Los dueños de la Luna: ¿Quién controla nuestro satélite natural y sus recursos?

La Luna está bajo la mira de varias compañías que pretenden buscar materiales preciosos. Pero surge la interrogante: ¿existen reglas para explotar y reclamar como propias partes de la superficie lunar?

El astronauta Buzz Aldrin en la superficie lunar.

Neil Armstrong, hace cerca de 50 años, se ganó el título de ser el primer hombre en pisar la luna. “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, exclamó el astronauta estadounidense.

Más adelante, Buzz Aldrin, su colega, lo secundó para conocer el Mar de la Tranquilidad. Tras descender del módulo lunar Eagle, el astronauta Aldrin observó el paisaje y a la par dijo: “magnífica desolación”.

Después de la misión Apolo 11, en junio de 1969, la Luna ha estado imperturbable prácticamente. Desde 1972 hasta la fecha, nadie ha estado allí. Ese escenario podría cambiar pronto, las compañías muestran su interés por explorar la Luna e ir más allá: extraer recursos de la superficie.

Tripulación Apollo 11

¿Qué hay en la luna?

Los tan mencionados recursos que hay en la Luna incluyen el platino, el oro y otros minerales terrestres que están escaseando y que se utilizan para los aparatos electrónicos.

En enero de 2019, China aterrizó una sonda denominada el Chang’e-4 justamente en el lado oculto de la Luna. Esta acción hizo que germinara una semilla de algodón en la biósfera de la superficie (gracias a tierra extraída de nuestro planeta). Ahora busca establecer una base para la investigación.

La firma japonesa llamada iSpace se planteó el objetivo de construir una “plataforma para el transporte Tierra-Luna” y así desarrollar una “exploración polar de agua en el gran astro”.

Ahora, con estos proyectos sobre la mesa, ¿existen reglas para corroborar lo dicho por Aldrin y que la desolación permanezca inalterada? ¿Sería posible que el único satélite natural de la Tierra pudiera ser foco de la toma de sus recursos promovido por el comercio y la política?

Con esto, los derechos de propiedad de cuerpos celestes han estado en tela de juicio desde la exploración espacial en el periodo de la Guerra Fría.

La sonda luna Chang’e-4, fotografiada por el rover Yutu-2. / AFP

La Agencia Aeronáutica y Espacial de los Estados Unidos (NASA) preparaba las misiones lunares tripuladas, sin embargo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) elaboró el Tratado del Espacio Exterior que se firmó en 1967 gracias a Estados Unidos, la Unión Soviética y Reino Unido.

Dicho documento expresaba: “El espacio exterior, incluidos la Luna y otros cuerpos celestes, no está sujeto a la apropiación nacional por reclamo de soberanía, por uso u ocupación, o por cualquier otro medio”.

En este caso, Joanne Wheeler, directora de la empresa de exploración espacial Alden Advisers denomina ese tratado como “la Carta Magna del Espacio”. Cuestiona que haber colocado una bandera en la Luna, como lo hicieron Armstrong y demás colegas, no le otorga ningún “derecho vinculante” como individuos, ni a empresas ni a países.

En otros términos, al hablar sobre los derechos de propiedad y también mineros sobre la Luna, no tenían suma importancia en 1969. Con el tiempo y el avance de la tecnología explotar estos recursos pero con fines de lucro tiene más probabilidad, aunque no esté bien definido.

Tratado de la Luna

La ONU, en 1979, estableció el llamado “Acuerdo para regir las actividades de los Estados en la Luna y demás cuerpos celestes”, conocido también como el “Tratado de la Luna”.

En el acuerdo, se estipulaba que cualquier actividad debía ser de índole pacífica, pues la ONU debía saber por qué y dónde se pretendía construir una estación.

Por otro lado, el documento también reseñaba que “los recursos naturales y la Luna en sí son patrimonio de la humanidad”. Para efectos, se fija un régimen internacional de forma que “gobernar la explotación de los recursos se realice cuando sea factible”.

El tratado declara que la Luna ha de ser utilizada para el beneficio común de todos los Estados y todos los pueblos de la comunidad internacional.

Pero, lo más álgido en el Acuerdo de la Luna, es que cuenta con la aprobación de solo 11 países; Francia y la India están en la lista. Actores más importantes como Estados Unidos, Rusia y China no lo han secundado. El Reino Unido no.

En este sentido, Wheeler asegura que “no es fácil” hacer cumplir las reglas explicadas en los tratados. “Los países incorporan los documentos que firman en la ley y deben garantizar que las empresas y las personas los cumplan”.

Joanne Irene Gabrynowicz, profesora y ex editora jefa del Journal of Space Law (Revista de Ley Espacial), manifiesta que los acuerdos internacionales  sobre la Luna no garantizan nada, sino que se trata de una “mezcla de política, opinión y economía”.

Mediante los tratados ya establecidos, y que obstaculizan la propiedad de aquellos cuerpos celestes, se han encarado desafíos durante los últimos años.

EE.UU. y Luxemburgo

Estados Unidos dio el visto bueno a la Ley de Competitividad de Lanzamientos Espaciales Comerciales en el 2015. Esto para reconocer el derecho de la ciudadanía a poseer algún recurso de los asteroides. No va aplicado a la Luna, pero si podría extenderse más adelante.

Eric Anderson, cofundador de Planetary Resources (Recursos planetarios), una compañía de exploración, detalló que la legislación sería el “mayor reconocimiento de los derechos de la propiedad que se hiciera en la historia”.

Comparación en escala de la Luna y la Tierra.

Para el año 2017, Luxemburgo certificó su propia legislación. Es decir, otorgó el derecho de propiedad a los recursos que ya estaban en el espacio. Etienne Schneider, vice primer ministro, expresó que esta medida llevaría al país “a ser pionero y líder en este ámbito”.

La intención de ganar dinero y explorar la Luna están latentes. Pareciera que los países están más próximos a apoyar a sus empresas para lograrlo.

Helen Ntabeni, abogada del bufete británico Ley y Política Espacial Naledi, dice: “La minería, ya sea para traer los materiales a la Tierra, de almacenarlos o fabricar con ellos en la Luna, es lo opuesto a no hacer ningún daño”.

Sugiere también que Estados Unidos y Luxemburgo podrían haber violado las condiciones en el Tratado sobre el Espacio Exterior de la ONU. “Soy escéptica de que las altas nociones morales en torno al mundo y el espacio juntos, como naciones iguales, se mantengan”, concluye.

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