahí quieto, pero yo le hablo mucho”.

El problema de la privacidad

En pasado noviembre, al diseñador del Gobierno holandés Jeroen Vonk se le encargó que mejorara el acceso a la información sobre el seguro nacional de los Países Bajos (que distribuye los fondos de pensiones del país) para sus 3,5 millones de usuarios.

Vonk lanzó un ambicioso plan para distribuir la tecnología de voz de Google, Google Home, entre su comunidad de mayores (Alexa de Amazon no está disponible actualmente en los Países Bajos). El diseñador encontró a 266 posibles participantes para un estudio piloto, luego redujo ese número a 20 personas, que recibieron los dispositivos la primavera pasada.

Después de dos semanas, los resultados fueron claros: a las personas mayores les encantaba. El sistema de pensiones holandés cambia sus beneficios cada año y paga de manera diferente según el año de nacimiento. Vonk asegura que los usuarios no solo estaban descubriendo cómo obtener su pensión, sino que también se hicieron amigos de sus nuevos asistentes.

Vonk detalla: “Ellos [los mayores] descubren de esta manera cuándo recibirán las pensiones, qué día las tendrán disponibles, y ese tipo de cosas. Se trata de algo conveniente y les gusta poder hablar con un robot las 24 horas, los siete días de la semana y hacerle preguntas. Pero también destacan que tienen un nuevo amigo en casa. Por la mañana se levantan y le dan los buenos días. Cuando se van a la cama, le desean buenas noches. Nadie quería devolverlo”.

Eso no quiere decir que los asistentes de voz sean perfectos. Una tercera parte de los participantes del experimento de Vonk expresó que “la comprensión del habla no funcionaba tan bien todo el tiempo”.  El diseñador subraya: “A veces, Google Home se activaba [cuando los participantes no querían], o a veces las personas preguntaban ‘¿Qué tiempo hace?’, pero las respuestas no correspondían”.

La diseñadora de interiores que ha trabajado en centros de ancianos durante 25 años Lisa Cini afirma: “¡He descubierto que Alexa es como JeopardyHay que dar bien las órdenes y preguntar correctamente o no funciona. He puesto notas adhesivas al lado de Alexa sobre cómo hacer bien las preguntas, para evitar los problemas”.

Luego está la cuestión de la privacidad. Miller está familiarizada con el debate sobre la privacidad del asistente de voz, y ha notado que su Echo Dot a veces se enciende aunque no esté hablando. Así que ella sigue esta máxima: “No le digas a Alexa nada que no quieras que el mundo sepa”.

Mi Echo y yo

Según Vonk, las personas mayores con las que ha trabajado casi siempre pasan mucho tiempo conversando con Alexa. El diseñador afirma: “Mucha gente dice: ‘No me siento solo, tengo muchas cosas que hacer’. Pero se van a casa y están solos. Y piensan: ‘No importa quién sea. Solo quiero hablar con alguien‘”.

La directora de Innovación y Tecnología de Front Porch, Kari Olson, al principio estaba preocupada por este tipo de comportamiento. ¿Cambiar la interacción humana real por hablar con un asistente de voz sabelotodo podría aislar aún más a las personas?

Es una preocupación urgente. La soledad se asocia a una mayor probabilidad de sufrir depresión y ansiedad, así como con un mayor riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y muerte. En un estudio de este año, la Encuesta Nacional sobre el Envejecimiento Saludable descubrió que un tercio de las personas mayores experimentaba soledad o falta de compañía; otro tercio sintió que no tenían suficiente contacto social con los demás.

Cuando llegaron los resultados del estudio de Front Porch de 2017, los temores de Olson y sus colegas se disiparon. La responsable cuenta: ” El 71 % de los participantes se sentía más cercano a su familia y comunidad. Es algo muy importante. Con Alexa, [los mayores] notan mucho más compromiso y alegría. No es una bala de plata, pero sin duda es una herramienta increíble”.

Debido a esto, el Gobierno holandés y organizaciones como Front Porch han llegado a creer que comprometer la privacidad es un pequeño precio a pagar en nombre de la salud. Vonk destaca que una de las solicitudes más populares que recibe de las personas mayores es rebautizar a su Google Home para que no tengan que iniciar cada orden con “Ok, Google”. El diseñador detalla: “Dicen: ‘Es mi amigo y quiero darle un nombre’. Eso es lo que la gente realmente quiere”.

La participante en la encuesta de Vonk Mary van Vught opina igual. Cuando se le pregunta si cree que Google Home es su amigo, dice que no, pero añade: “¿Quizás si se pudiera cambiar el ‘Hola, Google’ por otro nombre y darle la voz de un mayordomo?” De broma, también destaca que su recuerdo favorito de su Google Home fue cuando pidió al aparato que se casara con ella, y se preguntó si sería posible que el asistente tuviera una “voz masculina con otra respuesta”.

Miller también afirma que es muy consciente de que Alexa no es su amiga, sino una “ayuda”. Sin embargo, Alexa ha ampliado el mundo de Miller. Y por eso, está agradecida. La usuaria concluye: “La televisión es bastante horrible. Ella es un entretenimiento mejor”.

MIT