Encuentran el interruptor cerebral del valor

Aunque el estudio se ha llevado a cabo en ratones, los hallazgos son relevantes para los humanos.

Cuando vemos peligro, reaccionamos. Ya sea que elijamos correr, escondernos o enfrentarnos a la amenaza de frente, nuestra decisión “instantánea” es el resultado de un complejo mecanismo cerebral que integra datos visuales y desencadena una respuesta apropiada. ¿Cómo ocurre esto?Un nuevo estudio publicado en la revista Nature lo explica.

En el reino animal, la visión es vital para la supervivencia. Este importante sentido informa al cerebro sobre los depredadores y otras amenazas, y, a su vez, el cerebro genera una reacción adecuada: valor o miedo, lucha o huida.

Pero, ¿cómo se lleva a cabo este proceso? ¿Cómo integran los animales -los humanos- la información visual con los circuitos cerebrales apropiados que controlan nuestros estados emocionales y luego nuestro comportamiento y nuestras acciones?

Un equipo de científicos dirigidos por Andrew Huberman de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en California (EE. UU.) ha encontrado que ciertos circuitos cerebrales son “responsables” de la decisión de luchar o huir ante el peligro.

Aunque el estudio se realizó en ratones, los hallazgos son igualmente relevantes para los humanos. De hecho, los resultados tienen implicaciones importantes para comprender y controlar el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la adicción y las fobias.

Para examinar la respuesta de los roedores a una amenaza, los investigadores simularon el acercamiento de un ave de rapiña y usaron el marcador neuronal c-Fos para rastrear la actividad de las neuronas de los ratones. Encontraron una mayor actividad en las neuronas que se agruparon en una estructura llamada línea media ventral del tálamo. Mediante el mapeo cerebral pudieron ver qué información sensorial entraba y qué información salía de esta zona.

Descubrieron que la línea media del tálamo recibe información de una amplia gama de áreas cerebrales que procesan estados internos, como el miedo, pero que envía información de forma muy selectiva a solo dos áreas principales: la amígdala basolateral y la corteza prefrontal medial.

Los hallazgos del estudio pueden ayudar a entender al trastorno de estrés postraumático o las adicciones

La amígdala procesa el miedo, la agresión y otras emociones, mientras que la corteza prefrontal medial utiliza su función ejecutiva para modular las respuestas emocionales (así como la ansiedad).


‘Encender’ el interruptor del coraje

Al observar la trayectoria en el cerebro, los investigadores se preguntaron si la inhibición selectiva de ciertas neuronas a lo largo de estas vías producía reacciones específicas de lucha o huida. Para descubrirlo, estimularon solo la actividad del núcleo xifoideo mientras confrontaban a los roedores con la imagen del ave de rapiña. Esto hizo que los ratones se congelaran frente al depredador.

Después de eso, estimularon la actividad del tracto que va desde el núcleo reuniens hasta la corteza prefrontal medial. Esto causó una reacción sorprendente: los ratones se volvieron agresivos, y se preparaban para defenderse. Una respuesta de coraje o valor innegable.

“Podías escuchar sus colas golpeando contra el costado de la cámara. Es el equivalente en el ratón a abofetear y golpear tu pecho y decir: ‘¡OK, peleemos!’“, explica Andrew Huberman, líder del proyecto.

Un segundo experimento confirmó los resultados: estimulando exclusivamente el núcleo reuniens durante medio minuto antes de ponerles delante al depredador, producía la misma respuesta de comportamiento: en lugar de esconderse, los ratones sacudían sus colas y se exponían en áreas desprotegidas, listos para luchar.

Huberman dice que los hallazgos son muy relevantes para los humanos, dado que los cerebros humanos tienen una estructura similar a la línea media ventral del tálamo.

Sugiere que las personas que viven con fobias, ansiedad o trastorno de estrés postraumático podrían beneficiarse pronto de los hallazgos, ya que la reducción de la actividad en esta zona o en los grupos neuronales adyacentes puede ayudar a estas personas a superar sus miedos.

“Esto abre la puerta al trabajo futuro sobre cómo cambiarnos de parálisis y miedo a ser capaces de enfrentar los desafíos de una manera que mejore nuestras vidas”, sentencia Huberman.

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