Antenas y auroras

Esta fotografía, tomada en la Antártida cerca del polo sur geográfico, muestra una cadena de antenas y cables que se van alejando. Se trata de algunas de las antenas que conforman la Red de Radares Súper Dual Auroral (SuperDARN). Las luces rojizas que se aprecian en el fondo, sobre el horizonte, señalan los accesos a la Estación Amundsen-Scott del Polo Sur, situada a algo más de un kilómetro.

Antenas y auroras

SuperDARN vigila y explora los efectos del geomagnetismo en la alta atmósfera de la Tierra. Aunque algunas de sus antenas se hallan en el Polo Sur, la red se extiende por todo el mundo y está presente tanto en el hemisferio norte como en el sur. Uno de los efectos del geomagnetismo se ha capturado en todo su esplendor en esta fotografía, que muestra tenues cortinas y rastros de luz verde que destacan en la oscuridad nocturna por encima de las antenas: una aurora.

Las auroras, o luces polares, se forman cuando las partículas cargadas eléctricamente llegan desde el Sol hasta nuestra región del espacio, atraviesan el límite exterior de nuestro campo magnético y se adentran hasta chocar con los átomos y moléculas de nuestra atmósfera. La aurora que vemos aquí se conoce como “aurora austral”, o luces del sur.

Este fenómeno es un componente clave de la meteorología espacial, los cambios dinámicos en el entorno cósmico de la Tierra provocados por la actividad solar. Como estos fenómenos meteorológicos afectan a servicios y sistemas espaciales y terrestres, es fundamental vigilarlos para predecir y mitigar sus efectos adversos. Para ello, la ESA cuenta con el Segmento de Meteorología Espacial del programa Conocimiento del Medio Espacial (SSA) y distintas misiones científicas, como Cluster y Swarm, además de satélites de observación solar que nos permiten comprender mejor el sistema completo que constituye nuestra estrella.

Esta imagen fue capturada por el becario de investigación de la ESA Daniel Michalik, que pasó el invierno de 2017 en la base Amundsen-Scott. Se trata de una única exposición prolongada con contraste bajo y ajustes de exposición. Dadas las temperaturas extremadas, de hasta -60 °C, Daniel tuvo que protegerse tras varias capas de ropa, emplear una bolsa de agua caliente para mantener el calor de la cámara, y llenar sus bolsillos de baterías de repuesto. El estoicismo del fotógrafo mereció la pena, ya que esta fotografía llegó a la final del concurso organizado por la Royal Society en 2017. Otra de las imágenes de Daniel, publicada aquí, ganó el primer premio en la categoría de Astronomía.

ESA