El ADN resuelve el misterio del ‘alien de Atacama’

Según los científicos estos restos pertenecen a una niña que murió poco después de nacer, hace sólo unas pocas décadas. Los investigadores han hallado algunas mutaciones genéticas que explican su extraña forma.

Radiografías del llamado ‘alien de Atacama’ / GARY NOLAN

En el año 2003 un extraño y diminuto esqueleto fue descubierto en el desierto de Atacama, en Chile. Se trataba de los restos de un cuerpo de apariencia humana, de unos 15 centímetros de largo, con múltiples anomalías esqueléticas y un cráneo de forma cónica. Cuando las imágenes llegaron a la prensa y a internet, comenzaron a extenderse las teorías y especulaciones sobre su origen: desde las que hablaban de una civilización precolombina hasta las que afirmaban su procedencia alienígena, pasando por los que asumían que todo se trataba de un simple engaño.

Una década después, investigadores de la Universidad de Stanford demostraron que el esqueleto -bautizado como Ata– era auténtico y humano. Esta semana los mismos autores publican un artículo en la revista Genome Research con los resultados de la secuenciación completa del genoma de Ata, así como con información sobre su origen y sus extrañas características. El alineamiento de secuencias en los cromosomas X e Y revela que era de sexo femenino, mientras que los análisis de polimorfismo de nucleótido único (SNP) han permitido confirmar que su fenotipo presenta coincidencias con el de otras poblaciones de la zona, lo que indica que era originaria de la región en la que fue hallada.

“Creemos que se trata de una niña que nació muerta o murió inmediatamente después de nacer”, explica Garry Nolan, inmunólogo de la Universidad de Stanford y coautor del trabajo. “Así que aunque esto comenzase como una historia sobre extraterrestres, es en realidad la historia de una tragedia humana“. En un principio, el hecho de que el esqueleto sólo presentase diez costillas en lugar de las doce habituales, unido a las malformaciones craneales llevó a dudar sobre su origen humano. Sin embargo, la comparación de secuencias de ADN con los genomas de referencia de seres humanos y otros primates, confirmó que Ata era, en efecto, un ser humano.

Inicialmente, los investigadores dieron por hecho que los restos tendrían decenas o cientos de miles de años de antigüedad, ya que el desierto de Atacama es uno de los puntos más áridos del planeta, por lo que los restos de Ata podrían haberse conservado durante milenios. Pero después de consultar a expertos en secuenciación que habían trabajado con el ADN de neandertales y denisovanos, estos les anunciaron que el ADN de Ata era “moderno, abundante y de alta calidad”, lo que indica que murió hace unas pocas décadas.

Escala en Barcelona

Poco después de su descubrimiento en Chile, el esqueleto fue adquirido por un ufólogo español, Ramón Navia Osorio-Villar, que trasladó los restos a Barcelona. Años más tarde, fue mostrado en un documental, como prueba de los presuntos esfuerzos del Gobierno estadounidense por suprimir información sobre diversos temas, incluidas las civilizaciones alienígenas. Fue entonces cuando Nolan y sus colegas se pusieron en contacto con los autores de la película para realizar una evaluación científica de los restos. Finalmente, en otoño de 2012, los investigadores consiguieron permiso del propietario para estudiar el esqueleto a través de radiografías, escáneres y análisis genéticos.

Durante estos análisis descubrieron que los dientes y los huesos estaban bien desarrollados. Basándose en las placas de crecimiento de las rodillas y en los huesos de las piernas, el radiólogo Ralph Lachman, del Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles, estableció que la edad ósea era de entre 6 y 8 años. “Lo que más llamó la atención y lo que hizo que se especulara tanto desde el principio era la aparente madurez de los huesos”, explica Nolan, “esa maduración precipitada es la que hizo que el cuerpo pareciese mayor pese a ser tan pequeño”. Los autores creen que uno o varios genes mutados son los responsables de ese envejecimiento prematuro, lo que abre la posibilidad de que el estudio de Ata permita avanzar en la creación de terapias o medicamentos que impulsen el desarrollo óseo.

Restos del llamado ‘alien de Atacama’ / GARY NOLAN

También buscaron información en el ADN que pudiera explicar el pequeño tamaño del esqueleto, sus múltiples malformaciones óseas y craneales, el recuento anormal de costillas y la edad ósea prematura. En este sentido, encontraron múltiples mutaciones de genes asociadas con enfermedades como enanismo, escoliosis y otras anomalías musculoesqueléticas. Según explica Lachman, otro posible factor para la avanzada calcificación del esqueleto en tan corto espacio de tiempo es la momificación natural, ya que la aridez del ambiente habría permitido una mejor preservación del material biológico. “Las técnicas de momificación de los egipcios producen calcificaciones como éstas en los espacios intervertebrales”, señala Lachman, “la momificación natural es un proceso que se da en lugares desérticos; el cuerpo permanece allí durante años, se seca y se llena de sales”

El Mundo