Cómo discutir con un terraplanista (y ganar)
April 30, 2019 El Universo , NoticiasArgumentos incontestables contra la teoría pseudocientífica de la Tierra plana, para dejar a tu interlocutor fuera de juego.
Las modas son cíclicas y fluctúan, al parecer, durante siglos. Poco podía sospechar Galileo que la razón de la condena que le enclaustró en su casa unos años antes de morir volvería a estar en boca de muchas personas, aparentemente documentadas e ilustradas, muchos siglos después.
La mayoría de los argumentos de los terraplanistas son fácilmente rebatibles, y provienen de una concepción de universo profundamente antropocentrista y simplista. En cambio, la visión que propone la ciencia requiere cierto nivel de abstracción; es decir, no podemos observar a simple vista, ni experimentar a través de la propia experiencia los fenómenos que rigen el universo. De hecho, esto es precisamente lo que nos hace humanos: las limitaciones físicas que presentamos, que prueban precisamente que no somos el centro del universo y, probablemente, tampoco los únicos seres que habitan en él.
Las impresiones que tienen los terraplanistas suelen responder a una falacia concurrente: proceden de una falsa percepción de que las cosas están perfectamente diseñadas, al detalle, adaptadas al ser humano. Pero de lo que no se dan cuenta es de que el punto de vista desde el que parten está errado: no es la naturaleza la que está adaptada al ser humano, sino que es el propio humano el que se ha desarrollado perfectamente adaptado a todos los fenómenos naturales. Por ejemplo, los ritmos circadianos concuerdan con el día y la noche, pero no porque la Luna y el Sol estén ‘ideados’ para gobernarlos respectivamente; y como este, otros ejemplos dan cuenta de la equivocada visión antropocentrista en la que se sitúan los terraplanistas.
Los delicados procesos que rigen la vida (no podríamos vivir sin Luna, sin capa de ozono, sin campo magnético) no son producto de un diseño inteligente adaptado a la vida; sino que la vida surge y se adapta a los fenómenos que dicta la naturaleza, y no al contrario. Fácil, ¿verdad? Aunque es natural que primitivamente tengamos esa impresión, hace siglos que la ciencia nos ha permitido acercarnos a la verdad y dejar de lado el pensamiento mágico.
Otro pilar fundamental en el que se asienta el terraplanismo es la necesidad de encontrar un punto de origen, una explicación a la ‘creación’. El diseño inteligente (un Dios creador) es la explicación más sencilla del origen del universo. Por ello, muchos terraplanistas suelen ser con frecuencia creyentes.
La concepción de la Tierra plana no afecta solo al diseño del planeta Tierra; conlleva también desterrar todo descubrimiento relacionado con la astrofísica (por ejemplo, la reciente fotografía de un agujero negro, todo un hito de la ciencia), implica negar y condenar sistemáticamente todo progreso de la civilización. Y si bien el ser humano no es todopoderoso, y hay muchas cosas que siguen sin tener explicación (un ejemplo es la materia oscura), la tecnología nos permite conocer poco a poco más detalles sobre las reglas que rigen el cosmos.
Por último, el tercer pilar fundamental es la conspiración, aparentemente orquestada por instituciones, empresas e incluso trabajadores y ciudadanos a título personal para hacernos creer que no somos un hipotético centro universal. ¿Cómo y para qué? Ni ellos mismos le dan una explicación a esto. Teóricamente, para minusvalorar la importancia de la mujer y el hombre en el cosmos.
Las opiniones fundamentadas en la ciencia más pesimistas creen que el ser humano se extinguirá sin comprender por completo el universo. Otras visiones opinan en cambio que seremos capaces de trascender a nivel planetario, y que podremos sobrevivir mucho después de que nuestro planeta deje de ser habitable (un ejemplo de tal opinión fue Stephen Hawking), para continuar explorando nuestro vecindario cósmico. Pero, en cualquier caso, lo único que tenemos de base para explicar nuestro mundo es lo que el progreso de la ciencia lleva años recopilando en datos, esfuerzo humano, tecnología y cooperación internacional. El resto, sintiéndolo mucho, son elucubraciones más o menos elaboradas.
Los terraplanistas suenan muy convincentes, pero basta invocar a la ciencia para desmontarlos. Muchos divulgadores científicos (Quamtum Fracture, Date Un Vlog, El Robot de Platón…) tratan de luchar contra la desinformación que plantean algunos portavoces de la Tierra plana aportando datos objetivos que, bien comprendidos, resultan indiscutibles, y que convierten al debate del terraplanismo en un absurdo acientífico; pero que no deja de ser, como mínimo, interesante de analizar.
En esta galería recopilamos los argumentos más importantes y definitivos en contra de la Tierra plana, que te permitirán dejar fuera de juego a tu interlocutor.
En primer lugar, vamos a conocer con detalle cuál es el modelo que proponen los defensores de la Tierra Plana.
Según ellos, el mundo en el que vivimos es un disco (redondo, sí, pero plano) sobre el cual se sitúa una bóveda celeste donde están ‘incrustadas las luminarias’ (lo que vemos como estrellas) y gobernada por dos principales: el Sol y la Luna, cuyos movimientos explican perfectamente lo que vemos en el cielo (cabe destacar que su propuesta es un tanto enrevesada para que concuerde con los datos experimentales). Además, estaría rodeado de un muro gigante de hielo, que sería la Antártida.
La primera vez que oímos hablar de la Tierra plana fue de la mano Samuel Rowbotham que publicó un libro a finales del siglo XIX exponiendo esta hipótesis.
Y, ahora sí, vamos con los argumentos.
Precisamente en el libro de Rowbotham se detallan los experimentos conocidos como ‘de nivel de Bedford’. Son una serie de comprobaciones clásicas de convexidad del agua de la Tierra realizados por el propio Rowbotham, que vivía cerca del Canal Old Bedford en Inglaterra, en 1838.
El experimento consiste en colocar banderas sobre barcazas en el agua a lo largo de una trayectoria en línea recta desde el observador. Robotham fue capaz de ver con un telescopio las banderas situadas a más de 6 millas de distancia (unos 10 kilómetros) cuando, según el cálculo de la curvatura de la Tierra, no se puede ver más allá de unas 3 millas (5 kilómetros aproximadamente). Robotham concluyó así que la Tierra debía ser plana.
Más tarde, en 1870, 1870, Alfred Wallace, William Carpenter y John Hampden se reunieron en el mismo canal para refutar dicho experimento (dado que la ciencia ya había demostrado por otras vías que la Tierra era esférica). De hecho, obtuvieron los resultados esperados. Al colocar 3 barras situadas sobre barcazas en el agua, observaron que la tercera aparecía unas pulgadas de distancia más abajo según la referencia de los observadores, coincidiendo con la curvatura de la Tierra.
A la explicación de por qué Robotham pudo ver sus banderas a tanta distancia hay que añadirle el fenómeno de refracción: es producido por la atmósfera de la Tierra, y es, básicamente un reflejo que se produce en el agua, con la misma lógica de los espejismos en el desierto.
Una refutación más detallada de este experimento la encontramos en la web refutandotp.blogspot.com.
Si pudiéramos contarle a un microbio que vive en un globo aerostático que su mundo en realidad es esférico, nos miraría incrédulo asegurando que su experiencia le dice que es plano. Evidentemente, a nuestros ojos, el territorio sobre el que nos movemos kilómetros a la redonda tendrá el aspecto de ser plano; una trampa de los sentidos cuando olvidamos que vivimos en un cuerpo geoide de 510.072.000 km² de superficie. Imposible notar la curvatura cuando trabajamos con tamaños tan inmensos en comparación.
De hecho, sí tenemos una percepción de que los objetos se ‘hunden’ en el horizonte (por plantear una prueba relacionada con nuestras propias percepciones).
Para los terraplanistas, el hecho de que la estrella polar, además del resto de cuerpos celestes que se ‘organizan’ en torno a ella no se mueva, es sumamente sospechoso.
Por no decir que es una prueba de que la bóveda celeste en realidad es estática, y que las ‘luminarias’ incrustadas en él son sencillamente eso, y no bolas de gas quemándose a miles de años luz de distancia. En el clásico El Rey León se da una conversación entre Simba, Timón y Pumba; este último quedaba ridiculizado por su detallada (y cierta) explicación. Para Timón, en cambio, “solo son puntitos”.
Las estrellas giran en sentidos distintos en el polo norte y en el sur y las constelaciones sí se mueven, pero nosotros nos movemos con ellas. De hecho, esta es, para muchos, una prueba definitiva de que la Tierra es esférica, y especialmente popular porque cualquiera puede realizarla desde su casa, siempre que tenga un amigo o amiga en las antípodas (que hoy es fácil con la ayuda de internet).
El divulgador José Luis Crespo detalla en su canal de YouTube Quantum Fracture este experimento. Consiste en realizar un time lapse del cielo nocturno por la noche, y obtendremos una imagen como la que ilustra este apartado (conocidas como startrails o fotografías circumpolares). En el hemisferio norte, las estrellas giran en sentido anti horario; mientras que en el hemisferio sur, lo hacen en sentido horario.
Según el modelo de la Tierra plana, las estrellas, satélites y planetas que observamos desde la Tierra serían en realidad luminarias, una especie de discos colocados en la bóveda celeste de manera voluntaria para iluminarnos. Arguyen que, al observarlas con un telescopio, no se parecen a lo que nos describen los libros de ciencia, sino que se perciben como un disco brillante y con múltiples colores.
Como detalló en un interesante vídeo divulgativo Aldo, del canal El Robot de Platón, en el canal Quatum Fracture de José Luis Crespo, ese es el aspecto habitual que tienen las estrellas (no otros cuerpos como planetas) al ser observadas con un telescopio newtoniano. La razón del brillo y los múltiples colores se debe al efecto de refracción que se produce en nuestra atmósfera, además de que los telescopios de pie de calle no son lo bastante potentes como para poder observar fenómenos tan lejanos (no pueden ser comparados con los grandes telescopios como el Hubble). En cambio, objetos más cercanos, como planetas o nuestra propia Luna, sí pueden percibirse de manera algo más clara.
La afirmación de que la gravedad no existe suele ir acompañando a la idea de que la Tierra es plana. Negando la gravedad, los terraplanistas afirman que la Tierra se encuentra acelerando permanentemente, y este proceso físico (observable sobre la Tierra), nos mantendría pegados al suelo.
Pero recordemos que la aceleración no puede ir en aumento, dado que es imposible superar la velocidad de la luz por un fenómeno llamado dilatación temporal. Según la Relatividad General, acelerando en el espacio, conforme nos fuésemos acercando a la velocidad de la luz, el tiempo para nosotros transcurriría más y más despacio, de manera que nunca podríamos llegar a experimentar tal velocidad (aproximadamente 3·10⁸ metros por segundo).
Para los terraplanistas, los viajes en avión deberían ser más cortos en la dirección de la rotación de la Tierra, dado que este movimiento ‘acortaría las distancias’ y haría que los aviones llegasen antes a su destino; en cambio, en sentido opuesto, el movimiento de la Tierra alejaría al avión de su destino cada vez más, y este necesitaría cada vez más potencia y velocidad para cumplir con el viaje.
De hecho, esta diferencia de velocidad de la que hablan los terraplanistas existe, aunque es tan pequeña que resulta imperceptible para nuestra experiencia (de nuevo se trata de una trampa de nuestros sentidos). Lo que ocurre es que los aviones, igual que todos nosotros, giramos CON la Tierra, por lo que dicha rotación es nuevamente imperceptible.
Por otro lado, existe una comprobación interesante de que la Tierra es esférica, usando la misma lógica que los terraplanistas. El vuelo Sídney-Buenos Aires, de 11.800 kilómetros de distancia, no podría realizarse en un mapa físico como el que plantean los terraplanistas.
Dentro de lo pseudocientífico del modelo de la Tierra plana, se trata de uno de los argumentos menos serios de toda la colección.
De la misma manera, los terraplanistas argumentan, de maneras muy irracionales, que el agua no realiza ‘saltos’ ni navega ‘cuesta arriba’ en la superficie terrestre, adaptándose a los accidentes geográficos.
Por si fuera necesario el contraargumento, vamos allá: sea como sea su recipiente, el agua tiende a estabilizarse y nivelarse, siempre hacia el centro de la Tierra.
Además, evidentemente, el agua no se adhiere a cualquier esfera, sino hacia la gran esfera masiva que es la Tierra, igual que el resto de elementos que la forman (incluidos nosotros).
En el modelo de la Tierra plana, la Antártida sería un gran bloque de hielo que rodearía todo el disco terrestre. Para argumentarlo, los terraplanistas se apoyan en que la Antártida tiene una temperatura muy inferior al Ártico (que según ellos se situaría en el centro). Y, además, que las expediciones realizadas a esta zona del planeta son muy duras, y que nadie ha logrado ir más allá de determinado punto geográfico.
De hecho, el argumento de las exploraciones es un tanto inexacto. Sí que se han realizado numerosas expediciones a la Antártida, algunas de ellas con las trayectorias que se muestran en la imagen (extraída de refutandotp.blogspot.com). En verde se muestra la ruta de Ramón H. de Larramendi, Juan Manuel Viu e Ignacio Oficialdegui realizada en 1949; en rojo, la ruta de la exploradora Felicity Aston en 2012, que le hizo ostentar un récord mundial; en amarillo, la ruta del grupo de exploración The Coldest Journey en 2013… Y otras muchas, que no caben aquí.
Las rutas geográficas tal y como las describieron los exploradores son sencillamente imposibles en el modelo de la Tierra plana.
Además, existen diferentes opciones para explicar por qué la Antártida es más fría; una razón son las corrientes de agua frías y calientes, que ayudan a mantener la diversidad biológica y la temperatura de los océanos.
Circulan muchos vídeos en internet con comentarios un tanto inexactos y rebuscados acerca del aparente falseo de las estancias de los astronautas en la Estación Espacial Internacional negando la gravedad cero (desde que están sujetos por cables invisibles hasta que el efecto de la gravedad cero en el pelo es producto de la laca). Por la misma lógica, además de porque niegan la existencia de nuestro satélite natural, niegan que el humano haya pisado la Luna.
(Por si hace falta, aquí algunas pruebas de la llegada de la misión Apolo 11.)
Siglos de investigación científica nos demuestra que la gravedad es una de las fuerzas que rige el cosmos. Además, aunque la gravedad fue una fuerza ideada por Albert Einstein a principios del siglo XX, su existencia no solo encaja con todas las predicciones acerca del universo, sino que podemos experimentarla. Por ejemplo, el experimento Cavendish es una de las pruebas clásicas de la demostración de la gravedad. Consiste en detectar los movimientos de una barra, que se ve atraída en sus extremos por dos masas.
Además, se han obtenido pruebas del modelo de la Relatividad General a través, por ejemplo, de la detección de ondas gravitacionales, entre otros.
Este es uno de los argumentos más repetidos, y que alude a la idea de conspiración. Al parecer, todas las imágenes de los satélites son falsas y el hecho de que se traten de recreaciones en 3D y apenas dispongamos de las imágenes ‘reales’ lo confirma.
Evidentemente, muchas de las imágenes que utilizamos para comprender el universo son recreaciones hechas por ordenador (siempre convenientemente indicado por los astrónomos), pensadas como material divulgativo; es decir, dado que no podemos obtener una imagen real y fiel de los objetos más lejanos del cosmos, pero sí su descripción con precisos datos captados por los telescopios, se realiza una representación lo más fiel posible a lo que debería ser el objeto celeste como tal.
En objetos cercanos o en autofotos (imágenes de la Tierra) también es frecuente combinar muchas imágenes captadas por diferentes satélites, con el objeto de obtener una fotografía completa de la Tierra (por eso los ojos expertos acostumbrados a la edición de imágenes en internet encontrarán algunas pistas de estas recreaciones. ¿Photoshop? No; una fiel recreación por ordenador, sí).
De nuevo, este argumento procede del desconocimiento de cómo funciona la investigación científica, combinado con el antropocentrismo.
Nuestra percepción es limitada y los instrumentos que se utilizan en la exploración del universo captan datos en frecuencias que el ojo humano es incapaz de detectar (como los infrarrojos); de ahí que tengan que ser ‘traducidos’ para ser comprendidos.
Además de las incontestables pruebas de satélites que aporta la exploración espacial, existen otros muchos argumentos de que la Tierra es esférica que los terraplanistas no pueden refutar. Por ejemplo, el efecto coriolis, es decir, las corrientes de agua fría y caliente de los océanos, que solo pueden explicarse por la rotación de la Tierra.
Otros argumentos serían los eclipses, las mareas, el campo magnético de la Tierra (producido por el efecto dinamo, las diferentes velocidades de rotación de la Tierra y su núcleo)…
Divulgadores y aficionados han dedicado horas a refutar los postulados del modelo de la Tierra plana, y basta con bucear un poco por internet para encontrar excelentes y complejos trabajos acudiendo a la física, a las matemáticas, la geografía… Por su parte, las autoridades han preferido no prestar atención a los delirios de la comunidad de la Tierra plana.
Y, si existen tantos argumentos, ¿por qué es tan famosa la hipótesis de la Tierra plana? Seguramente, el elemento de conspiración tiene mucho que ver en su popularidad. Las explicaciones que llevan consigo un elemento conspiratorio (sobre autoridades capaces de engañar masivamente a la población mundial) tienen un gran atractivo.
Según los terraplanistas, todas las instituciones de la ciencia (no solo la NASA, sino científicos, astrónomos, ingenieros de telecomunicaciones, de caminos…) millones de personas estarían metidas en una conspiración mundial para ocultar el verdadero aspecto de la Tierra y nuestro verdadero lugar en el universo. ¿Por qué razón? Nadie lo sabe; especulan con la idea de que alguna clase de élite quiere que las personas nos sintamos ‘inferiores’ a lo que realmente somos, que tengamos la impresión de que somos solo una mota de polvo en un lugar infinito. Y, si no es así y realmente somos el centro de la creación, ¿por qué alguien querría hacernos creer lo contrario? Además, ¿cómo es posible convencer a tal cantidad de personas para engañar al resto?