El ‘Homo sapiens’ vivía en el territorio que hoy es Grecia hace ya 210.000 años
July 11, 2019 El Mundo , NoticiasUn cráneo hallado en Grecia sugiere que los humanos modernos se dispersaron fuera de África mucho antes de lo que se creía, pues habrían entrado en Europa 150.000 años de lo que se pensaba.
Desde 1978, los científicos investigan dos cráneos fósiles encontrados en la cueva griega de Apidima, en la península de Mani, en el sur del Peloponeso. Uno parece pertenecer a la parte posterior de la cabeza de un ser humano. Aún está unido a una fracción de roca del yacimiento y de él sólo se conserva ese fragmento. El otro está más completo. En él pueden apreciarse las facciones de una cara, pero es frágil y está partido en múltiples pedazos.
Los problemas para extraerlos sin romperlos han dificultado su identificación. Esta es una de las razones por las que el estudio de su cronología no se ha completado antes. Tras décadas de retraso, ahora un grupo internacional de investigadores alemanes, griegos y británicos ha utilizado técnicas de reconstrucción en 3D y el método de datación por series de uranio para conseguirlo. Según sus conclusiones, los restos corresponden a un humano moderno de 210.000 años de antigüedad y a un neandertal de hace 170.000 años. ¿Sus nombres? Apidima 1 y 2.
A Apidima 1 lo han identificado por la forma redondeada que tiene la parte posterior del cráneo de nuestra especie. A Apidima 2, por poseer los rasgos típicos de un neandertal, con un prominente toro supraorbital y un gran parecido a otros neandertales encontrados antes en Gibraltar e Italia. Los resultados, publicados este miércoles en la revista Nature adelantan en miles de años la fecha en la que el hombre moderno aparece en Eurasia (término que los científicos usan para nombrar un único continente formado por Europa y Asia). Apidima 1 sería así el Homo sapiens moderno de mayor antigüedad encontrado hasta la fecha en dicha región y su característica forma curvada, la primera de este tipo del registro fósil de nuestra especie.
“El aspecto redondeado de la parte posterior del cráneo es una característica exclusiva de los humanos modernos, que se cree que apareció relativamente tarde en su evolución. Sí, este sería el fósil humano más antiguo y sin distorsiones que muestra dicho perfil posterior del cráneo como el de un humano moderno”, ha corroborado a EL MUNDO Katerina Harvati, paleoantropóloga de la Universidad de Tubinga (Alemania) y autora principal del estudio.
Los autores son prudentes con los restos de Apidima 1, por la carencia de otras características identificables en este individuo. “No tenemos el hueso frontal, el arco superciliar, la cara, los dientes o la región del mentón, cualquiera de los cuales podría tener una forma menos ‘moderna’, ha advertido a este periódico Chris Stringer, antropólogo del Centro para la Investigación de la Evolución Humana del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido) y coautor de este trabajo.
En cualquier caso, el hallazgo apoya la idea de que los humanos modernos se dispersaron fuera de África mucho antes de lo que se creía y de que llegaron más lejos. “Si nuestros análisis son correctos, el Homo sapiens entró en Europa 150.000 años antes de lo que pensábamos”, ha señalado Stringer.
Se trata de un descubrimiento importante pero que, en realidad, no va a sorprender a la comunidad científica. “La existencia de sapiens tempranos fuera de África ya se sospechaba por los enigmáticos signos de intercambio temprano de ADN entre poblaciones de neandertales y sapiens”, ha explicado Stringer. Muchos son ya los datos que poseemos sobre los cruzamientos de estas dos especies evolutivamente tan próximas, en distintos momentos de su coexistencia y que está demostrado que llegaron a tener descendencia, como apuntan diversos estudios de secuenciación genética.
No obstante, estos resultados plantean muchas preguntas, la primera sobre su origen. ¿De dónde provienen los humanos de Apidima? “La ruta más probable desde África sería a través del Levante y Turquía”, ha comentado Stringer. “Ahora nuestro escenario es que hay un grupo de humanos modernos en Grecia de hace 210.000 años, quizás relacionado con poblaciones comparables a las de Levante, pero que posteriormente fue reemplazado por una población neandertal (representada por Apidima 2) hace unos 170.000 años”. El Levante al que se refiere Stringer no es el de nuestra costa mediterránea, sino la región de Oriente Próximo que comprende Israel, Jordania, Líbano, Siria y Palestina.
La cueva griega de Apidima se localiza al pie de un acantilado junto al mar. Es un lugar de difícil acceso al que sólo se puede llegar usando una embarcación. Dentro, en una serie de cuevas existe un yacimiento de complicado estudio por las características de fosilización de los restos, fuertemente incrustados en la matriz de roca. De momento no hay datos sobre otras especies animales, ni se han encontrado herramientas humanas que aporten contexto a la época en la que se formó, el Pleistoceno.
Tampoco se conocen, aún, las implicaciones de haber encontrado juntos estos dos restos fósiles. “No podemos decir que vivieran en la cueva al mismo tiempo”, ha mencionado Harvati durante la rueda de prensa telefónica previa a la publicación del estudio. “Es posible que uno ya estuviera allí y llegara otro. También es posible que se encontraran, pero no tenemos respuesta para estas preguntas”, ha recalcado la investigadora.
“Desafortunadamente, no hay herramientas de piedra directamente asociadas con ninguno de los cráneos de Apidima para ayudar a establecer conexiones en otros lugares. Pero si hemos interpretado correctamente las pruebas de Apidima, la obra de estos primeros Homo sapiens debe estar presente en otros lugares del registro europeo”, ha indicado Stringer.
Para descifrar estas incógnitas habrá que esperar a que aparezcan nuevos fósiles o a que, los que ya se conocen, puedan ser estudiados por su ADN antiguo o por modernas técnicas de análisis de proteínas. En este sentido, todos los expertos se ponen de acuerdo al constatar que la historia del hombre se completa con cada descubrimiento y apunta a un origen cada vez más heterogéneo y complicado.