Así entró el ser humano en América hace más de 10.000 años
June 5, 2019 El Mundo , NoticiasLos análisis del ADN de sus primeros pobladores aportan nuevos detalles sobre su origen. La llegada de una población de paleoesquimales hace 5.000 años contribuyó al genoma de los nativos.
Hace 12.000 años, durante el Pleistoceno superior, Siberia y Alaska estaban conectadas por un puente de tierra. Poblaciones de cazadores y recolectores llegados desde Asia podían atravesar esa región natural -llamada Beringia- rumbo al este. Durante mucho tiempo el límite de ese viaje estuvo marcado por dos gigantescas capas de hielo que se elevaban por encima de 2.000 metros y cubrían la mayor parte de lo que hoy es Canadá. En Beringia convivieron con la megafauna local -que incluía mamuts, rinocerontes lanudos y bisontes- hasta que, una vez que el hielo comenzó a derretirse, esos pioneros pudieron por fin aventurarse hacia el sur.
El ADN nos ofrece ahora una ventana para entender esos acontecimientos remotos. Las huellas genéticas de los primeros pobladores de Siberia y Norteamérica aparecen detalladas este miércoles en sendos artículos de la revista Nature, en los que los autores identifican sus vínculos con las comunidades modernas y sugieren cómo los eventos climáticos marcaron su evolución. En el primer trabajo, un grupo de investigadores de varios países ha comparado el genoma de habitantes (pasados y presentes) de Alaska, Siberia, las Islas Aleutianas y Canadá.
Los primeros humanos en alcanzar Norteamérica llegaron desde Asia hace 14.500 años, aunque no pudieron atravesar el sur de Alaska hasta 3.000 años después, cuando por fin apareció un corredor libre de hielo. “Estas gentes tenían una estructura genética que hoy en día ya no está presente en Siberia”, señala Stephan Schiffels, investigador del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia. “Se trata de individuos en los que, aproximadamente, la mitad de su herencia genética se origina en Asia oriental y la otra mitad en Eurasia, por lo que también están emparentados con los actuales europeos del norte”.
PALEOESQUIMALES
La siguiente corriente genética no llegaría hasta hace unos 5.000 años, gracias a un pueblo que los científicos catalogan como paleoesquimales. “Eran, en su mayoría, parientes lejanos de los actuales habitantes de Chukotka y Kamchatka (noreste de Siberia)”, explica Schiffels, “y presentan una ascendencia asiática más clara”.
La historia de los pueblos nativos americanos habría sido moldeada por el intercambio de genes entre paleoesquimales y los primeros americanos en diferentes periodos, un intercambio que dio origen a las actuales poblaciones de habla esquimo-aleautiana (presentes desde Alaska a Groenlandia) y de lengua na-dené (que se encuentran dispersas desde Alaska hasta la frontera norte de México).
“Si bien los paleoesquimales son genéticamente muy diferentes a los primeros americanos, sabemos que se mezclaron entre sí en dos ocasiones diferentes: una para dar lugar a la población fundadora de los atabascas y otros grupos de habla na-dené, otra de la que resultan los ancestros de los actuales inuits”.
ESLABÓN PERDIDO
El segundo trabajo que se publica en Nature se centra en los pueblos del noreste de Siberia, una región habitada por homo sapiens desde hace al menos 40.000 años. En él se describe cómo el hallazgo de dos dientes de leche en un yacimiento junto al río Yana (Rusia) ha revelado la existencia de un pueblo hasta ahora desconocido, que vivió allí durante el final del último periodo glacial. “Creemos que la gente de Yana se separó de los primeros eurasiáticos hace cerca de 38.000 años”, afirma Martin Sikora, científico del Centro de GeoGenética de la Fundación Lundbeck en la Universidad de Copenhague.
“Este grupo representa un nuevo linaje de humanos primitivos, con una relación muy lejana con los siberianos actuales”. De manera que, al igual que ocurre con los primeros americanos, este misterioso pueblo tiene una relación genética más estrecha con los antiguos pobladores de Eurasia occidental que con pueblos del extremo oriente, más cercanos geográficamente, “lo que sugiere una dispersión temprana en la región desde el oeste”, afirma Sikora.
Los científicos creen que estos primitivos siberianos del norte proporcionan el “eslabón perdido” para comprender la evolución genética de los indígenas americanos y sostienen que ese grupo emigró por primera vez a Beringia en algún momento hace entre 30.000 y 15.000 años. Como prueba presentan los restos de un individuo encontrado en un yacimiento cerca del río Kolimá, en Siberia, que presentan una particular mezcla de ADN con rasgos de esa población previamente desconocida y de pueblos de Asia oriental, una combinación muy similar a la que presentan los actuales americanos.
Además, se trata de la primera vez que se descubren restos humanos tan estrechamente relacionados con las poblaciones americanas fuera de ese continente. Los hallazgos apuntan dinámicas complejas en la región siberiana a lo largo de diferentes periodos, incluyendo al menos tres grandes eventos migratorios: la aparición inicial de esos primitivos pueblos del norte, una segunda oleada de pueblos de Asia oriental (que da lugar a los antiguos paleoesquimales) y una tercera migración, ya en el Holoceno, de pueblos de Asia oriental, a los que se suele denominar neosiberianos y de los que descienden más directamente los actuales habitantes de la región.